los Coloquios se describe a Dios como creador, bondadoso, pero irascible. Si a eso se le suma la idea ya presente en estas latitudes de dioses caprichosos a los que hay que contentar con sacrificios y ofrendas, esta idea queda reforzada en el inconsciente colectivo religioso. Es un Dios justiciero, aplacado por la intervención de la virgen María, dice José Luis Sicre.35 Por cierto, esta no es la única imagen de Dios discernible en círculos católicos, pero sin duda es una muy recurrente.
Esta imagen divina se suma a la de un Dios que en el juicio final pone en una balanza las obras buenas y malas, y sobre la base de lo que pese más, actúa en consecuencia. De esta manera, queda en el colectivo social una enraizada imagen de un Dios que no se satisface con el sacrificio de su Hijo Jesús. La obra de salvación necesita ser acompañada de otros actos meritorios. De esa cuenta, los desastres naturales o incluso las enfermedades o tragedias personales o colectivas se interpretan como castigos de Dios. Este Dios violento servirá como excusa tanto para defender poderes políticos como para cuestionarlos. Se le reconoce como un Dios creador, pero muchas veces lejano a las personas.
Esta imagen de Dios nos perseguirá por siglos. Aún en círculos evangélicos, como veremos más abajo, esta idea del Dios airado está tan profundamente enraizada en las culturas latinoamericanas que resulta difícil conquistarla y derrocarla, hacia una visión más bíblica del Dios de las Escrituras. Los oídos latinoamericanos están casi predispuestos a oír «ira de Dios» y automáticamente evocar esta idea. Por eso, en la evangelización, la obra misionera y el discipulado debemos prestar atención a qué ideas proyectamos y resaltamos, de manera que podamos mantener una imagen balanceada y bíblica. Sin duda, ha habido esfuerzos por alejarse de esta imagen, en especial en círculos de la renovación católica.
Imágenes en la teología de la liberación (católica y protestante)
La imagen del Dios airado también es discernible en las esferas de influencia de la teología de la liberación, tanto en ámbitos de pensamiento católico como protestante. En los círculos liberacionistas iniciales quizás esta imagen de un Dios airado y a veces violento se orienta hacia el sufrimiento de los oprimidos. Se solía describirlo como un Dios que quiere sacar a su pueblo de Egipto. Se diferencia de la imagen descrita en el apartado anterior en que este Dios no es caprichoso. Más bien, el sufrimiento de los desvalidos le duele. Él ha determinado una opción preferencial por los pobres, por lo mismo quiere actuar en liberación y ayuda de ellos, los crucificados de la historia. Con ese fin, primero envía a Jesucristo liberador. Sobre la base de ese sacrificio, guía al pueblo hacia la liberación. En algunos casos, incluso en los discursos, se articula a Dios apoyando las acciones más explícitas de liberación, como en la Colombia de Camilo Torres Restrepo de mediados de los sesenta o la Nicaragua de Ernesto Cardenal de fines de los setenta.36
Claro está, esa imagen ha cambiado bastante en los escritos y pensamiento de las y los teólogos de la liberación a lo largo de las décadas de reflexión y cambio del contexto latinoamericano.37 Las fuerzas opresivas siguen presentes, pero la preocupación teológica ha dibujado un Dios que también oye los gemidos de la tierra que sufre opresión, no solo las personas sino además la naturaleza espera la acción liberadora del Dios creador. En este sentido, la imagen de Dios que se dibuja más recurrentemente en círculos liberacionistas hoy es la de un Dios creador, cercano, que atiende al clamor que ha llegado hasta sus oídos. Este clamor no es solo de los pobres, sino de toda persona y comunidad marginada, mujeres, indígenas; y al mismo tiempo, es un Dios que mira el sufrimiento de su creación y espera que sus criaturas intervengan. De hecho, es un Dios que espera que los oprimidos tomen acciones concretas. En cierto sentido, es un Dios sesgado, que pareciera no acoger a los más favorecidos de la tierra.
