Gloria Román Ruiz

Franquismo de carne y hueso


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      Por último, uno de los principales obstáculos que han encontrado los investigadores para practicar la historia de la vida cotidiana ha sido el de las fuentes. Ello ha tenido que ver con las dificultades a la hora de dar con evidencias que recojan las vivencias de los hombres y mujeres de a pie, dado que su voz rara vez quedó reflejada en documentos oficiales, pues muchos ni siquiera eran capaces de leer y escribir. Además, constatar documentalmente las subjetivas percepciones cotidianas de la población no resulta sencillo, en tanto que prácticamente solo son accesibles para el investigador en aquellos casos en que se tradujeron en comportamientos concretos y acabaron registrados de algún modo. En general, las actitudes aquiescentes pueden ser rastreadas en las fuentes mediante las huellas documentales que dejaron los colaboracionismos –actas de denuncia–, mientras que aquellas de rechazo son recuperables a partir de las sanciones impuestas a las acciones de resistencia que quebrantaban las normativas. Sin embargo, acceder al «estado de opinión» más o menos favorable hacia las políticas de la dictadura, la mayor parte de las veces no exteriorizado ni colaborando ni resistiendo, resulta mucho más difícil.

      Para soslayar estos obstáculos recurrimos a fuentes alternativas y muy diversas entre sí, susceptibles de complementarse mutuamente. La investigación que vertebra este libro se apoya en abundantes evidencias primarias, superando una de las quizá más recurrentes carencias de los trabajos centrados en las actitudes sociopolíticas, el desequilibrio entre un exceso de teorización y una escasa carga empírica. Algunas de ellas son fuentes tradicionales a las que se han lanzado nuevas preguntas, caso de las hemerográficas, estadísticas o (algunas de las) archivísticas. Otras resultan más originales, como las epistolares, las orales o los cuadernos escolares. Todas estas fuentes han sido tomadas con las debidas precauciones en tanto que fueron elaboradas en el contexto de un régimen que nunca garantizó las libertades individuales.

      Respecto a las fuentes archivísticas, hemos estudiado la documentación procedente de una decena de archivos municipales andaluces. Tanto en estos como en los archivos provinciales de Málaga, Jaén, Almería y Granada –en esta última ciudad también el Archivo de la Real Chancillería– hemos consultado fuentes de carácter judicial como los expedientes instruidos por los juzgados de paz, los incoados por el inspector de abastos y otras autoridades locales por infracción de las ordenanzas municipales, los partes de la Guardia Civil o las denuncias formuladas por los guardias rurales de las HSLG. Al manejar esta documentación, mayoritariamente generada tras la denuncia de un agente de la autoridad o de un particular, hemos de tomar la precaución de considerar que muchas de aquellas acusaciones pudieran ser sencillamente falsas. Entre los archivos nacionales en los que hemos trabajado se encuentra el Archivo General de la Administración, donde hemos consultado sobre todo las memorias anuales enviadas por los gobernadores civiles, la documentación generada por la Obra Sindical del Hogar o el suculento fondo del Gabinete de Enlace. También el Archivo del Partido Comunista, donde recopilamos numerosas cartas remitidas a la emisora de radio La Pirenaica por los oyentes de las zonas rurales. Por último, los archivos internacionales, concretamente The National Archives (Londres, Reino Unido), donde accedimos a la documentación diplomática generada por el Foreign Office.

      En cuanto a las fuentes orales, contamos con una muestra de alrededor de treinta informantes procedentes de diversos municipios de Andalucía Oriental. Este tipo de fuentes proporcionan la subjetividad imprescindible para el estudio de las percepciones bajo la dictadura que, lejos de suponer un lastre, constituye una virtud. Además, complementan y suplen parcialmente las carencias de las fuentes documentales en las que las mujeres, por ejemplo, quedan infrarrepresentadas, abriendo la posibilidad de dar voz a quienes tradicionalmente no la han tenido.49 A la hora de escoger a los sujetos entrevistados se ha tratado de mantener el equilibrio entre sexos, pero también entre generaciones, clases sociales y grado de implicación política durante el periodo de estudio, factores que condicionaron la forma en que experimentaron sus vidas cotidianas. El procedimiento seguido ha sido el propio de las historias de vida, entendiendo la entrevista como una conversacion flexible y fluida entre entrevistador y entrevistado en la que este último narra las cuestiones más significativas de su vida. Para ello se ha partido de un cuestionario previamente preparado a modo de guion orientativo. Una vez realizada la entrevista, se ha procedido a su transcripción teniendo siempre presente la necesidad de deconstruir el testimonio.50 Por supuesto, estas fuentes no están exentas de las limitaciones y deficiencias inherentes a todas las fuentes históricas, pero basta con ser conscientes de las «trampas» de la memoria –distorsiones o recuerdos a medida en función de la experiencia vivida y los cambios identitarios experimentados por el sujeto– y de que estas también pueden y deben de ser interpretadas para que ello no represente un obstáculo insalvable.

