Michèle Petit

El arte de la lectura en tiempos de crisis


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llegar a esas situaciones extremas, la contribución de la lectura a la reconstrucción de uno mismo tras una desilusión amorosa, un duelo, una enfermedad, etc. –cualquier pérdida que afecte la representación de sí mismo y del sentido de la vida– es una experiencia común y ha sido descrita por numerosos escritores; para no ir más lejos, en una entrevista que encuentro la noche en que escribo estas líneas: habiendo perdido a su padre cuando era un bebé y luego a su madre a la edad de cinco años, Sergio Pitol cayó gravemente enfermo; ya no podía ir a la escuela, pero la casa donde su abuela lo había acogido estaba llena de libros: “Mi abuela leía sin parar. Y yo atrapaba todo lo que caía en mis manos.[…] A los doce años descubrí La guerra y la paz y cesó mi enfermedad. Siempre he estado convencido de que Tolstoi me salvó”.6

       Años de guerra, “años bibliotecas”

      … aun en pleno nomadismo, mis padres pudieron ofrecernos, a mi hermano y a mí, una normalidad estable.

      Esa normalidad fue la lectura.

      Cuando pienso en esos años, los veo atiborrados de libros. Son mis años-biblioteca. Y mis lecturas más emocionantes, ésas que hasta hoy vivo como mi epifanía de lectora, me fueron dadas justamente en los dos últimos años de la guerra, los años más duros. […]

       ¿Qué puede hacer la lectura en estos tiempos difíciles?

      En la actualidad puede decirse que el mundo entero es un “espacio en crisis”. En efecto, una crisis surge cuando, debido a cambios de carácter brusco –aunque hayan sido preparados con mucha anticipación–, o debido a una violencia continua y generalizada, los esquemas de regulación, tanto sociales como psíquicos, hasta entonces vigentes se vuelven inoperantes. La aceleración de las transformaciones, el aumento de la desigualdad, de las disparidades y el incremento de las migraciones, han alterado o hecho desaparecer los marcos en que se desarrollaba la vida, haciendo vulnerables a hombres, mujeres y niños, obviamente de manera muy variable según los recursos materiales, culturales y afectivos con que cuentan y el lugar en que viven.

      ¿Puede la lectura sostener a esas fuerzas de vida? ¿Qué esperar de ella sin ilusiones vanas,