Esta imagen es más balanceada que el Dios airado que mencionamos arriba, y que está presente en algunos segmentos del pensamiento católico latinoamericano. Sin embargo, se corre el riesgo de deformar al Dios que no solo escogió a los pobres, sino que anhela la salvación de todos los seres humanos. Es un Dios que acoge en su seno a todos los que le aman. Sin duda, es un Dios de esperanza pues él vindica a los justos y castiga a los impíos. Los oídos del Señor están atentos al clamor del que sufre y ejecuta su justicia hoy y al final de la historia. Él escogió a los pobres, pero no solo a ellos ofrece ser herederos del reino, sino también a todos los que lo aman. Por lo mismo, nos demanda amar a quien él ama y cuidar su jardín en donde nos puso como sus administradores.
Imágenes en la Fraternidad Teológica Latinoamericana (ftl)
El Dios que se dibuja en los círculos afiliados a la ftl más o menos presentan similitudes con la conceptualización anterior. También como se observa en la teología de la liberación, las imágenes de Dios y los énfasis han variado con los años. En general, se ve recurrentemente a un Dios creador que sufre con los afligidos. Es un Dios atento a socorrer a todo el ser humano, no solo interesado en rescatar sus almas de la condenación eterna. Es un Dios que busca la reconciliación no del individuo solo, sino de la persona en comunidad. Para las y los pensadores de la ftl, resultan centrales los roles tanto del Hijo como del Espíritu. Por un lado, el Señor Jesús es quien trae salvación integral, holística, pero al mismo tiempo, abre la puerta para que el pueblo de Dios pueda actuar para llevar esa liberación guiado por el poder transformador del Espíritu Santo. El actuar de Dios por medio de la humanidad redimida no es meramente político —aunque puede transformar el pensamiento y actuar en las esferas políticas—, sino redentor y salvífico. Dios tiene control de la historia y la avanza hacia su meta. De hecho, su reino se expande de maneras concretas en medio de la humanidad, y trasciende la iglesia, aunque esta es vocera y testimonio vivo de ese reino. Como dice James Gehman: «La iglesia es el instrumento de Dios para el cumplimiento de sus propósitos. La iglesia es el sacramento, la señal de la presencia de Dios en la historia», su misión es adoración, comunión, servicio y justicia.38
También se dibuja un Dios preocupado por su creación, que anhela redimirla y nos demanda a sus habitantes responsabilidad y cuidado de ella. En palabras de James Padilla DeBorst, se trata de un Dios interesado en el «equi-rollo», en el desarrollo con equidad, de toda la humanidad en armonía con la creación. El evangelio es shalom, Dios es un Dios que trae ese shalom a la sociedad por medio del actuar de su pueblo.39
En este pensamiento siempre subyace algún riesgo. Paradójicamente, se puede producir un desbalance hacia las preocupaciones sociales y ecológicas urgentes, de manera que se puede terminar dibujando a un Dios más preocupado por las cuestiones sociales, políticas y ecológicas, y que no le pone atención a la persona humana en su integralidad. El desafío está en desprender desde las Escrituras una imagen balanceada de Dios, el Dios creador.
Imágenes en el evangelicalismo tradicional
En el evangelicalismo tradicional latinoamericano, subsisten simultáneamente varias imágenes de Dios. Por un lado, como se menciona arriba, esa idea del Dios airado marca profundamente el pensamiento evangélico. Incluso, en medio de círculos más deterministas como los grupos calvinistas, a nivel popular persiste la idea de ese Dios airado que finalmente decide si da salvación a las personas sobre la base de su conducta en la vida. Es un Dios patrón, como lo llama Pablo Deiros, «con un carácter arbitrario y abusivo, se presenta como un ser justiciero, más inclinado al despliegue de su ira y enojo, que a gestos y acciones de misericordia y gracia».40 Esa imagen de Dios, ante desastres naturales y situaciones de pobreza o violencia, lleva a algunos creyentes a una vida resignada a los designios incomprensibles de Dios, a un «qué le vamos a hacer, Dios lo quiso así». Como me dijo una vez un tío, «es que a ustedes los evangélicos se les cae la pared y se sientan con los brazos cruzados diciendo, “esa fue la voluntad de Dios”».
Por otro lado, también se observa una imagen de Dios más preocupada por la salvación de las almas que de los cuerpos de las personas. Es un