Armando Alducin

Dios y la existencia del mal


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de Naciones Unidas), la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico del Norte) o la Unión Europea, discutiendo si es ético o no invadir una nación, perseguir o no a los terroristas, sacar a un dictador de un país que está oprimiendo a su pueblo o dejar que siga gobernando. Toda la consultoría que existe alrededor de estos temas éticos y de carácter moral no incluye la opinión de la Biblia. Todas las decisiones y conclusiones que se han tomado ahora, como la de la famosa guerra de Iraq y otras guerras que han pasado, han llevado a los mismos cristianos a pensar y a actuar conforme a como el mundo piensa y actúa.

      Dios nos manda que seamos diferentes, que cambiemos nuestra manera de pensar y a no permitir que el mundo moldee nuestra filosofía. Cuando una idea viene a su mente, ésta da a luz una ideología; la ideología se convierte en una teoría, la teoría forma su filosofía, la filosofía forma su psicología y ésta determina su conducta. Para que se entienda mejor, somos el resultado de nuestras ideas.

      Si usted es ateo, es porque hay ideas que se formaron en su mente y usted aceptó, convirtiéndose en su ideología. Aceptó que Dios no existe y esa idea, ¿quién la sembró? Posiblemente un maestro en la secundaria o la preparatoria y eso lo amargó contra Dios.

      Todo esto generó una ideología en su vida; usted se convenció de que esa ideología era la realidad y la hizo parte de su filosofía; y ahora, está convencido de que Dios no existe. Como consecuencia, no tiene leyes morales para vivir ni una plataforma moral para siquiera exigirle a tu hijo que no fume marihuana. Algún día él se va a levantar y le va a preguntar: “Papá, ¿sobre qué base moral me prohíbes fumar marihuana cuando tú no tienes ninguna base moral para vivir? Para ti, fumar marihuana es malo, pero para mí es bueno. Déjame tener mi propia moral y mi propia manera de pensar”.

      Esta es la filosofía del “relativismo”, donde la verdad y la moral son subjetivas; usted tiene su verdad y yo la mía, pues no existe una verdad absoluta. Pero cuando no tenemos normas absolutas y ninguna plataforma moral, no tenemos la autoridad para decir qué es bueno y qué es malo. La única luz que nos puede alumbrar es la Biblia.

      Estas tinieblas tan densas que están cubriendo el mundo y que cada día se hacen más espesas a nuestro alrededor, cegarán cada vez más a la gente ignorante de la verdad. Por esta razón, “tenemos también la palabra profética más segura (la Biblia), a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19).

      La única luz que alumbra a la humanidad se encuentra en las Sagradas Escrituras. La única luz que el ser humano puede usar para saber qué está pasando en el mundo, de dónde venimos, quiénes somos, hacia dónde se dirige todo y quién tiene la razón, es la Biblia. Las respuestas no las tienen las religiones, los partidos políticos, el ateísmo, la Cienciología o los lamas, los científicos o los filósofos. ¡La única luz que existe en medio de tantas tinieblas es la Palabra Dios!

      Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Y a sus seguidores, les dijo: “Vosotros sois la luz del mundo… así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras…” (Mateo 5: 14-16). Y recordemos que mientras más alta sea la luz, más grande será su espectro de radiación y de iluminación.

      Usted no debe llegar a la escuela y negar ser cristiano; no debe esconder ni tener temor a sacar la Biblia, como si fuera un “cristiano de la secreta”. ¿Por qué habría de darle vergüenza decir que ha creído en el nombre del Hijo de Dios cuando Él no tuvo vergüenza de morir en nuestro lugar en una cruz para pagar por nuestros pecados?

      Dios está buscando una generación de cristianos valientes, que sean luminarias en medio de tanta oscuridad, filosofía e inmoralidad. ¿Estamos pues preparados para dar respuestas al mundo cibernético en el que vivimos? ¿Conocemos la Biblia para poder defender con mansedumbre, nuestra fe y esperanza? ¿Sabríamos realmente defender nuestra fe? ¿Podría usted debatir con un mormón o un Testigo de Jehová, un ateo, un lama o con una persona que cree en la Cienciología? ¿Podría usted llegar a su corazón con los argumentos de la Palabra de Dios y demostrarle que está equivocado?

