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Autorretrato de un idioma


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Puesto que desde la tradición de la competición lingüística internacional ya se abría el camino hacia la competencia entre lenguas de poder, en el primer punto del prólogo se asiste a una aglomeración de calificativos que ponen de manifiesto un ejercicio de modalización valorativa al servicio del marketing del español (grandeza, poder, hermosura, fecundidad, elegancia y pureza). En este sentido, como advierte Moreno Cabrera se recurre a «uno de los mitos fundamentales de la cultura occidental: el mito de la lengua perfecta».6 Este mito ha sido desmontado por la investigación lingüística, y en la actualidad se sabe que no puede ser el fundamento de la autoridad de las academias, que están por el contrario sustentadas por «los estamentos política, cultural y económicamente dominantes de las sociedades en las que ejercen su papel».7 Por tanto, en la exaltación de la grandeza de la lengua se encuentra de forma inherente una escala imaginaria de valores en la que las lenguas se podrían disponer en diferentes puntos, y dentro de la cual la lengua española ocuparía el lugar más alto.

      El punto 14 pone de relieve un paso más en la noción de pureza de la lengua y en el ejercicio de estratificación social a través del cuidado institucionalizado de la lengua. Cuando se trata de la selección del lemario, las restricciones puristas se ponen de manifiesto: «se han excusado también [sic] todas las palabras que significan desnudamente objeto indecente». Estos lemas fueron incorporándose progresivamente en las sucesivas ediciones del diccionario, pero normalmente con retraso con respecto a otros diccionarios y, desde luego, siempre aparecían junto con marcas como «malson.» o, en menor medida, «vulg.». Garriga Escribano ya señala que la reflexión sobre el uso y las formas de censurarlo viene desde los trabajos de Nebrija y Covarrubias, e incluso del Vocabolario degli Accademici della Crusca (1612), que se mostraban preocupados con la presencia y marcación de las voces en el diccionario. Este mismo investigador, al abordar en concreto la marca empleada por la RAE para la censura de los usos considerados vulgares, señala que los académicos identificaban estos usos como propios del «estilo vulgar», usos de la «gente vulgar», en definitiva, usos del «vulgo». Junto con la marca «vulgar», en autoridades también se censuraban usos populares con la marca «bajo». Entre estas formas no solo se encontraban las que designaban «desnudamente objeto indecente» y palabras tabú, sino otras vivas en zonas rurales o empleadas por grupos marginales.8 Se infiere de esto que los académicos establecieron sin titubeos niveles de hablantes, entre los que se distinguía un primer nivel de hablantes cultos y un segundo nivel conformado por «el vulgo». La cuestión es que de este modo se reforzó la capacidad de la lengua y, en especial, de su control institucional, para establecer hablantes de primera y de segunda clase, una idea que todavía no se ha superado y en la que descansa la afirmación generalmente asumida de que las personas que hablan una lengua deben someterse a los principios del estándar culto sobre los principios funcionales de la comunicación, incluso cuando eso puede suponer un esfuerzo. De este modo, las personas y colectivos que no han podido tener acceso a la educación o que por su adscripción diatópica presentan determinadas particularidades no estándar quedan al margen de los grupos de prestigio, constituyen parte del vulgo, del pueblo, y se categorizan como un grupo social marginal en función del uso de la lengua.

      Por último, el punto 24 avanza varias ideas que se repetirán hasta la saciedad en los prólogos venideros de las obras académicas:9 la dificultad que supone la empresa lexicográfica, la justificación de carencias y erratas y la identificación entre la glorificación de la lengua y de la nación, esto es, la lengua como símbolo de la fortaleza y unidad del imperio. La RAE se reviste a sí misma en este texto de un halo casi sagrado, pidiendo redención por sus posibles faltas con «la mas ingénua sinceridad» al tiempo que se exhibe como autora de una obra que roza lo enteramente perfecto. Como colofón, el texto recurre a la alusión de la «grandeza» de la obra emprendida, el diccionario, en los mismos términos que a su inicio remitía a la «grandeza» de la lengua española. Esto es, el prólogo se cierra en sí mismo de manera circular en la línea de vanagloria y exaltación general de la lengua y el diccionario, de manera que se convierte en la semilla del imaginario de prestigio tanto de una como del otro.

