Charles A. Walker

De Túpac Amaru a Gamarra: Cusco y la formación del Perú republicano


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1931.

      1

      Introducción

      “Cusco, único lugar en que se puede adquirir

      una idea verdadera del Perú y donde aprendí

      mediocremente la lengua peruana”.

      Juan Pablo Vizcardo y Guzmán

      Carta a John Udny

      1781

      “Una sola palabra resume adecuadamente

      lo que es el Cusco: evocador”.

      Ernesto “Che” Guevara

      Diarios de motocicleta

      1995

      El 18 de mayo de 1781 José Gabriel Condorcanqui era arrastrado por caballos hacia la Plaza Central de Cusco. Este líder local, que afirmaba descender del último Inca que gobernó en el siglo XVI, tomó el nombre de Túpac Amaru II para dirigir la más grande rebelión que tuvo lugar en la América Latina de tiempos de la Colonia. La sublevación, respaldada principalmente por indios, se había extendido en gran parte de América del Sur y estuvo a punto de derrocar a los españoles. Cuando ya habían transcurrido seis meses de lucha, sin embargo, las autoridades coloniales lograron capturar a Túpac Amaru II y a varios de los dirigentes claves. El castigo que se infligió a los rebeldes refleja la magnitud del levantamiento y el pánico de las autoridades españolas: Túpac Amaru fue obligado a observar la ejecución de sus compañeros y de los miembros de su familia, incluyendo la de su esposa y principal confidente, Micaela Bastidas, a quien le cortaron la lengua después de estrangularla. Luego los verdugos torturaron prolongadamente a José Gabriel y finalmente ataron sus miembros a cuatro caballos con el fin de descuartizarlo; pese a ello, sus miembros no se separaron del torso, por lo que fue decapitado. Los brazos, piernas y cabezas de José Gabriel y Micaela fueron exhibidos a lo largo y ancho del territorio del virreinato.

      Sesenta años más tarde, el 18 de noviembre de 1841, el caudillo cusqueño y presidente del Perú Agustín Gamarra fue asesinado cuando intentaba rebelarse con sus tropas en Bolivia, y hay quienes afirman que fue uno de sus propios soldados quien le disparó. El general Gamarra había participado en todos los principales acontecimientos políticos ocurridos en la región desde 1815. Así, en la guerra de la Independencia (1809-1824) combatió tanto en el bando realista como en el rebelde, invadió países vecinos, conspiró y llevó a cabo intentos golpistas y, como líder de la coalición conservadora, llegó a alcanzar la presidencia del Perú por dos períodos, 1829-1833 y 1839-1841. A lo largo de su carrera política y militar esta quintaesencia de caudillo mantuvo una fuerte base en su Cusco nativo.

      Estas dos muertes se vinculan a través de la exposición del presente libro, pues las vidas de ambos personajes —Túpac Amaru II y Agustín Gamarra— simbolizan los desafíos que implicaba convertir al Perú de un virreinato étnicamente diverso y altamente estratificado en una nación independiente. En esos años, el pueblo luchó por diversas opciones alternativas al colonialismo español hasta que, finalmente, la República llegó al poder. Ambos, el líder indígena de un levantamiento de masas en el crepúsculo del dominio colonial español y el caudillo mestizo y conservador en la aurora de la Independencia, enfrentaron muchos obstáculos comunes: tuvieron que hacer frente a las fuertes divisiones existentes entre la mayoría indígena y aquellos que no eran indígenas, así como a otras tensiones geográficas, tales como la animosidad entre la Lima costeña y el Cusco andino. Y, sobre todo, tuvieron que buscar formas de reconciliar las demandas de grupos dispares y enfrentados entre sí en una fórmula que les permitiera la captura y la práctica del poder. Las páginas que siguen demuestran que la práctica del caudillismo y su relación con la formación del Estado —en el Perú y en toda América Hispana— solo puede entenderse a través de un análisis cuidadoso de la voluntad y los esfuerzos políticos de las clases bajas y de sus relaciones con los movimientos políticos regionales y nacionales.

      Sin embargo, solo es posible entender las luchas políticas locales, regionales y “nacionales” si ellas se estudian en conjunto. De esa manera, las luchas basadas en la comunidad vinculadas con, y a la vez se vieron afectadas por, movimientos políticos más amplios, en dos modalidades. En primer lugar, los miembros de la comunidad —y en ocasiones toda la comunidad— unirían a una coalición más amplia su propia oposición frente a una determinada autoridad o conjunto de políticas. Este fue el caso de cientos de comunidades indígenas durante el levantamiento de Túpac Amaru, aunque también durante períodos menos tumultuosos o de menor connotación histórica. En segundo lugar, las comunidades andinas usaron tácticas menos confrontacionales para resistir las onerosas demandas del Estado borbón y de los estados republicanos; por ejemplo, llevaron a autoridades abusivas ante los tribunales con sorprendente éxito. El presente trabajo demuestra que no solo defendían sus derechos políticos y económicos, sino que también pusieron límites al curso de la acción que los grupos políticos podían tener en los Andes. Estos esfuerzos ayudan a explicar por qué, a pesar de sus alegatos de omnipotencia, el Estado colonial y el Estado republicano no pudieron imponer libremente sus programas a la sociedad andina.