el 15 % del total de adultos mayores en la región, llegando a alcanzar el 26 % en el 2050. Para graficar el impacto de este aumento, podemos ver que en países como Chile, el peso de los mayores de 80 años sobre la población adulta mayor llegará incluso a superar el 30 % en los próximos 30 años.
Por otra parte, se calcula que al menos el 15 % de las personas mayores de 65 años padecen algún trastorno en su salud mental. La depresión y la enfermedad de Alzheimer son las enfermedades más prevalentes en esta población. La combinación del aumento exponencial del número de personas envejecidas y su mayor predisposición a sufrir problemas de salud mental convierten a esta área de la medicina en una prioridad sanitaria. Por eso es tan importante romper con el mito de que cuando las personas envejecen es normal o esperable que tengan problemas de memoria, estén confundidas, deprimidas o ansiosas. Este mito y el estigma asociado a las enfermedades mentales impiden la consulta a tiempo con un profesional de la salud que pueda realizar un diagnóstico y tratamiento adecuados para mejorar la calidad de vida de esa persona y su familia.
EL ENVEJECIMIENTO PATOLÓGICO
Lo primero que hay que tener en claro es que el envejecimiento normal no está acompañado de cambios en la conducta, el ánimo o el funcionamiento cognitivo de las personas mayores, es decir, no produce una alteración significativa en su capacidad de desarrollar las actividades de la vida diaria. Cuando algo de esto ocurre, estamos en el terreno del envejecimiento patológico, es decir, asociado a alguna enfermedad que debería estudiarse, diagnosticarse y tratarse.
Vamos a ejemplificarlo con dos motivos de consulta frecuentes:
Caso 1: Alejandro tiene 73 años de edad y es llevado por su hija a la consulta. Alejandro no refiere ningún problema de salud, solo hipertensión desde hace mucho tiempo y la controla con medicación. La interesada en consultar es su hija, quien reconoce que en el último año su padre comenzó a tener dificultades para recordar hechos recientes (distintas conversaciones y repite las mismas preguntas todo el tiempo). También ha presentado un episodio de desorientación a tres calles de su casa, cuando no supo cómo volver. Por otro lado, está preocupada porque recientemente ha descubierto que su padre lleva varios meses sin pagar las expensas de su edificio, situación que él niega.
Caso 2: Adriana tiene 68 años y concurre sola a la consulta. Fue derivada por su médico clínico a quien le había consultado por dolores de abdomen reiterados, desgano intenso y falta de energía. Luego de realizar algunos estudios, el clínico le sugirió ver a un psiquiatra. Durante la consulta, Adriana menciona que ha perdido la capacidad de disfrutar actividades que antes le resultaban placenteras, tiene dificultades para conciliar el sueño, pensamientos negativos y de culpa recurrentes por una decisión laboral, pérdida de apetito y descenso de peso en los últimos dos meses.
El caso 1 corresponde a una persona que presenta cambios cognitivos y el caso 2, a alguien que presenta cambios anímicos que impactan en la manera de realizar sus actividades diarias. Lo importante es que en ambos casos lo que motiva a la consulta con un profesional es un cambio en la conducta, el ánimo o el funcionamiento cognitivo, que fue observado por la misma persona mayor o sus familiares o allegados. Alejandro y Adriana van a pasar por las mismas etapas para llegar a su diagnóstico y tratamiento.
Hay distintos profesionales especializados para atender a personas mayores con este tipo de síntomas: cambios cognitivos, psicológicos y de conducta. Tanto un médico de familia, un médico clínico, un geriatra, un psiquiatra o un neurólogo pueden realizar el diagnóstico adecuado o derivar al especialista correspondiente.
LA CONSULTA MÉDICA DEL ADULTO MAYOR CON CAMBIOS COGNITIVOS, PSICOLÓGICOS O CONDUCTUALES
La consulta médica se define como el encuentro entre la persona y el médico con el objetivo de evaluar su estado de salud y llegar a un diagnóstico adecuado para poder implementar el mejor tratamiento posible. Esta consulta consta de cinco etapas, durante las cuales el médico utilizará diferentes elementos para poder acercarse a un diagnóstico:
1. La entrevista al paciente
El médico le realizará una serie de preguntas a la persona mayor con el fin de conocer el motivo que llevó a la consulta y sus antecedentes. En esta instancia el elemento más importante con el que cuenta el especialista es la información que el paciente le brinda.