      1REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1726): «Prólogo», Diccionario de Autoridades. http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle.

      2Penny 2004: 295.

      3Del Valle 2015b: 20.

      4Hartmann y James 1998; Rodríguez Barcia 2016.

      5Lázaro Carreter 1972: 62.

      6Moreno Cabrera 2011: 157.

      7Moreno Cabrera 2011: 158.

      8Garriga Escribano 1994: 1.

      9Rodríguez Barcia 2013.

      8. «Para que los Indios aprendan el Castellano», del arzobispo Antonio de Lorenzana y Buitrón (1769)1

      En dos siglos, y medio de hecha la Conquista de este Reyno, (1) estamos aun llorando, y sintiendo, que como si fueramos el mismo esclareciedo Conquistador Hernan Cortés, necesitamos Intérpretes de la Lengua, e Idiomas de los Naturales, y aun en mas numero, que á el principio, pues con Gerónimo de Aguilar, y Doña Marina (2) entendió el Conquistador el Lenguaje de muchas Provincias desde Yucatan hasta México, y desde aqui hasta Goatemala, (3) y ahora en una sola Diocesis se han multiplicado de tal modo, que aun para confesar algun reo en las cárceles, podemos asegurar, que no se ha hallado Ministro Eclesiástico, ni Intérprete: En las Diocesis de la Puebla, y Oaxaca hay muchos, y muy diferentes Idiomas de los de la de México, (4) y siendo uno de los Decretos mas repetidos santa, y justamente en las Leyes de estos Reynos, y encargado á las dos Potestades, el que los Indios aprendan el Castellano, y Lengua propria de nuestro Soberano, en lugar de haberse adelantado, cada día parece se imposibilita mas la execucion.

      (1) Contando desde el arribo de Hernan Cortés a Vera Cruz están puntualmente cumplidos los dos siglos, y medio. Véase el Tomo de los dos primeros Concilios, y el de la Historia.

      (2) Doña Marina de Escobar con ellos dos se manejó Cortés en toda la Península de Yucatan, y en esta Nueva España, segun contestes afirman Torquemada, Solís, Herrera, y otro.

      (3)A Goatemala fue Pedro de Alvarado para la Conquista.

      (4) La razon es porque del Othomi corrompido se hizo el Mazahua, y así de otros, que han nacido con la barbaria de los Indios retirados á los Montes.

      No ha habido Nacion culta en el Mundo, que quando estendia sus Conquistas, no procurase hacer lo mismo con su Lengua: Los Griegos tuvieron por bárbaras las demás Naciones, que ignoraban la suya: Los Romanos, despues que vencieron a los Griegos, precisaron á estos a que admitiesen en su Lengua Latina, o de Lacio, Campaña de Roma, con tanto rigor, que no permitían entrar para negocio alguno en el Senado, á el que hablase de otra Lengua estraña.

      Luego que se hicieron los Romanos Señores de nuestra España, mandaron, que todos hablasen, y escribiesen en la Lengua Romana, ó Latina, y corrompida despues de la invasion de los Godos, quedó el Romance, ó Latin corrompido: (1) En la Toscana, y la Francia introduxeron igualmente el Latin, y aun después de tantos siglos se pueden llamar con razon la Toscana, y Francesa Dialectos de la Latina; (2) habiendo llegado esta á tanto grado de eminencia por la vasta Dominacion de los Romanos, que se ha hecho Lengua común en todas las Naciones, y en todos los Libros, que se quieren generalmente entender, como que el Latin ya es Lengua Madre de todos los Eruditos, tanto, y aun mas que la Griega lo era antiguamente; por lo que en Aragon, y Cataluña aun se conversaba en algunas Diocesis actuar en Latin todo quanto se ofrecia en los Tribunales Eclesiásticos, y por nuestro Soberano se ha reformado.

      (1) Vease á D. Antonio Covarrubias verbo Romance, y en quanto á las Colonias, y Municipios, que habia en España con los privilegios de Roma, derecho de sellar moneda, y con inscripción latina, Vease á el Sr. D. Antonio Agustin, y a el Rmo. P. Flores, de Monedas de España conocidas.

      (2) El Valenciano es la Lengua Lemosina, ó de Limoges en Francia, ya corrompida: El Catalan es Frances corrompido.

      Fueron tan grandes las raizes, que en España echó el Idioma