los favores de Dios, pero nos exhorta a hacerlos en el servicio a Cristo (ver 1 Corintios 9:24-27; Colosenses 1:28-29). Entrenarnos en estas disciplinas nos transformará con el paso del tiempo. Piense en ello como un programa condicionado al largo plazo. Sea paciente y persevere y los resultados serán notables.
5. Un discípulo encuentra y enseña a otros discípulos a seguir a Jesús.
La razón del discipulado contemporáneo no es la reproducción. Eso es lo que hemos perdido de este quinto principio. Empecé esta introducción haciendo la pregunta: “Por qué nuestro discipulado se desarrolla sólo al “interior de la casa” y no es reproductivo?” La respuesta es porque no hemos enseñado o esperado que la gente que entrenamos se reproduzca. Al cortar ambos finales del proceso, hemos asegurado que no funcionará. Hemos removido la humildad, la sumisión y la responsabilidad del primer principio y el alcance y la reproducción del quinto. Sin el primer principio, no podemos tener la fuerza de transformación, y, sin el quinto principio, sólo nos entrenaremos unos a otros para entrenarnos unos a otros. La endogamia nunca es buena.
No quiero decir que no deberíamos entrenar nunca a un creyente. Un principio básico del discipulado es entrenar a otros fieles y debemos empezar “en casa” (2 Timoteo 2:2). El problema es que después de hacerlo nos quedemos sin gente para entrenar, pues nuestra membresía no está creciendo. Una de las poderosas verdades del Evangelismo Explosivo es que si usted no tiene buenos contactos, eventualmente su crecimiento tendrá un límite. Al final, usted tendrá cuarenta entrenadores sin alumnos ni a quién visitar. Generalmente, eso significa el fin del programa. Cuando el enfoque está en visitar a quienes visitan la iglesia, rápidamente se quedará sin gente a quién visitar. Puede funcionar si se tiene un líder muy dinámico o un gran plan de “mercadeo” para traer a mucha gente a la iglesia, pero muchas iglesias no lo tienen.
Creo firmemente que el plan de Dios para la iglesia debe estar al alcance de cada congregación, sin importar cuán modestas sean las habilidades de sus líderes. Esta es la razón por la que deberíamos velar porque el discipulado funcione, porque es la manera en que ganaremos al mundo. Hay otras filosofías y métodos que traen grandes grupos de visitantes a eventos atractivos. Esto no es del todo malo, pero al final la gente no se une porque nunca conectaron de una manera relacional. Muchas iglesias son muy buenas en traer gente, pero no tienen un compromiso de entrenar a su gente para entrenar a otros. La adición espiritual es mejor que la no adición, pero es absolutamente inferior al plan de Cristo para reproducirse a través de entrenar a otros a obedecer todo lo que Él enseñó.
Considere esto: hacer discípulos es algo que comienza con el evangelismo, trayendo gente a Cristo. Esa es la razón por la que Jesús dijo, “Bautizándolos.” En lugar de hacer planes para encontrarse con un creyente, escoja a un no creyente en su círculo personal. Empiece a construir una relación en base a un interés común, luego pregúntele si tiene algunas creencias espirituales. Haga esto con algunas personas hasta que encuentre a una que desee reunirse regularmente con usted para hablar de cosas espirituales. Dios premiará sus esfuerzos y la gente sabrá cómo volverse no a usted y ser parte de su comunidad, sino a Cristo y ser parte de su Iglesia. Esto es radical para muchos, pero es exactamente lo que deberíamos hacer y así funcionará. Requerirá tiempo y perseverancia, pero abrirá la puerta a la reproducción y la multiplicación. El hecho que usted ahora se asombra de cómo esto pueda funcionar y no sabe de algunos ejemplos, hace que este tipo de alcance sea raro en la iglesia de nuestro tiempo.