      En este sentido, aunque algunos se refieren a la historia como el conocimiento objetivo por oposición al conocimiento subjetivo representado por la memoria, a la que atribuyen un menor grado de rigurosidad y cientificidad,51 lo cierto es que ambas son formas complementarias de representar el pasado que se construyen socialmente.52 Incluso hay quienes niegan esta distinción, arguyendo que ambas son «actos de rememoración y reunión de evidencias».53 En el diálogo que se establece entre las fuentes escritas, «acabadas y limitadas», y las fuentes orales, «abiertas y vivas», existen puntos de confluencia y de divergencia, potenciaciones y contradicciones.54 La importancia de estas últimas residiría «no tanto en su observación de los hechos, sino en su desviación de ellos, en cuanto permite que la imaginación, el simbolismo y el deseo emerjan. Y estos pueden ser tan importantes como las narraciones factualmente ciertas».55 La dialéctica recuerdo-olvido no está desprovista de intencionalidad, sino que responde a unos determinados anhelos y necesidades tanto individuales como colectivas. Así, en palabras de Thelen, «en un estudio sobre la memoria, lo importante no es hasta qué punto un recuerdo encaja exactamente con un fragmento de la realidad pasada, sino por qué los actores históricos construyen sus recuerdos de una cierta forma en un momento dado».56 El análisis de la memoria resulta de gran utilidad para desentrañar la relación entre los recuerdos y el posicionamiento ideológico-político de los sujetos en el pasado.57 La memoria y la desmemoria nos ofrecen importantes pistas acerca de las actitudes sociopolíticas de los individuos, pudiendo leerse en clave de conformidad o disconformidad hacia el «Nuevo Estado» franquista. Como explicara Alessandro Portelli, uno de los historiadores que con mayor éxito ha trabajado con fuentes orales,

      el distanciamiento entre el hecho (acontecimiento) y la memoria no se puede atribuir al deterioro del recuerdo, al tiempo transcurrido, ni quizás a la edad avanzada de algunos de los narradores. Sí puede decirse que nos encontramos delante de productos generados por el funcionamiento activo de la memoria colectiva, generados por procedimientos coherentes que organizan tendencias de fondo.58

      Los estudiosos de las actitudes han tendido a agruparse en la tendencia de quienes priman los procesos represivos y los comportamientos resistentes, de un lado, y en la de quienes dan prevalencia a las actitudes de consenso y a las prácticas colaboracionistas, de otro. Sin embargo, este libro presta atención a todo el espectro actitudinal, entendiendo que no se trata de dos esferas desconectadas, sino de un continuo. Además, adoptamos un marco cronológico que abarca las distintas etapas de la dictadura, con la indiscutible ventaja que ello entraña a la hora de atender a la evolución del sentir popular hacia el régimen de Franco.59 Asimismo, y a diferencia de lo que ha ocurrido con otras propuestas de clasificación, tratamos de ir más allá del esquema teórico aplicándolo a un caso real y concreto, la historia de vida de una mujer del mundo rural malagueño.

      Que solo espero el fallo justo y leal de la justicia de Franco, como demostrativo de mi acrisolada conducta y honradez sin tacha (…) Por la España nueva que con tanto ardor defendió aquel héroe y mártir fundador de un credo nuevo por el que dio su vida. ¡JOSÉ ANTONIO! ¡¡¡PRESENTE!!! Y por los que cayeron defendiendo la libertad y el honor de España, con la gloriosa camisa azul, a cuyo Partido en la Sección Femenina milita