litoral.[98]
A mediados de noviembre, el encargado de negocios de España en Brasil informa al duque de San Carlos –sin saber que ya lo ha reemplazado en el cargo Pedro Cevallos– que su legación ha recibido una misiva en que Otorgués pide asistencia, explicita que ha enarbolado la bandera española y “dice reconocer a nuestro rey”. Le anuncia también que, por intermedio de lord Strangford, tuvo noticia de la próxima misión del gobierno de Buenos Aires a Madrid con escala en Río de Janeiro. A modo de conclusión, opina “qué gran partido pudiera sacarse ahora si llegase la expedición”.[99] Villalba especula con la división del bloque revolucionario y da por sentado que la empresa militar que se prepara en la Península arribará pronto al Río de la Plata; en ese contexto, cree conveniente auxiliar a Artigas para que no sea derrotado por Buenos Aires.[100] Su estrategia cobra mayor fuerza cuando se entera de que el gobierno portugués les negó a los artiguistas las fuerzas solicitadas, bajo el argumento de que con esa ayuda quebraría el armisticio firmado en 1812 con Buenos Aires, y le anuncia a su gobierno que prevendrá a Otorgués para que “en ciertos puntos tenga dos mil o tres mil caballos, y una porción de ganado para que todo pueda servir para la expedición de tropas luego que desembarque en estas provincias del Río de la Plata”.[101]
En el transcurso de estas tratativas, Portugal despliega una estrategia silenciosa que nadie acierta a descifrar. Strangford sabe que se han enviado tropas de Río Grande a la frontera, con el justificativo de tomar medidas de precaución, y anuncia a su gabinete que seguirá sus instrucciones de hacer “todo lo posible para evitar que este gobierno renueve sus mal pensadas tentativas de intervenir en los asuntos de los hispanoamericanos”.[102] El embajador británico amenaza al ministro Aguiar y le advierte que, ante cualquier provocación de Río de Janeiro a Buenos Aires que suscite una declaración de guerra, “la Corte de Londres se vería eximida del tratado de alianza” que la une a los Braganza.[103] Strangford sospecha que el gabinete portugués pueda incitar el inicio de hostilidades con el objeto de “proporcionar pretextos a su soberano para diferir su retorno” a la metrópoli.[104] La sospecha de Strangford está en línea con la incógnita que albergan todos los representantes diplomáticos: cuáles son las intenciones del príncipe regente sobre el futuro inmediato de su monarquía. Luego de la derrota de Bonaparte, los Braganza ya no tienen excusas para demorar su regreso al Viejo Mundo. Los portugueses que han quedado en la estrecha franja territorial europea del imperio anhelan recuperar su anterior estatus de centro metropolitano, propósito que apoya –y sobre el cual presiona– la diplomacia británica. Pero João de Braganza no da señales de querer abandonar su sede tropical, al menos por el momento. No solo eso: aunque temeroso ante los avances de los revolucionarios, se muestra fortalecido y no se siente obligado hacia ninguno de los contendientes.
Al finalizar 1814, las intrigas de los agentes apostados en los diversos escenarios transatlánticos expresan diferentes opciones. Intrigas que, en esta trama, asumen su doble significado: el atinente a una acción o plan concertado para obtener beneficios o generar perjuicios a un contrincante, y el alusivo al particular interés y misterio que algún fenómeno despierta e incita a descubrir sus derivas. Los actores están a la espera de las decisiones que van a tomar los protagonistas de la contienda. ¿España y Portugal llegarán a un acuerdo en sus tratativas para una coalición militar en América? ¿Inglaterra decidirá participar o buscará imponer su rol de juez y árbitro? ¿Artiguistas y porteños superarán sus diferencias para defender la gesta revolucionaria contra la amenaza de la gran expedición?
[29] Charles-Maurice de Talleyrand a Napoleón Bonaparte, 31/5/1814, cit. en Miguel Artola, La España de Fernando VII, Madrid, Espasa, 2008, p. 102.
[30] Los acontecimientos narrados en este apartado fueron reconstruidos por innumerables obras historiográficas. Para tener una versión reciente sobre el momento y el reinado de Fernando VII, véase Emilio La Parra López, Fernando VII. Un rey deseado y detestado, Barcelona, Tusquets, 2018.
[31] Véase un análisis detallado de las reacciones en el camino de regreso a Madrid de Fernando VII en Pedro Rújula, “Una monarchia populista? Potere assoluto e ricorso al popolo nella restaurazione spagnola di Ferdinando VII”, Memoria e ricerca. Rivista di Storia Contemporanea, nº 62, 2019, pp. 421-436.
[32] Los términos “insurgencia” e “insurgentes”, como sinónimo de sublevación contra la autoridad, son utilizados aquí, y en las siguientes páginas, en los casos referidos por los sectores contrarrevolucionarios.
[33] Archivo General de Indias, Sevilla (en adelante, AGI), Buenos Aires, 318.
[34] Las expresiones “Costa Firme” y “Tierra Firme” (utilizadas indistintamente en la documentación) designaban la realidad geográfica que abarcaba la Capitanía General de Venezuela y el Nuevo Reino de Granada.
[35] AGI, Caracas 28, nº 2.
[36] Véase Miguel Ángel de Marco, José María de Salazar y la Marina contrarrevolucionaria en el Plata, Buenos Aires, Armada Argentina, 2000.
[37] Gonzalo Butrón Prida, “Redefinir rey y soberanía. El retorno de Fernando VII y la agonía del liberalismo”, Pasado y Memoria Revista de Historia Contemporánea, nº 13, 2014, p. 65.
[38] Véase el dosier coordinado por Pedro Rújula, “Recomponer el mundo”, cit.
[39] Emilio La Parra López, “La Restauración de Fernando VII en 1814”, Historia Constitucional, nº 15, 2014, pp. 205-222.
[40] Véase al respecto Miguel Artola, La España, ob. cit.
[41] Pedro Rújula, “El mito contrarrevolucionario de la ‘Restauración’”, Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, nº 13, 2014, p. 81.
[42] Véanse Roberto Breña, El primer liberalismo español y los procesos de emancipación de América, 1808-1824, México, El Colegio de México, 2006; Juan Friede, La otra verdad. La independencia americana vista por los españoles, Bogotá, Tercer Mundo, 1972; Timothy E. Anna, España y la independencia de América, México, FCE, 1986.
[43] Véase Eduardo Martiré, Fernando VII y la América revolucionaria (1814-1833). “Extranjeros en su tierra”, Córdoba, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales UNC, 2015, pp. 96-99.
[44] Juan Marchena, “¿Obedientes al rey y desleales a sus ideas? Los liberales españoles ante la ‘reconquista’ de América durante el primer absolutismo de Fernando VII, 1814-1820”, en Juan Marchena y Manuel Chust (eds.), Por la fuerza de las armas. Ejército e independencias en Iberoamérica, Universidad Jaume I, Castellón, 2008; del mismo autor, “El juego de los tronos, 1815. Morillo y la deseada guerra del rey”, en Rodrigo García Estrada y Juan Felipe Córdoba-Restrepo (eds.), 1816: El terror y la sangre sublime, Bogotá, Universidad del Rosario, 2016, pp. 33-55.
[45] Michael Costeloe, La respuesta a la Independencia. La España