Veinte años es mucho tiempo y uno ve programas, superestrellas y fórmulas que vienen y van. Los pastores son un poco adictivos; encontramos irresistible el éxito numérico. Usted habrá escuchado que “Nada tan pasajero como el éxito.” Desde 1984 esta ha sido la historia de la iglesia. Nuestros “éxitos” no han servido al propósito para el cual fueron pensados. Y nos conformamos tanto con los éxitos del pasado que hemos hecho muy poco para asegurarnos de seguir teniéndolos. Necesitamos un plan que ayude a salir del fuerte aislamiento que rodea a la cultura religiosa y a establecer contacto con quienes están afuera en necesidad. Jesús dijo que es el enfermo el que necesita al médico y no el sano. Si intentamos ganar a quienes nos rodean, debemos seguir su ejemplo. Él entrenó líderes que entrenaran líderes. También los entrenó en el trabajo, les mostró lo que debían hacer y luego los dejó hacerlo. Cómo desplazar nuestra base de operación y establecer puestos de avanzada donde vivimos, trabajamos y jugamos? Así podríamos invitar a quienes nos rodean a “venir y ver; venir y seguirlo.” Luego podríamos poner un énfasis especial en los líderes, invitándolos a “venir y ser como Él.” Y vendría entonces el momento de enviarlos a establecer su propio puesto de avanzada para “permanecer en Él.”
De esta manera, el avivamiento espiritual tendrá lugar cuando retrocedamos en el futuro y restauremos el discipulado a su carácter del primer siglo, desplazando nuestra base de operación fuera de los muros de la iglesia siguiendo el ejemplo de Jesús presentado en este libro. Hace mucho tiempo leí un libro titulado, Cuando Todo lo Demás Falla, Lea las Señales. Ese tiempo ha llegado.
notas
1. George Barna, Growing True Disciples (Colorado Springs: Waterbrook, 2001), 36.
2. Mi libro Straight Talk on Spiritual Power (Grand Rapids: Baker, 2002) es un estudio de cómo podíamos cumplir esta promesa, considerando nuestras limitaciones y condiciones presentes.
3. Las estadísticas son de un estudio realizado por Bob William (Estudio para el Desarrollo de la Iglesia) en quinientas iglesias de cuarenta denominaciones durante un período de diez años.
4 . Barna, Growing True Disciples, 54-55.
5. George Barna, Church Report 2002 (Ventura, Calif.: Issachar Resources, 2002).
1
Parte
Vengan y Vean
Jesús se volvió y,
al ver que lo seguían,
les preguntó:
—¿Qué buscan?
—Rabí, ¿dónde te hospedas?
(Rabí significa: Maestro.)
—Vengan a ver —les contestó Jesús.
Juan 1:38-39
1
Capítulo
El Hambre del Corazón
Empezar es difícil. Comenzar un libro, una dieta o un nuevo trabajo, generalmente exige un gran esfuerzo para dar el paso inicial. Cuando Jesús de Nazareth se embarcó en su ministerio en la primavera del año 27 d.C., enfrentó un desafío tan asombroso como complejo. Dónde y cómo empezar la obra de salvar al mundo de la destrucción total, rescatando a todo un planeta que en su mayoría no cree que necesita ayuda?
El Mesías hizo su primer movimiento importante en un lugar poco probable, un desierto polvoriento y en una forma inverosímil, sometiéndose a sí mismo al bautismo por un profeta asceta llamado Juan. Aún la decisión de ir al desierto, donde estaba Juan, fue perfectamente lógica y apropiada, pues Juan era la voz que anunciaba en el desierto la venida del Salvador, el Cristo.
No fue un error que Juan ministrara en el desierto, pues históricamente, el desierto representaba la aridez de la vida espiritual de Israel. El pueblo de Israel no había oído acerca de Dios en cuatrocientos años y ese prolongado silencio hizo que su ansiedad de ver cumplidas sus expectativas mesiánicas fuera cada vez mayor.
El corazón espiritual de Israel estaba sediento, seco y vacío, muy parecido a la desolación del desierto. Así que cuando los judíos oyeron de este decidido y joven profeta, que pregonaba las palabras del reverenciado Isaías, ellos recorrieron casi cincuenta kilómetros a través de la zona árida del país para conocer más de su mensaje.
Juan fue el pionero que precedió al Mesías, gritándole a Israel, “Arrepiéntanse! Prepárense a encontrarse con Dios!” De hecho, mientras Jesús caminaba hacia él allí en el desierto, Juan lo señaló y abiertamente declaró, “¡Aquí