Armando Alducin

Dios y la existencia del mal


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Podemos hacer las cosas que nunca habíamos soñado, si creemos en lo que la Biblia nos enseña.

      La Biblia dice que “todas las cosas (no sólo las buenas, sino también las malas) en Él subsisten” (Colosenses 1:17). Él sostiene todo el universo con sus billones de galaxias, estrellas y planetas, los pajarillos, las plantas, los animales del campo, los peces de los ríos y los océanos, todos los asuntos de la historia, etc. ¡No hay nada que tome a Dios por sorpresa!

      Jamás podrá suceder que llegue el arcángel Miguel ante la presencia de Dios y le diga: “Señor, Señor. ¿No sabes que acaban de matar a un ser humano?”, y que Dios le responda: “Y, ¿por qué no me avisaron para impedirlo?” ¿Se imaginan a un Dios de esta clase?

      ¿Es Dios responsable del mal?

      Cuando nos damos cuenta que Dios está involucrado en todos los acontecimientos del universo, el segundo cuestionamiento que podemos responder es: ¿Es Dios responsable de lo que sucede? ¿Incluso del mal? De ninguna manera. Dios nunca llamará a una junta urgente o a un gabinete especial para discutir lo que sucede en el universo. La grandeza del poder y la sabiduría de Dios la podemos observar en estas palabras:

      “¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?” Isaías 40:12

      Esto quiere decir que todas las aguas de los océanos caben en el hueco de la mano de Dios. No significa que su mano sea gigantesca, sino que, en proporción, Dios podría ver todos los océanos en el hueco de su mano. Dice la Biblia que “con tres dedos juntó el polvo y pesó los montes”. En realidad no sabemos cuánto pesan el polvo o los montes; lo que dice la Biblia es que todos los pesos y medidas de todo lo que conforma la tierra, están calculados por Dios: “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado?” (Isaías 40:13).

      Cuando nos confrontarnos con este Dios, nos damos cuenta de que no nos podemos comparar con Él. Hay gente que dice: “Si yo fuera Dios, no permitiría esto o aquello. Yo actuaría mejor que El”. Pero, ¿cómo va a ser eso si nuestro cerebro es de tan sólo 60 watts y el de Dios es infinito en poder? ¡El problema es querer o pretender meter los millones de watts de Dios… ¡en los 60 watts del cerebro humano!

      A quienes quieren argumentar y desafiar a Dios o explicar todo con sus pensamientos, “¡se les funden los fusibles!” Como al gran filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, el héroe de Hitler, que escribió, “Dios está muerto”, cuando tenía 40 años quedó loco, se volvió homosexual y finalmente lo enterraron completamente desquiciado. Él murió, ¡pero Dios sigue vivo! Ese es el precio que paga la soberbia humana al retar a Dios, creyendo que somos más inteligentes que Él. Debemos ser humildes para que Él nos conteste y nos explique: ¿Qué sucede en el universo? ¿Por qué sucede lo que sucede?

      1

      Capítulo

      Dios y las Tragedias

      Hay un tema importante que da lugar a mucha controversia acerca del carácter de Dios y es que si Dios está al mando y control de todas las cosas, como lo afirma la Biblia, entonces, la pregunta relevante es: ¿Dios es responsable de las maldades y los males que suceden en el mundo?

      Vamos a abarcar poco a poco este tema y este cuestionamiento y a sorprendernos y maravillarnos de las respuestas que encontraremos en la Biblia, pues cuando tenemos preguntas como éstas, creemos que nadie las puede responder dada nuestra finita intelectualidad e inteligencia

      La Biblia nos dice que “Dios se esconde”, porque anhela que le busquemos. “Me buscaréis y me hallaréis,… buscadme y viviréis“ (Jeremías 29:13; Amós 5:4). Dios está esperando desarrollar nuestra capacidad mental a un límite inimaginable; nadie puede entender hasta dónde puede llegar el pensamiento humano con la ayuda del Espíritu Santo. Los sabios, de acuerdo al mundo, son los que tienen tres o cuatro doctorados, pero toda esa supuesta sabiduría y conocimiento tienen un límite. La ciencia y toda la sabiduría del mundo podrán jamás responder a estas tres preguntas:

      1. ¿De dónde venimos? (Origen).

