Luz María Guadalupe Pichardo García

Bioética recobrada


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contra todo ser humano, mujer u hombre, de cualquier condición, raza, color, edad o condición; además, y en seguimiento del pensamiento judeo-cristiano, “estamos hechos a imagen y semejanza de Dios”,27 lo cual nos dota de una alta dignidad que linda con lo sagrado, al grado de que —sin ser dioses, sino seres humanos con toda la dignidad que ese calificativo implica— podemos ser llamados legítimamente hijos de Dios.

      En relación con otro tipo de existentes —vivientes o no—, si se respeta su naturaleza específica y las leyes naturales que les gobiernan, se mantiene el equilibrio en el orden natural y dinamismo creativo del universo que garantiza la protección del ambiente y la sustentabilidad del planeta. De este enfoque, altamente ecológico, se derivan las tesis clásicas del respeto y conocimiento paulatino del universo y del aprovechamiento racional de la naturaleza física, en una relación empática y no de dominio despótico de abuso y explotación irracional de los recursos naturales.

      La noción de naturaleza en sentido moderno tiene entre sus precursores a Copérnico (1473-1543) y a Galileo Galilei (1564-1642), por su trabajo y aportaciones en el campo de la astronomía, así como al filósofo británico Francis Bacon (1561-1626), que habló del método científico y su perfil inductivo-experimental, que condujo a la formulación de leyes generales en relación con los hechos, como revisaremos brevemente.

      Con ello pretendo dejar claro que el universo, en concordancia con la comprensión y entendimiento de la ciencia moderna, con toda su relevancia e impacto en nuestros días, no se agota en la lectura matemática y física de la naturaleza, sino que encierra mucho más. De allí la necesidad de la comunicación e interdisciplinariedad entre los diversos saberes (ciencias particulares o no, filosóficas, matemáticas, filosofía y teología), porque aportan diferentes ángulos de conocimiento de lo existente, y —en asuntos complejos o poco claros— dan ocasión al debate, la revisión, la discusión, la rectificación o ratificación de las tesis en pugna.

      Y es que la clave para el conocimiento del ser humano, la naturaleza física, el universo y Dios, la encontramos en una propuesta abierta, sin prejuicios ideologizantes o sesgados, que traen como consecuencia visiones reductivas en el conocimiento de la realidad. Lo que hay que tomar en cuenta son las diversas formas de acercamiento a la verdad de lo existente y sus hallazgos y aportaciones que traen consigo la interdisciplinariedad y apertura sin prejuicios al conocimiento de la verdad.

      Francis Bacon, por su parte, y en directa crítica a la filosofía anterior, en su Novum Organum (1620) hace una declaración de principios a favor del conocimiento de los hechos físicos y las leyes que de allí pueden inferirse, vía el método experimental y que tres siglos después será seguido por Augusto Comte. Lo que pretendía era derrumbar el pensamiento antiguo a favor del pensamiento moderno, y a ello dedicó sus esfuerzos. Textos del Novum Organum que lo muestran son los siguientes:

      • “El hombre, servidor e intérprete de la naturaleza, ni obra ni comprende más que en proporción de sus descubrimientos experimentales y racionales sobre las leyes de la naturaleza; fuera de allí, nada sabe ni nada puede” (Aforismo 1).

      • “No hay ni puede haber más que dos vías para la investigación y descubrimiento de la verdad: una que, partiendo de la experiencia y de los hechos, se remonta enseguida a los principios más generales (…), y otra que de la experiencia y de los hechos, se deducen las leyes” (Aforismo 19).

      ¿Bacon tenía razón? ¿No estaba centrándose únicamente en el aspecto físico-experimental? ¿Acaso todo es material? ¿Y dónde queda la dimensión espiritual?

      En síntesis, el estudio de la naturaleza en el pensamiento moderno es distinto del aportado por el pensamiento clásico, porque