Preguntas como: ¿Por qué motivo vino a la consulta? ¿Por qué consulta en este momento y no en otro? ¿Cómo fue la historia de los síntomas actuales? ¿Cómo y cuándo empezaron? ¿Cómo fueron evolucionando los síntomas a través del tiempo desde su inicio?
En relación a poder describir síntomas, en los adultos mayores son más frecuentes algunas enfermedades que se manifiestan con cierto grado de anosognosia. La anosognosia es un síntoma que se refiere a la falta de conciencia de tener alguna enfermedad o discapacidad, y se debe a una alteración cerebral, no a un mecanismo psicológico de defensa. Uno de los ejemplos más frecuentes de anosognosia lo vemos en la enfermedad de Alzheimer, cuando los pacientes que la padecen niegan cualquier tipo de problema de memoria. Obviamente, esto va a implicar frecuentes discrepancias entre lo que reconoce y refiere la persona con esa enfermedad, y lo que evalúa el médico o informa el familiar. Esto se ejemplifica en el motivo de consulta de Alejandro, en el caso 1. Por lo tanto, cuando los pacientes son personas mayores es muy importante la información que aporte la familia o los allegados para poder llegar a un diagnóstico adecuado.
Durante la entrevista, el médico también se interesará por los antecedentes médicos relevantes de la persona. Le preguntará sobre los antecedentes de otros síntomas o enfermedades psiquiátricas que haya tenido a lo largo de su vida, antecedentes clínicos, quirúrgicos o tóxicos (como, el alcohol) y antecedentes familiares de diferentes tipos de enfermedades. También realizará un listado detallado de los medicamentos que está tomando la persona mayor, para valorar la posibilidad de que el paciente esté experimentando síntomas relacionados con los efectos adversos de ciertos fármacos. En los adultos mayores, estos puntos son de vital importancia. Por un lado, porque a medida que aumenta la edad, aumenta el riesgo de que la persona presente la asociación de varias enfermedades a la vez (lo que se conoce como multimorbilidad) y esto a su vez incrementa la posibilidad de que el paciente tome varios medicamentos juntos (lo que se conoce como polimedicación). Ambas situaciones se pueden relacionar por ejemplo con la aparición de cuadros anímicos, como la depresión que tenía Adriana en el caso 2. Un cuadro depresivo puede aparecer con más frecuencia en personas que tuvieron un infarto cardíaco o un accidente cerebrovascular, o que están bajo tratamiento con algún medicamento en particular que genere depresión como efecto adverso.
Otros datos que necesitará el médico son los que tienen que ver con la historia personal del adulto mayor (su desempeño escolar o académico en la niñez y adolescencia, su historia laboral, sus características de personalidad, sus amigos, sus redes de contención, etc.). Y aquí llegamos a un punto en donde suele haber dificultades, ya que la mayoría de las veces, el único informante de la historia vital del adulto mayor suele ser la misma persona que consulta. Para complejizar aún más esta situación, sabemos que todas nuestras memorias y recuerdos se van modificando permanentemente. Todo esto vuelve a enfatizar la importancia de poder entrevistar a un familiar o allegado del paciente, para obtener la mayor cantidad de información e intentar disminuir los sesgos en la información recopilada.
2. La evaluación del paciente
Es esencial conocer el estado cognitivo y funcional de las personas mayores. Con la edad se incrementa la posibilidad de que aparezcan enfermedades que causen deterioro cognitivo y afecten significativamente el funcionamiento de las personas, y por lo tanto, también su capacidad para desarrollar las actividades de su vida diaria. Por lo tanto, durante la consulta, el médico realizará una serie de evaluaciones para valorar el estado de las funciones cognitivas (la memoria, la atención, el lenguaje, las funciones ejecutivas y las habilidades visuoespaciales). Este tipo de evaluaciones se conocen