      2. ¿Quiénes somos? (Identidad).

      3. ¿A dónde nos dirigimos? (Futuro).

      La Soberanía de Dios

      La sabiduría del mundo fue enloquecida y Dios desechó el entendimiento de los entendidos. El origen del universo, el origen de la vida, la razón de nuestra existencia, el futuro del mundo, hacia dónde se dirige la humanidad, etc., sólo Dios lo puede revelar y esta revelación se encuentra en las páginas de la Biblia. Para poder entender todos estos misterios, analizaremos en primer lugar, la soberanía de Dios.

      La Biblia nos enseña que Dios es soberano. Pero, ¿qué significa eso? Una persona soberana es la que no le da cuentas a nadie, ni pide consejo de lo que va a hacer. Un rey es soberano porque puede hacer su voluntad sin tomar en cuenta a sus consejeros. No gobierna una república, sino una monarquía y podrá hacer cosas sin que nadie le pida cuentas o le dé consejos. Por lo tanto, una persona soberana puede hacer lo que quiera. Si usted tiene un automóvil, usted es soberano sobre su vehículo. Si usted lo quiere rayar, lo raya; y si lo quiere mantener, lo mantiene. ¿Por qué? Porque es su auto, es su propiedad. Cuando Dios dice que Él es soberano de todas las cosas, quiere decir que no hay ninguna criatura del universo que pueda tener la capacidad de juzgar o evaluar sus acciones.

      “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” Isaías 40:13-14

      Desgraciadamente, la tendencia humana es colocar a Dios en el banquillo de los acusados y decirle: “Siéntate allí Dios, si yo fuera tú, no habría hecho esto ni aquello. Si tú eres un Dios de amor, ¿por qué hiciste esto?” Cuando el hombre cree que tiene más sabiduría y que puede comprender las acciones y los pensamientos de Dios, es cuando se ensoberbece. Es lo que la Biblia conoce y revela como “la soberbia humana”.

      La soberbia humana es creer que nosotros tenemos las respuestas de todo y pensar que si fuéramos Dios… ¡no habríamos permitido el mal! Muchos ateos preguntan: “¿Por qué si Dios es todopoderoso no mata al diablo?” La falta de respuestas a estos cuestionamientos amargó a muchas personas y a otras las enloqueció. ¿Por qué? Porque en su limitada inteligencia quieren tener respuestas que sólo pueden venir del cielo. ¡Nosotros no las tenemos!

      Usted tiene un foco 60 watts y el de Dios es infinito; usted nunca podrá tener 61 watts, porque el filamento de su foco fue diseñado para soportar sólo una carga de 60 watts. Si usted quiere soportar y entender más cosas que sobrepasan su capacidad intelectual… ¡Acabará loco!

      Para no enloquecer y tener la posibilidad de expandir su capacidad intelectual, usted necesita invitar a Cristo a entrar a su vida como su Dios y Salvador. Jesús dijo: “Te alabo Padre porque estas cosas las escondiste de los sabios y entendidos y se las revelaste a los niños” (Mateo 11:25); y el apóstol Pablo escribió: “Más nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16).

      Permita al Espíritu Santo entrar a su vida y tenga la paciencia de educar y disciplinar su mente estudiando la Palabra de Dios en oración y con un espíritu quebrantado. De esta manera, Dios le guiará a las fuentes de la verdadera sabiduría y del conocimiento espiritual.

      Uno de los pasajes más profundos de la Biblia en el que Dios revela que todas las cosas que suceden en el Universo, tanto las buenas como las malas, suceden dentro del marco de su voluntad, es Efesios 1:11: “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”. Todas las cosas que Dios ha creado y permitido que sucedan, han sido por su voluntad y cuando nosotros estamos dentro de Su voluntad, comenzamos a descubrir que “todas las cosas nos ayudan a bien”.

      Hace dos mil años, el Hijo de Dios, Jesucristo, colgaba de una cruz. En ese momento, cuando los discípulos,