      El 11 de septiembre del año 2001, 19 árabes jóvenes, todos menores de 25 años, secuestraron cuatro aviones comerciales y los convirtieron en misiles contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono. Otro avión más no pudo llegar a la Casa Blanca, pues fue desviado por algunos valientes pasajeros y cayó en terrenos del estado de Pennsylvania. Esto afectó a todas las naciones y la atención del mundo entero se centró en este ataque terrorista y todo cambió en una hora: Wall Street (la bolsa de valores), la forma de hacer política, los planes económicos y de inversión, las normas de seguridad internacional, etc.

      Todo el mundo observó aquel 11 de Septiembre la masacre terrorista más grande del siglo y quedó psicológicamente traumada, confundida y aterrorizada por la amenaza de que otro ataque similar pudiera repetirse. Después de estos ataques terroristas, la mayoría de las iglesias cristianas en Estados Unidos se llenaron de miles de personas que llegaban buscando consuelo, dirección, explicaciones y seguridad en Dios. Sin embargo, la devoción no duró mucho tiempo. Una vez que los acontecimientos pasaron, todo se enfrió y ellos también se enfriaron con Dios. La mayor parte de la gente que había estado en Nueva York y había buscado consuelo en iglesias cristianas, incluso aquellos cuyos familiares fueron asesinados en estos ataques terroristas, comenzaron a protestar cuando el gobierno americano comenzó a perseguir a los terroristas, diciendo: ¡No a la guerra contra Iraq!

      Los ateos comenzaron a propagar la mentira de que la guerra en Iraq no era para perseguir a los terroristas, sino para apoderarse del petróleo. Hasta hoy, los Estados Unidos no han tomado un solo barril de petróleo de Iraq, aun cuando en algún momento llegó a estar a US$150 el barril y así mismo el precio de la gasolina.

      Sin embargo, es una realidad que cualquier nación del mundo deba tomar acción militar contra cualquier amenaza terrorista, y esto implica perseguir a los terroristas hasta el fin del mundo, si es necesario.

      A continuación, analicemos las tragedias y la actitud que debemos adoptar ante ellas. También trataremos de responder el siguiente cuestionamiento:

      ¿Está Dios realmente en control del universo? Este interrogante da pie para que muchos ateos y enemigos de la cruz de Cristo puedan argumentar y discutir contra de la existencia de Dios. Ellos alegan que si Dios no está presente en las tragedias y no puede evitar la muerte de niños, las guerras e inundaciones, entonces, Él no puede ser un Dios de amor. ¿De dónde sacan esta conclusión? De las ideas que ellos mismos tienen de Dios.

      La Biblia es el único libro que revela el carácter de Dios. Cualquier argumento o supuesta revelación, cualquier otro libro que no tenga su origen en la Biblia, es una distorsión y perversión del carácter de Dios.

      Existen muchísimos libros que son una adulteración del carácter de Dios. La gente inventa cosas, como que los ángeles tienen alas, pero eso no es lo que dice la Biblia. Se habla de tres reyes magos, cuando en realidad eran astrónomos (ojo, no astrólogos). También dicen que el nombre de la virgen Maria era Guadalupe, Remedios, Macarena, Lourdes, de Zapopan, de Los Lagos, etc. Nada de eso, la virgen, la madre de Cristo, se llamaba María (o Miriam en el original griego). Todos esos otros nombres los han inventado los religiosos por desconocer la Biblia.

      La ignorancia de la Biblia lleva a creer las ideas que se leen en cualquier libro o revista y a formarse conceptos ajenos de la realidad. La ignorancia nunca nos permitirá conocer lo que Dios nos quiere decir en las Sagradas Escrituras.

      Cuando nos encontramos en medio de una tragedia, el impacto inicial siempre será seguido de muchas preguntas. Cuando escuchamos que un avión se cayó con 57 pasajeros, que dos torres fueron derribadas por aviones comerciales, que murieron más de 50,000 personas en una inundación o que en Turquía o en la China hubo un terremoto que sepultó bajo los escombros a miles de niños junto con sus madres, inmediatamente algo sucede en nuestra alma que nos conmueve.

      En las noticias que los medios masivos de comunicación dieron de la guerra de Iraq, el 85% de las imágenes que se presentaron son de menores