Laura Chamorro

Qué carajo es emprender


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no puede estar todo bien, algo malo va a pasar. Fija. La ecuación es más o menos así:

      ESTOY VIVIENDO DE LO QUE ME GUSTA

      +

      DISFRUTO DE MIS AMIGOS

      +

      DE MI PAREJA Y MI FAMILIA

      =

      ALGO MALO VA A PASAR.

      Conclusión: ¡Listo! Seguro me muero.

      El julepe que julepea a todos los julepes.

      El miedo emprendedor, al que llamo julepe emprendedor, se aparece en, al menos, cuatro oportunidades a lo largo de la vida emprendedora.

      El primer julepe es cuando estás en ese trabajo que odiás, con esa gente que te gustaría que no te diga ni “buen día” cada mañana. Ojo, que también puede pasar que no lo odies, simplemente te aburrió, te quedó chico y eso que antes disfrutabas, ahora hace que cada domingo te llenés de angustia porque no querés volver a arrancar la semana en ese lugar. ¡Estuve ahí!

      Luego, el segundo julepe es cuando por fin te animás a dejar ese trabajo y decidís emprender, no sin antes tener que soportar a tus familiares y amigos decirte “cómo vas a dejar ese trabajo que es SEGURO para ir a probar suerte con eso”. También estuve ahí y sé que te guardaste más de un insulto y más de una lágrima para no pelear con esos opinadores seriales, que no tienen autoridad moral para juzgar sobre tu decisión, pues ellos tienen el trabajo que quieren tener o, quizás, solo el que pueden. A lo mejor, querrían hacer otra cosa pero no se animaron, hasta ahí llegó su valentía, lo cual no sería nada malo, si se mantuvieran en silencio en vez de opinar sobre tus decisiones.

      En este mismo sentido puede ocurrir que en vez de renunciar te hayan despedido y movido por mil variables, decidas apostar toda tu indemnización en un emprendimiento. ¡Claro! Esto es para los que ven el vaso medio lleno, para los que hacen limonada con los limones que le da la vida y para los que no les queda otra opción.

      El tercer tremendo julepe es cuando decís, LISTO, renuncié, estoy emprendiendo, ahora ya estoy en el baile, tengo que bailar, pero… ¡Oh sorpresa! No hay música, ni pista, ni compañero de baile. Estás solo con tu alma, gastando los últimos pesos que te quedaban. Hay días en los que llorás y te preguntás ¿POR QUÉ NO ESPERÉ UN POCO MÁS ANTES DE RENUNCIAR?, otros en los que te consolas diciendo cosas como “LA TRANQUILIDAD NO SE PAGA CON NADA”, pero te acordás de que el alquiler y las tarjetas de crédito sí se pagan con algo y ese algo es PLATA, esa que vos ya casi no tenés y, además, el mundo parece odiarte y nadie te compra ni te contrata. ¡Obvio!, también estuve ahí y el julepe latente de volver a estarlo algún día, a veces se asoma.

      El cuarto y último julepe del que voy a hablar en este libro es el de cuando, finalmente, después de que lloraste hasta quedarte sin aliento, le prendiste velas a santos que no sabias ni que existían, hiciste 200 cursos, gratuitos, pagos, a distancia, presenciales, telepáticos y todos los que encontrabas, después de que te endeudaste tanto que pensaste que ni el Chapulín Colorado iba a poder defenderte, ¡LO LOGRASTE!

      Todo camina según siempre quisiste, la plata ya no es un problema que te impida dormir, la angustia de no saber qué va a ser de vos al día siguiente, un día te levantaste y no la sentías. Pero… te llega otro miedo, otro tipo de julepe emprendedor, desbloqueaste un nuevo nivel de ansiedad y es el de: CRECER.

      Tenés que pensar cómo seguir, porque llegaste a tu techo, a tu límite posible y hay que barajar y dar de nuevo para crecer aún más o, al menos, lograr permanecer en ese estado, sin que nada se rompa ni se desmorone. Tal vez sea momento de sumar empleados, socios, volver a invertir, volver a aprender, ¿cómo ser ahora una pyme con alma emprendedora?

