sobre la plasticidad neuronal para encontrar resonancias entre dos disciplinas epistemológicas diferentes como son la neurología y el psicoanálisis. En este sentido es importante aclarar lo que sostienen Ansermet, Francois y Magistretti, Pierre: “He aquí planteado los dos términos de un debate que involucra, por un lado, la realidad neurobiológica y, por otro, las producciones de la vida psíquica…establecer entre ellos algún puente puede parecer una tentativa si no imposible, al menos arriesgada, fuente de confusiones y extravíos que tan solo llevarían a ambos enfoques a la perdida de sus lógicas específicas. El estudio del cerebro y el de los hechos psíquicos conducen a preguntas radicalmente diferentes, que implican campos de exploración y métodos sin parentesco alguno. Si se consideran, en particular, las neurociencias, por un lado, y el psicoanálisis, por otro, es posible constatar hasta que punto son dos campos inconmensurables que, incluso podrían llegar a perder sus propios fundamentos al confundirse en un sincretismo impreciso. Un descubrimiento realizado en un campo puede no serlo en el otro. Se está aún muy lejos de conocer los vínculos de enlace y causalidad entre los procesos orgánicos y la vida psíquica, pero esto no impide que ambos forman parte del mismo fenómeno.” A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente, Katz editores, Madrid, 2007.
9. Anserment y Magistretti op. cit. 8. Los gráficos 2, 3 y 4 fueron extraídos de este texto.
10. Damasio, Antonio, El error de Descartes, editorial Drakontos, España, 2008.
11. Ansermet y Magistretti, op. cit. 8.
12. La epigénesis (del griego epi: sobre; génesis: generación, origen, creación) refiere a fenómenos que no afectan la secuencia del ADN de los genes, pero si varían su expresión. Es la herencia de patrones de expresión de genes que no vienen determinados por la secuencia genética (la cadena de pares de base del ADN de cada individuo). La epigenética es el interlocutor del ambiente con la genética. Es lo que explica la acción del estilo de vida sobre los genes. El desarrollo epigenético implica un enriquecimiento de la información genética que ocurre desde afuera, del ambiente (ambioma) y esto es válido tanto para la salud como en las situaciones peligrosas. Un ejemplo de interacción entre epigenoma y ambioma son las enfermedades cardiovasculares donde la formación de la placa de ateroma se debe a tres factores: 1º) una susceptibilidad genética; 2º) una dieta rica en grasas; 3º) la existencia de un patrón epigenético de expresión de genes que permiten que las grasas hagan daño.
13. “En Freud se trataría de explicar la estructura subjetiva como una organización racional del cuerpo pulsional por imperio de la forma social. Si cada uno de nosotros ha sido constituido por el sistema de producción histórico, es evidente que el aparato psíquico no hace sino reproducir y organizar ese ámbito individual, la propia corporeidad, como adecuada al sistema para poder vivir dentro de él. Muchas de las explicaciones que desarrolla Freud se basan en modelos de las instituciones represivas sociales interiorizadas: la policía, los militares, la religión, la economía, la familia. Todo lo que vemos en acción afuera aparece y permite la construcción de una organización subjetiva adentro, que determina nuestro modo de ser como réplica de la organización social. Nos interesa mostrar que lo subjetivo es absolutamente incomprensible si no se prolonga hasta alcanzar el campo colectivo de las determinaciones históricas. Es extraño que psicoanalistas de derecha y detractores de izquierda coincidan en ocultar este problema que está presente en Freud. Pueden gustar o no su inclusión, la carencia de radicalidad en algunos de sus planteos, el ocultamiento o desconocimiento de otros, sus prejuicios liberales, pero no se puede negar que es la suya una psicología que no solo incluye al hombre dentro de la complejidad del mundo actual, sino que recurre necesariamente a la historia de su advenimiento para dar cuenta de la conducta individual. Freud abre las posibilidades de pensar la conducta del hombre en el campo de mayor densidad significativa dentro de la cual encuentra su sentido. Y nos muestra a la psicología incluyéndola como ciencia histórica; es decir, constituyendo al individuo como lugar donde se verifica y se debate el sentido de la historia, sin lo cual la conducta se convierte en in-significante.” Rozitchner, León, Freud y el problema del poder, Plaza Valdes ediciones, México, 1987.
14. “El exceso de realidad produce monstruos. Los monstruos con que debemos trabajar en nuestros consultorios no son solamente producto de la fantasía o el delirio, sino también de un exceso de realidad. Este refiere a una subjetividad construida en la fragmentación y vulnerabilidad de las relaciones sociales… En este sentido, Freud estableció la especificidad del psicoanálisis al comprender los efectos de la realidad de la fantasía. Hoy debemos incluir lo traumático que produce el exceso de realidad, en la perspectiva que desarrolló cuando introdujo el concepto de pulsión de muerte”. Ver Epílogo, “Recordar a Freud para pensar la necesidad de ´El giro del psicoanálisis´.”
Capitulo 3
Normalidad y normalización.
La salud es soporte de la anormalidad
que nos hace humanos
Los hombres están tan necesariamente locos que sería una locura,
mediante otro giro de locura, no estar locos.
Pascal1
Las características de la actualidad de la cultura nos llevan a diferenciar “normalidad” de “normalización”. Lo cual plantea la necesidad de hacernos varias preguntas: ¿Cómo definimos estos términos? ¿Qué relaciones guardan entre sí? ¿Es posible deslindar la normalidad con lo que la cultura dominante establece como normalización de la sociedad? ¿La idea de normalidad no está referida a criterios ideales propios de los sectores dominantes de cada época histórica? ¿Normalidad es sinónimo de salud? Ahora bien, si seguimos esta perspectiva ¿no corremos el riesgo de culturalizar las manifestaciones patológicas dejando de lado criterios objetivos que puedan deslindar lo normal y lo patológico? Por el contrario, si dejamos de lado los factores culturales y sociales en la definición de normal y patológico ¿no nos encontramos con definiciones ideales llenas de buenas intenciones?
Podemos seguir con las preguntas lo cual nos lleva a la complejidad del problema que trataremos de desarrollar
Un breve recorrido histórico
Veamos que estos conceptos no han sido un problema en las diferentes épocas históricas. En general se entiende que las patologías se manifiestan a través de conductas alteradas o desviaciones de las funciones que se consideran normales.
De esta manera la normalidad se presenta como un modelo que se lo homologa a “naturalidad”. Aquello que se considera normal en las conductas humanas está basado en un tipo de funcionamiento específico para una época dada de la cultura donde es “natural” que las personas piensen de una manera y se conduzcan de otra. Es decir, lo normal se define en función del ideal que impone la cultura dominante al conjunto de la sociedad. Por ello la normalidad y la patología se constituyen como efecto de una complejidad de factores cuyo estatuto se ajusta a condiciones históricas, políticas, económicas, sociales y culturales. Los comportamientos considerados patológicos se definen como una contracara de las respuestas esperadas a las condiciones que se establecen como normales y éstas son funcionales al sistema de relaciones de producción.
Hace 45 siglos el pueblo Asirio Babilónico creía que la enfermedad era una impureza espiritual provocada por los dioses como réplica a una transgresión moral. La “culpa” se buscaba en la historia personal del enfermo.
Recordemos que la palabra “culpa” proviene del latín y significa “pecado”.
Debemos esperar varios siglos para que los griegos entendieran que la impureza