en los seres vivos, lo cual es altamente plausible y ha conducido a hallazgos relevantes, por ejemplo, el conocimiento de la genética de las especies, y del código genético, cuyos resultados han sido muy positivos para el avance en biomedicina por el conocimiento microbiológico del ser humano y el mapa genético que ha aportado.
El enfoque moderno, sin embargo, siendo admirable en muchos de sus descubrimientos y aplicaciones, tiene una índole funcionalista e instrumental que puede conducir —en diversos casos— a excesos por falta de límites en la investigación científica y tecnológica. Esto es lo que ha sucedido con la naturaleza física o humana en diversidad de casos, como el deterioro del ambiente o los experimentos con embriones humanos y los actuales planteamientos del transhumanismo.
Ante este panorama, el afán de V. R. Potter por intentar un puente entre las ciencias de la naturaleza y del espíritu, entre el mundo de los hechos biológicos y los valores —especialmente éticos— es muy meritorio. ¿Cómo lograrlo? Ya antes de él —lo hemos dicho— el filósofo alemán Wilhelm Dilthey, desde su filosofía de la historia y la cultura había llamado la atención sobre la separación entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, acentuando la necesidad de intentar la conciliación y no la exclusión de una a favor de la otra, porque al ocurrir se fractura —al menos teóricamente— el horizonte inmenso de las ciencias. Desde otro ángulo del saber, esa misma inquietud la tuvo el científico Herbert Spencer (1820-1903), también antes mencionado, y que, al compás de sus inquietudes, realiza un amplio estudio sobre el origen biológico de la moral, como se constata al menos en dos de sus más relevantes escritos: la Estática social y Principios de ética. Por eso su postura puede ser llamada con razón, ética evolucionista o naturalismo ético, como la califica Víctor Brenes.37
Respecto a Spencer, cabe un comentario más: ¿es posible el origen biológico de la moral? ¿No indica esta posición la proyección de la herencia moderna donde la fuerza vital viene de abajo (Die Kraft kommt von unten), es decir, de la materia en expresión de Nicolai Hartmann? Con ello significo que, en sentido estricto en el pensamiento moderno, no hay el reconocimiento formal de la espiritualidad humana como una realidad esencialmente diferente a lo material, aun cuando se empleen categorías lingüísticas que mencionan a ambas. El terreno de Spencer, al hablar del “origen biológico de la moral”, sigue siendo el puramente biológico y procesual.
Esto plantea nuevas inquietudes: ¿qué se requiere para tender ese puente entre la materia y el espíritu, la biología y la dimensión más íntima de tipo espiritual de los seres humanos? No se trata de transgredir límites categoriales, sino de respetar y valorar la gran variedad de lo que existe, descubriendo su verdad, entre otras, la del ser humano en sus distintas dimensiones y respeto a su dignidad, sin soslayar la importancia de la naturaleza física y ambiente, que en su cultivo y cuidado garantizan la supervivencia del ecosistema total, es decir, la sustentabilidad del planeta y —paralelamente— su efecto y trascendencia en el ser humano y el universo.
Un camino viable y muy prometedor a nivel práctico para lograr estos propósitos es el de las ciencias biomédicas y el desarrollo de las profesiones del cuidado de la salud (enfermería y medicina), así como la aplicación de la biotecnología, biomedicina, nanomedicina y cualquier otro saber científico-tecnológico en la buena investigación y práctica médica.
Quienes por profesión viven en contacto con el dolor —es el caso de médicos y enfermeras— tienen conciencia y la experiencia de que el paciente es un ser sufriente en el cuerpo y en el alma en mayor o menor medida. Experimentan día con día su dolor y su esperanza o desesperanza, su anhelo de recuperación de la salud y salir pronto del hospital. Ante este hecho, su profesionalismo, y experiencia médica, ética del cuidado y en ocasiones hasta una ética deontológica de corte médico, les impulsarán a la atención cuidadosa —y en multitud de casos, amorosa— de los enfermos. Es por ello que la figura de los médicos y personal de enfermería, mujeres y hombres, adquieren una relevancia vital, porque son los instrumentos —en muchas ocasiones— para la recuperación de la salud de los enfermos.
Otro camino para tender el puente entre lo humanístico y lo científico, la ética y la medicina, la biología y la ética de la naturaleza, es la atención a una ecología integral, que incluya además de la naturaleza física o del ambiente, a la naturaleza humana, es decir, a las mujeres y hombres concretos, ante quienes es mayor nuestra responsabilidad. Con esto significo que se aplaude cualquier acción referente al cuidado y cultivo de la naturaleza física y protección de los animales, sin desfasar, ignorar o atacar a los seres humanos en la condición en que se encuentren, incluyendo a quien esté en gestación.
Lo que debemos es tener una visión holística, donde nuestra prioridad sean los seres humanos y en paralelo cuidemos “la aldea global”, “nuestra casa común”, como han propuesto distintas personalidades de nuestro tiempo desde variados campos de la cultura y la actividad pública, como el papa Francisco,38 el filósofo Hans Jonas,39 Al Gore,40 exvicepresidente de Estados Unidos, el profesor emérito Edward Osborne Wilson, y antes que ellos Romano Guardini41 (1885-1968), con su crítica a la noción de progreso enaltecido por el positivismo a mitad del siglo xix. Asimismo, la prestigiada exprimera ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, con su trabajo a favor de la ecología dio origen, en 1987, al documento “Nuestro futuro común”,42 también conocido como el Informe Brundtland, por el que ha merecido múltiples premios y reconocimientos.
Imagen 1.3. Gro Harlem Brundtland, una de las mujeres más inflyentes en torno a la sustentabilidad del planeta.
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Internet
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Barrionuevo, Ch., Aportes de Lavoisier a la química [en línea], disponible en <https://es.scribd.com/doc/94427631/Aportes-de-Lavoisier-a-la-Quimica>.
Biography of Dr. Gro Harlem Brundtland, United Nations [en línea], disponible en <http://www.un.org/News/dh/hlpanel/brundtland-bio.htm>.
Brenes, V., “El naturalismo ético en Spencer”,