      Es ese instante en el que aprendiste a andar en bicicleta después de mil golpes y te dicen que van a sacarte una ruedita. ¡Te morís de miedo de seguir cayendo! Pero te seguís levantando y aprendiste a andar con una ruedita sola, haciendo equilibrio y te crees un millón, pero justo ahí vienen y te dicen, “HASTA ACÁ NOMÁS”. Ahora hay que sacar la otra ruedita. Tenés que volver a aprender a hacer equilibrio, aún con los moretones de los golpes anteriores, con la seguridad que lograste construir, pero con el mismo miedo de caerte y que esta vez no haya ninguna mano al lado para sostenerte y evitar el porrazo.

      ¿Para qué era que queríamos ser grandes?

      ¿Qué pensabas? ¿Qué el mayor temor era que te vaya mal? No, claro que no. Crecer siempre genera miedo y no siempre estás conforme con el resultado. Es como cuando te preguntan: “¿qué diría el niño que fuiste del adulto en que te convertiste?” Y tenés miedo de pensar esa respuesta. Porque, en definitiva, de chicos todos queríamos ser grandes y hoy, quizás, descubrimos que no era tan genial como creíamos.

      En este libro intentaré contarte mi camino, de modo tal que encuentres consuelo en tus días de oscuridad emprendedora. Claro que no tengo la fórmula del éxito, nadie la tiene. Tampoco soy heredera de una fortuna, por lo que acá quiero que veas cómo logré ser, al menos por ahora, uno de esos dos emprendimientos que sobreviven a esa estadística aterradora.

      Recorramos este sinuoso camino juntos y, quizás, cuando le saquen las rueditas a tu bicicleta, este libro sea de algún modo, esa mano que está ahí, a un costado del camino para evitar que te mates de un golpe, o al menos para amortiguar la caída o, tal vez, para ponerte una curita. Vas a sentir, por momentos, ganas de abrazar a ese jefe que tanto odiabas y no soltarlo nunca, pero te aseguro que al final del camino, no solo vas a estar preparado para enfrentar los julepes que se aparecen sino que, además, vas a tener herramientas. Ese es mi norte, ese es mi objetivo, que tengas a mano este libro para que leas todo lo que a mí me hubiese gustado que me dijesen cuando decidí emprender. Quizás, a veces, te rías, otras llores, otras me quieras y otras me odies, pero no te preocupes, a esta altura me banco todo eso y más, pues si los golpes de la vida te hacen cada vez más fuerte, hacé de cuenta que este libro está escrito por el mismísimo Increíble Hulk.

      Apaguen sus celulares. Agarren los pochoclos, que la función está por comenzar.

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      Parte 1

      En unos años seremos todos chinos o emprendedores

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      “Antes de ser un dragón, hay que sufrir como una hormiga”.

      Proverbio chino

      No es novedad que China es el país más poblado del mundo, ¿verdad? Bueno... tampoco creo que lo sea el hecho de que cada año que pasa, haya más emprendedores alrededor del mundo. Sin embargo, Argentina es uno de los países con menos emprendedores de Latinoamérica. En el top se encuentran Chile y Ecuador, seguidos de Brasil y México.

      Investigué muchísimo este asunto porque, a decir verdad y como argentina, creí que éramos uno de los países más emprendedores del mundo. Pues no.

      Pero vayamos un paso más allá. Al margen de si somos muchos o pocos, ¿por qué emprendemos? ¿Cuál es la razón?

      Cuando te ponés a leer acerca de los motivos que llevan a una persona a emprender, el tema de las crisis económicas y el desempleo son una constante. Sin embargo, como iremos viendo a lo largo de este libro, no alcanza solo con tener la necesidad de generar más dinero para emprender.

      Así que seguí buscando, porque no me parecía una razón suficiente. Una de las cosas que más me gustó leer fue el hecho de que a los seres humanos nos gusta sentirnos seguros y libres por partes iguales. Tener estabilidad