Teresa Torralva

Saber acompañar


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La evaluación del paciente

      3. La entrevista con un familiar o allegado

      4. La realización de estudios complementarios

      5. La planificación de un tratamiento

      ▶ La regla de oro es primero descartar cuadros clínicos o efectos adversos de la medicación u otras sustancias (por ejemplo, alcohol) que estén causando los síntomas anímicos, cognitivos y/o conductuales.

      ▶ La consulta termina con un diagnóstico presuntivo y un plan de tratamiento consensuado con el paciente y sus familiares o seres queridos. Para esto, se deberá tener en cuenta también la situación social de la persona que consulta en ese momento en particular.

      BIBLIOGRAFÍA

      — Aranco, N., Stampini, M., Ibarrarán, P. & Medellín, N. (2018). Panorama de envejecimiento y dependencia en América Latina y el Caribe. Banco Interamericano de Desarrollo. DOI: https://doi.org/10.18235/0000984

      — Han, J. H. & Suyama, J. (2018). Delirium and Dementia. Clinics in Geriatric Medicine, 34(3), 327-354. DOI: https://doi.org/10.1016/j.cger.2018.05.001

      — Marietán, H. (2005). Semiología psiquiátrica, pp. 34-35. Buenos Aires: Ed. Ananké.

      — Ritchie, H. & Roser, M. (2019). Age Structure. Our world in data. Recuperado de https://ourworldindata.org/agestructur

      — Staffaroni, A. M., Elahi, F. M., McDermott, D., Marton, K., Karageorgiou, E., Sacco, S. & Geschwind, M. D. (2017). Neuroimaging in Dementia. Seminars in Neurology, 37(5), 510-537.

      — Wang, Z. & Dong, B. (2018). Screening for cognitive impairment in geriatrics. Clinics in Geriatric Medicine, 34(4), 515-536.

      — World Health Organization (2015). Mental health of older adults. Recuperado de https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-of-older-adults

      

       El proceso de evaluación lo vivimos de una manera particular, porque mi hijo, Tomás, asiste a diferentes terapias desde que nació. Cada vez que empezamos una nueva terapia, cada encuentro con un nuevo profesional, es una experiencia fuerte. Más allá de que ya lo hemos transitado y vivido junto a él desde su nacimiento, siempre afloran las emociones.

       Hacer una evaluación implica un esfuerzo grande por parte de él y también de nosotros como familia, porque hay un profesional que nos está conociendo; entonces el vínculo con esa persona es sumamente importante. En nuestro caso, hemos transitado por diferentes etapas. Al principio, la esperanza o lo que esperábamos de las evaluaciones estaba relacionado con la sobrevida. A medida que Tomás fue creciendo y demostrándonos que podíamos pedirle más, asistíamos a cada evaluación con más esperanza, más expectativas y con diferentes sabores y sinsabores.

       Durante el proceso de evaluación, una como madre va tomando diferentes herramientas para relacionarse de manera más apropiada con su hijo. El primer sentimiento que aparece es la incertidumbre, la necesidad de conocer qué tiene para decirte el profesional de tu hijo, qué nueva herramienta le puede brindar, qué posibilidad de una mejor calidad de vida nos puede ofrecer. Después de ese primer momento, aparece de manera inevitable la angustia frente a los resultados. En nuestro caso nunca tuvimos una evaluación que nos dé totalmente bien, siempre surgían cosas para trabajar. Y seguido de la angustia, viene siempre el sentimiento de la esperanza, de que eso que te están proponiendo como tratamiento puede mejorar su calidad de vida y brindarle más posibilidades y más herramientas para el futuro. Y en definitiva es eso lo que uno como padre intenta: dejarle más herramientas para que pueda desenvolverse mejor en el futuro.

      —Carolina, madre.

      Capítulo 6

      La evaluación

       neuropsicológica

      María Roca Neuropsicóloga

      Juana tiene 72 años y concurre a la consulta para realizarse una evaluación neuropsicológica. Fue derivada por su médico neurólogo por presentar falta de memoria, que a su parecer excede la esperable para su edad. Quiere hacerse este estudio y sacarse la duda.

       Martín, de 53 años, decidió realizarse una evaluación neuropsicológica para conocer su nivel atencional general. El motivo que lo trajo fue que sus hijos le han referido en varias ocasiones que no presta la suficiente atención cuando se le habla, pierde objetos y siempre deja todo para último momento. No han sido los únicos en hacérselo notar, sus amigos también se lo habían dicho en reiteradas oportunidades.

       Fabiana tiene 15 años y sufrió un traumatismo de cráneo hace 4 años. Su recuperación fue muy exitosa a nivel motor, ya que recuperó casi en su totalidad los movimientos de su mano, brazo y pierna derecha. Sin embargo, su familia dice que presenta dificultades en la organización, planificación y ejecución de actividades y tareas. Además, notan cambios en su conducta y en sus emociones. Está irritable y levemente agresiva. Ya no se relaciona con la gente como lo hacía antes. La llevan a la consulta derivada por su psiquiatra, con el fin de determinar si sus cambios cognitivos, conductuales y emocionales son los esperables para una adolescente de su edad.

      La evaluación neuropsicológica es un estudio complementario cuyo objetivo principal es obtener una descripción del funcionamiento cognitivo y conductual de una persona. A diferencia de otras evaluaciones en psicología, esta se focaliza más en los procesos mentales de las personas –como la atención, la memoria y el lenguaje–, que en los contenidos de la mente.

      También recibe el nombre de evaluación cognitiva, evaluación de las funciones intelectuales o evaluación de las funciones mentales superiores. Todos estos términos hacen referencia a la valoración de las funciones cognitivas, que son las operaciones mentales superiores, e incluyen: la atención, las funciones ejecutivas, la memoria, el lenguaje y las habilidades visuoconstructivas, entre otras. Dichas funciones pueden verse afectadas por diversas enfermedades neurológicas y psiquiátricas, por lo que no es extraño que en los procesos de diagnóstico o tratamiento de estas enfermedades se solicite este estudio.

      La evaluación neuropsicológica es llevada a cabo por profesionales especializados en neuropsicología. En general la realizan psicólogos, aunque también pueden hacerla psicopedagogos, fonoaudiólogos o terapeutas ocupacionales con formación en el área. Su duración varía según las instituciones y los profesionales. Puede realizarse en un solo encuentro de unas dos horas aproximadamente o en una serie de encuentros más breves.

      ¿QUÉ FUNCIONES COGNITIVAS SE EVALÚAN?

      Las funciones cognitivas a evaluarse van a depender de cada paciente en particular. Pero en la gran mayoría de los casos se analizan las funciones intelectuales, que son las más afectadas en personas con síntomas neurológicos o psiquiátricos. Estas suelen incluir: la atención, las funciones ejecutivas, la memoria, el lenguaje, las habilidades visuoconstructivas y la orientación temporal y espacial.

      Veamos cada una en detalle:

      La atención es la capacidad