PARA LLEGAR AL DIAGNÓSTICO
El proceso para realizar un diagnóstico adecuado se debe adaptar a cada situación y persona particular, pero idealmente incluye los siguientes pasos:
1. Primera entrevista con el paciente y familiar o allegado
Al finalizar la entrevista el especialista debería poder comprender qué fue lo que motivó la consulta, cuánto hace que empezó el problema, cómo se modificaron los síntomas a lo largo del tiempo y cómo impactan en la calidad de vida de la persona. También, debe conocer qué antecedentes de problemas psiquiátricos y neurológicos tiene el paciente y sus familiares, dado que hay muchas enfermedades mentales que tienen un alto componente hereditario.
Se consideran otros antecedentes médicos de relevancia, como enfermedades clínicas, traumatismos de cráneo y tratamientos que recibe. Este último punto, con frecuencia olvidado, es fundamental ya que algunos síntomas podrían ser efectos adversos farmacológicos. También el profesional recaba información acerca del desempeño académico y laboral del paciente, de la forma en que se relaciona con otras personas y sobre los factores ambientales que podrían relacionarse con la enfermedad. Es importante resaltar que una evaluación, para ser completa, debe incluir la entrevista a un familiar o allegado del paciente, ya que muchas personas no recuerdan o no son conscientes de algunos síntomas o antecedentes de relevancia. En algunos cuadros, como el trastorno bipolar, entrevistar a un tercero aumenta al doble las chances de llegar a un diagnóstico correcto. Muchas veces, para arribar a toda la información antes mencionada es necesaria más de una entrevista.
2. Solicitud de exámenes complementarios
Existen estudios muy importantes para el diagnóstico de algunas enfermedades neuropsiquiátricas, como el electroencefalograma en epilepsias (permite detectar si hay actividad eléctrica anormal en el cerebro) o imágenes de cerebro mediante la tomografía computarizada y la resonancia magnética (por ejemplo, en el accidente cerebrovascular permiten visualizar la existencia, la ubicación y el tamaño de la lesión). Sin embargo, en la mayoría de las enfermedades mentales no existen estudios que permitan hacer un diagnóstico, sino que se usan para descartar otras patologías que generan síntomas psiquiátricos y neurológicos en forma secundaria. Un ejemplo frecuente son los problemas tiroideos: cuando no están controlados generan síntomas depresivos o ansiosos que se resuelven al normalizar el funcionamiento de la tiroides.
También es recomendable solicitar análisis de laboratorio para determinar variables que podrían verse afectadas con el uso de psicofármacos, como indicadores de funcionamiento hepático, renal, colesterol y glucosa.
Por último, los psiquiatras o neurólogos suelen ser los referentes médicos de muchos pacientes, y deben tener conocimiento de la salud global de la persona. Además de un análisis de sangre y orina, para descartar síntomas psiquiátricos secundarios, muchas veces es necesario solicitar imágenes de cerebro, especialmente una resonancia magnética.
Según la sospecha diagnóstica, teniendo en cuenta los recursos técnicos disponibles y siempre pensando en diseñar el mejor tratamiento posible, a veces es necesario solicitar otros estudios, como: polisomnografía (un estudio de sueño), evaluaciones psiquiátricas sistematizadas, evaluaciones de personalidad, diferentes evaluaciones cognitivas, de terapia ocupacional, de lenguaje, etc.
3. Entrevista final o de devolución
La entrevista de devolución es un momento muy importante porque se discuten con el paciente, y si es necesario con su familia, los resultados de los estudios solicitados y el diagnóstico al que se ha arribado. También se planifica en conjunto el mejor tratamiento posible, que generalmente es interdisciplinario y puede involucrar tanto al paciente como a su familia. Cada vez tenemos más información acerca de la importancia del tratamiento integral e interdisciplinario para la recuperación, no solo de los síntomas, sino de la funcionalidad y calidad de vida de las personas.
PARA RESUMIR
▶ El proceso diagnóstico en las enfermedades mentales es el primer paso para un tratamiento adecuado.
▶ En la mayoría de las enfermedades mentales, el diagnóstico se establece hablando con la persona y un familiar o allegado.
▶ Los exámenes de laboratorio o imágenes de cerebro son importantes para descartar otras enfermedades que generen síntomas psiquiátricos en forma secundaria.
▶ Para diseñar un adecuado plan de tratamiento, el diagnóstico debe ser integral y considerar aspectos familiares, sociales y laborales.
BIBLIOGRAFÍA
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— Vallejo Ruiloba, J. (2011). Introducción a la psicopatología y la psiquiatría. (7ª ed.). Barcelona: Elsevier Masson.
Capítulo 5
No son solo
los años
Florencia Vallejos Médica psiquiatra
Julián Bustin Médico psiquiatra y especialista en gerontopsiquiatría
A las personas de 65 años y más se las denomina adultos mayores o personas mayores y representan una población particular. Las mejoras en la atención de la salud de las últimas décadas contribuyeron a que su expectativa de vida haya aumentado. Se calcula que hoy su población es de 900 millones de personas (casi el 12,2 % de la población mundial) y se localiza principalmente en los países de ingresos altos. Se estima que el número de adultos mayores seguirá aumentando en los próximos años y llegará a unos 2000 millones en el año 2050. Es decir que, en solo 30 años, representará el 22 % de la población mundial. La tendencia muestra que el incremento de los adultos mayores será superior en los países de ingresos medianos o bajos respecto a los de ingresos altos. Posiblemente esto se deba a la velocidad y elevada tasa de envejecimiento que se observa en la región de América Latina y el Caribe (LAC) y en el continente africano, pero sin una disminución significativa de la natalidad, como sí existe en la mayoría de los países de altos ingresos. Se estima que en el año 2050, el 80 % de las personas mayores se encontrarán viviendo en Asia, África y América Latina.
En cuanto a la región de América Latina y el Caribe, aún no puede considerarse una región envejecida. Según los datos de la Organización de las Naciones Unidas, los adultos mayores de 60 años representan el 11 % de su población (valor similar al observado a nivel mundial, y menor que en Europa, América del Norte, el Este Asiático y Oceanía). Lo importante son sus estimaciones a futuro, ya que se observa en la región un envejecimiento a un ritmo sin precedentes. En este sentido, se calcula que para el 2030 la población mayor de 60 años representará el 17 % del total (ONU 2017), y para el 2050 uno de cada cuatro habitantes en LAC será mayor de 60 años (similar a las cifras que hoy se observan