final de los tiempos.
Coexistiendo con aquellas imágenes, cada vez más recurrentemente, se ve una imagen de Dios cuidadoso de todo el ser humano y del planeta. Al mismo tiempo, es un Dios más activo en la política contingente, que impulsa una voz profética de un pueblo evangélico que se agrada del neoliberalismo económico y se identifica con ciertos valores tradicionales de familia latinoamericana. Es un Dios que viste de pañuelos celestes, pero al mismo tiempo calla ante la aflicción del pobre y las injusticias laborales.
Gracias a Dios, no todo es malo. El Dios que se refleja en el evangelicalismo latinoamericano es un Dios cercano, en especial en tiempo de angustia. Es un Dios pronto a socorrer y proveer al necesitado. Es un Padre que no solo disciplina, sino por sobre todo ama, cuida y consuela. Es un Dios que predominantemente, a lo largo de la historia evangélica, se identifica con el pobre, la viuda, la persona sin estudios. En ese sentido, es un Dios que no discrimina, sino que empodera a sus hijos e hijas para vivir la vida cotidiana.
Imágenes en el neopentecostalismo
Al igual que en el resto del mundo evangélico, en el neopentecostalismo coexisten varias imágenes de Dios. Una conceptualización importante de Dios, también presente en el mundo pentecostal, es la de un Dios que cambia el curso de la realidad. Esta imagen es poderosa e impactante, pues rompe el fatalismo presente también en el evangelicalismo latinoamericano. Es un Dios que, en su amor y omnipotencia, obra ante la fe ferviente de sus hijos e hijas que claman en oración. Además, es un Dios que revela su voluntad a través del Espíritu Santo por medio de revelaciones, sueños y otros portentos.
Al mismo tiempo, una imagen que sobresale es la de un Dios subordinado al hombre. Es un Dios atado a las declaraciones y reclamos de líderes con poder espiritual. Es un Dios que está obligado a cumplir los deseos de personas, expresados en pronunciamientos positivos que desatan la realidad que declaran. Usualmente vinculado a esa imagen, aparece la idea de un Dios banquero que debe proveer financieramente del estándar económico consumista neoliberal de moda, principalmente a los líderes que él ha ungido con poder y, por lo tanto, cuentan con su unción.
Hay sensaciones contrapuestas al pensar en estas imágenes. Por un lado, la primera imagen mencionada aporta hacia un balance bíblico. El Dios sobrenatural sigue actuando en medio de su pueblo. Por lo tanto, debemos rescatarla en nuestra proclamación del Dios de las Escrituras. Sin embargo, por otro lado, el Dios subordinado al ser humano es una distorsión que causa daño. Es tan fuerte la presencia de esta idea a nivel popular que casi compite con la imagen del Dios airado dentro de esos mismos círculos.
Imágenes de la Coalición por el Evangelio
Si bien el movimiento conocido como Coalición por el Evangelio es relativamente nuevo en América Latina, su impacto mediático y literario es importante. En sus escritos se reflejan algunas de las imágenes de Dios ya observadas en otros movimientos evangélicos. Su fuerte énfasis en cuestiones soteriológicas hace que termine reduciéndose el contenido del evangelio a lo soteriológico en desmedro de otros énfasis que las Escrituras le dan al Evangelio.41 Así, el anuncio de la buena noticia acerca del reino de Dios que ha llegado se reduce a la salvación del individuo que quiera creer en Jesús como su salvador personal. Se dibuja así a un Dios más preocupado por la salvación del individuo que por la vida de la comunidad en la que esa persona vive. Es un Dios que habita solo en los corazones de los individuos que salva, en donde yace también su reino. De esta manera, el reino de Dios solo se extiende de corazón a corazón por medio de la proclamación y obra de los individuos que forman la iglesia, como dice Bryan Chapell.42
El Dios airado también está presente en ese mensaje evangelizador. De hecho, al tratar de justificar su poca preocupación por el pobre y marginado, en un apartado titulado «justicia y ministerio a los pobres», en su declaración inicial en La centralidad del evangelio, Don Carson y Timothy Keller miran la obra de Cristo en la cruz básicamente en términos de «aplacar la ira de Dios». De ahí, dirán que por eso deberíamos ser sensibles a los derechos de los pobres, los que «están en bancarrota económica», incluso «deberíamos estar dispuestos a dar de nuestros recursos a “los pobres que no lo merecen” ya que nosotros somos los pobres espirituales que no merecen recibir la misericordia gratuita de Dios»,43 pero nada mencionan en el libro sobre las causas que muchas veces generan esa pobreza estructural ni nuestra responsabilidad ante ello.
