la medicina, la psicología, las neurociencias. Pero las explicaciones científicas no descubren una intencionalidad determinada (como la que imaginaban Aristóteles y los antiguos filósofos). El ser humano constituye en todo caso una “anomalía” pues es capaz de cuestionarse y de actuar contra su propio ser.
Para nosotros la vida no es un mandato sino un proyecto contingente. Y esto es lo que pone en peligro nuestra vida como civilización, nuestras vidas como seres humanos. No tenemos garantías científicas ni metasociales.
Desde esta perspectiva ?dónde encontrar entonces una concepción de la vida que sea universalmente aceptable? Nosotros sostenemos en este trabajo que el consenso pluralista y práctico de las Naciones Unidas en torno a las cuestiones de derechos humanos, bioética y ecología constituye el corpus ético que nos permite definir nuestras ideas sobre la dignidad humana y sobre la “vida buena” para el ser humano.
El “consenso pragmático” de las Declaraciones Universales de Naciones Unidas implica reconocer que existen diversas concepciones y fundamentaciones pero sin embargo se llega a un acuerdo universal sobre una serie de principios éticos compartidos. Teóricamente los derechos humanos no tienen entonces un fundamento único y absoluto.
Desde este punto de vista se eluden los intentos de fundamentación religiosa, racionalista o científica de la idea de la dignidad humana. Pero al mismo tiempo las Naciones Unidas asumen las explicaciones científicas. Asimismo, asumen que la idea de la vida tiene diversas significaciones en cada cultura aunque los principios morales consensuados actúan como ideas reguladoras para los diferentes actores sociales (individuos, comunidades, pueblos, Estados).
Para nosotros, los humanos, el fundamento de la idea de la vida aparece como una construcción de nuestra propia experiencia evolutiva, histórica. Fuimos construyendo una idea de la vida humana y aunque vivamos en plena contradicción con esa idea, todos coincidimos que el proyecto tiene validez porque consideramos que responde a las aspiraciones de los pueblos. La evolución de la conciencia moral y el consenso pragmático de la comunidad mundial actual justifican los principios bio-éticos que compartimos a través de las Declaraciones Universales sobre derechos humanos, ecología y bienestar humano.
Para explicitar nuestro sentido de la vida la comunidad mundial debería definir “biopolíticas” aplicadas a la organización económica y social, a las relaciones con el medio ambiente, al respeto de las diversidades culturales y de género, al respeto en las relaciones interpersonales. Las “biopolíticas” implícitas y dominantes “naturalizan” las desigualdades, las relaciones de dominación, las discriminaciones, las agresiones. Este libro ofrece varias líneas de reflexión para fortalecer la bioética a través de la educación, para introducir “biopolíticas” en los programas económicos y sociales, para neutralizar las actitudes agresionistas y depredadoras tanto en las relaciones sociales como en las relaciones con el medio ambiente.
Algunas referencias ecologistas
Lovelock, J. (2007) Gaia. Una nueva visión de la vida sobre la tierra. ;
Lovelock, J. (2007) La venganza de la Tierra: la teoría de Gaia y el futuro de la humanidad. Barcelona: Planeta;
Mark Lynas (2008) Seis grados. Nuestro futuro en un planeta más cálido. Barcelona: Librooks ;
Bruno Latour (2012) , Políticas de la naturaleza.
Lynn Margulis; Lorraine Olendzenski (1996) Evolución ambiental: efectos del origen y evolución de la vida sobre el planeta tierra. Madrid: Alianza
3 Ver: James Lovelock (1972) La venganza de la Tierra. La teoría de Gaia y el futuro de la Humanidad. Barcelona: Planeta
4 Ver: Carmen Dragonetti “Filosofía de la India II. Budismo”, in: Miguel Cruz Hernández (de.) Filosofías no occidentales (1999), Madrid: Trotta, p.137 ss.
5 Jean-Paul Sartre (1943) L ëtre et le néant. Paris: Gallimard, pp.117, 353, 538é
6 Humberto Maturana; Francisco Varela (1973) De máquinas y seres vivos.
CAPÍTULO 2
MUTACION BIO-HISTÓRICA Y CAMBIOS SOCIALES 7
Las revoluciones en la biotecnología y la infotecnología la llevan a cabo los ingenieros, los emprendedores y los científicos que apenas son conscientes de las implicaciones políticas de sus decisiones, y que ciertamente no representan a nadie. ¿Pueden los parlamentos y los partidos tomar las riendas? Por el momento no lo parece. La disrupción tecnológica no constituye siquiera un punto importante en los programas políticos.
Yuval Noah Harari (2018)
21 lecciones para el siglo XXI. Buenos Aires: Debate, p.26
1.La idea de la mutación bio-histórica actual
Hemos venido sosteniendo en escritos y ponencias la tesis de que estamos experimentando una mutación bio-histórica a nivel global 8 Este concepto implica reconocer que a diferencia de otros momentos de la experiencia humana en la situación actual se producen cambios no solo en las relaciones sociales sino también en el equilibrio ecológico, en las identidades individuales, en el desarrollo de la Inteligencia Artificial , en el potencial de autodestrucción nuclear y en la capacidad de exploración extraterrestre. En suma, sostenemos que se han modificado las condiciones ecológicas, biológicas, antropológicas e históricas de la evolución humana.
Desde comienzos del siglo XIX, con el desarrollo de las ciencia sociales las teorías del cambio social (sobre todo el liberalismo, el positivismo y el marxismo y en general el “progresismo”) enfatizaron la importancia de los factores socio-económicos, subestimando la evolución tecnológica y el impacto ecológico. Más tarde con las teorías evolucionistas de Lamarck y el organicismo de Spencer, se asociaron los cambios con el proceso evolutivo natural. Algo que se reforzó con la difusión del evolucionismo de Darwin.
Hacia mediados del siglo XIX también intervinieron los historicistas como Dilthey, Otto von Ranke, Benedetto Croce para señalar los determinismos históricos. El idealismo de Hegel, por su parte, introdujo en todo el pensamiento contemporáneo la idea de “historicidad” que se difundió en todas las disciplinas.. Ha sido este concepto el que permitió ampliar los horizontes de muchas teorías e investigaciones hasta nuestros días en que se reconocen la historicidad geológica, cosmológica, sociológica, psicológica y ecológica.
Todas estas teorías surgen mientras transcurre la Revolución Industrial. A fines del siglo XIX un grupo de ingenieros alemanes se puso a pensar sobre los impactos de las innovaciones técnicas destacando que constituían una nueva realidad capaz de alterar los términos de la evolución humana. Desde entonces comienza a reconocerse que las innovaciones tecnológicas constituyen una dimensión decisiva en la evolución de los últimos 200 años.
Trataremos de justificar el concepto de mutación bio-histórica-social pero sin olvidar que para muchos se trata de una evolución tecno-socio-cultural que explica los cambios que estamos viviendo. Al utilizar el término “mutación”, en analogía con lo que pasa en la teoría genética, queremos destacar que se producen rupturas, cambios que modifican la naturaleza de los procesos antropológicos, ecológicos y sociales. Retomamos el concepto de “historicidad” porque pensamos que estas mutaciones son inteligibles como nuevos contextos de la historización humana.
Destacamos lo biológico porque se modifican los entornos naturales, porque la especie humana ahora posee la capacidad para modificar los procesos