El exclusivismo de algunas aseveraciones de sus líderes ideológicos pareciera reflejar un Dios que se equivocó por quinientos años en América Latina, pero ahora ha entrado en razón y está enmendando su obra por medio de esta nueva evangelización neocalvinista. Por ejemplo, Miguel Núñez dice: «el movimiento de la Reforma pasó por alto a América Latina y eso explica por qué ahora, quinientos años después, nuestras naciones latinoamericanas están experimentando un avivamiento al entender las doctrinas de la gracia por primera vez».44 Peor aún, Donald Carson en el prólogo de Gracia sobre gracia: La nueva reforma en el mundo hispano (2015), pareciera desconocer América Latina al afirmar que «cuando algunas personas aplauden el crecimiento tan rápido del evangelicalismo en Latinoamérica, realmente no se han percatado de que tiene muy poco evangelio en su raíz». Ante semejante evaluación agrega: «No hay santificación sin el poder de la Palabra de Dios y, en mi opinión, el legado cristiano que ha entendido y proclamado este evangelio con mayor consistencia, construyendo iglesias que son moldeadas por las enseñanzas de las Escrituras, es el legado reformado».45 Por eso insisto, Dios no se ha equivocado.
Produce desazón mirar estas declaraciones y contrastarlas con el crecimiento del cristianismo que derivó el terremoto del 1976 en Guatemala, y en medio y a lo largo del conflicto armado que dejó una estela de miles de muertos; o el crecimiento del evangelicalismo durante los años de dictaduras militares tanto de derecha como de izquierda en Sudamérica y Centroamérica. Causan dolor estas frases cuando uno piensa en todas aquellas personas que desafiando la malaria, el dengue, selvas y montañas, llevaron la luz del evangelio y las Escrituras en los idiomas locales a muchos rincones. Nos consta el poder transformador de Dios Padre, quien por medio de su Espíritu ha obrado en la proclamación del evangelio de Jesucristo a lo largo y ancho del continente por tantas décadas. Por lo visto, el ímpetu de los deseos de impulsar el estudio y predicación profundos de las Escrituras y construir iglesias sanas, pero con una visión limitada del evangelio ha llevado a algunos de estos líderes de opinión a exagerar sus afirmaciones, proyectando con ello una imagen distorsionada de Dios. Dios no se ha equivocado. Él ha traído salvación y transformación desde mucho antes que estos nuevos vecinos llegaran al barrio.
Sin duda no todo es negativo. Varios asuntos positivos se rescatan de algunas de las imágenes de Dios que se presentan en los escritos de este movimiento. Dios es una persona cercana, deseosa de rescatar a los seres humanos de su condición de condenación eterna. Dios los ama y desea el arrepentimiento de las personas. Este énfasis trae algo de balance a una imagen cada vez más observada en América Latina de un Dios bonachón que de todos modos obrará en favor de la humanidad.
Conclusiones
Esta pequeña reflexión nos invita a ser conscientes de las imágenes de Dios que circulan en nuestras tierras y nos llama a contraponerlas con las Escrituras. De esa manera podemos proclamar una imagen más balanceada y cercana del Dios revelado en la Palabra de Dios. La imagen del Dios airado es la más recurrente, aunque compite con otras como las del Dios subordinado al ser humano, o la de un Dios sesgado políticamente. Cada una de ellas tiene su grado de popularidad, y afecta no solo la lectura e interpretación popular de las Escrituras; además son un filtro a través del cual se oye el mensaje y se interpretan las Escrituras. La función docente del liderazgo y el discipulado consciente buscará corregir estas distorsiones para traer libertad y balance en el pueblo de Dios.
También este es un llamado a la humildad, respeto y diálogo en el pueblo de Dios. Dios Padre no se equivocó con América