Como arpías de alguna telenovela alucinada e hiperviolenta vas descargando sobre los atracadores una ira acumulada muy dentro de ti, tan hondo que ni sabías que existía y que ahora, mientras le pateas los cojones al más bajito de los hideputas, te está saliendo del alma, como si estuvieras repartiendo hoy las hostias que no supiste dar a todos aquellos otros bastardos que te llamaron mariquita en el patio del colegio hasta que esa palabra se convirtió en tu peor pesadilla.
¡¡Badaboom!!
¡Mirad con qué gusto pelea hoy el marica! ¡Con qué soltura le zurra en la napia a uno de los encapuchados, rompiéndosela! ¡A ver quién es el guapo que viene ahora a llamarte bujarra! ¡Hoy comienza la revolución sarasa y su venganza será terrible!
¡Pom! ¡Pim! ¡Pum!
¡Arriba, maricones! ¡Al ataque!, gritas mientras destrozas lo última pata de la silla en el cogote del más rezagado de los asaltantes, que ya huyen doloridos y con el rabo entre las piernas calle abajo, dejando escapar una más que sospechosa pluma al correr.
Are you ok?
Le preguntas al malherido cross-dresser que te abraza entre sollozos de agradecimiento, dejándote toda la camiseta perdida con la sangre que le brota de la nariz y de un tajo de aspecto terrible que le divide el labio superior; te afanas por consolarle acariciándole la cabeza, pero al intentar ponerle en pie descubrís que uno de sus tobillos está roto y no es capaz de dar dos pasos con sus tacones de vértigo sin aullar de dolor.
Dispuesto a no abandonarle en el lugar del crimen, te lo cargas a la espalda mientras Oli recoge las enormes cajas con aspecto de sombrereras que han rodado en todas direcciones durante la trifulca, y salís en busca de algún lugar más seguro por si los macarras deciden regresar con refuerzos a acabar lo que habían empezado; como la suerte siempre sonríe a los valientes, encontráis dos calles más allá una boulangerie de esas que abren de madrugada y que perfuman las aceras con su inconfundible olor a pan recién horneado.
Justo lo que necesitáis.
Le acomodas como puedes en uno de las mesas y te acercas a pedir café para todos y un par de humeantes brioches mientras el muchacho, derramando lágrimas negras de rimmel, va comprobando con alivio que el contenido de las voluminosas sombrereras está relativamente intacto.
Grassiah, mih amoreh el muchacho habla un español bastante decente y con sedoso acento latino que aprendió en Miami you know cuando vivió allá con un novio del exilio cubano que conossió por la interrrnet comenta devorando de un solo bocado medio bollo, llenándose las carrilleras como una ardilla by the way, corassones se presenta como el famoso estilista de género fluido Xoxette de Montparnasse que trabaja para no se cuál importantísima publicación de modas con sede en Niu Yol y que justo se dirigía en una misión de vital importancia hacia el Grand Palais cuando ha sido interceptado y atacado por esos jueputas secuaces de un grupo de blogueras extremistas resabiadas que quieren vengarse del grand modisto Lechuguino Espagne porque no las ha invitado a sentarse en el front row de sus desfiles en la Semana de la Moda de París.
...escuinclas babosas, ¡peluqueras malditas!, quelle horreur!! quelle horreur...!!
Preso de angustia, el estilista empuja buche adentro una pieza de bollería tras otra como si no hubiera comido en semanas, cosa que a tenor de su talla de pantalón, probablemente ha hecho; entre sollozos os explica que anoche, aprovechando un momento de descuido, las blogueras y sus compinches se colaron en su atalier y dieron el cambiazo a los sombreros, sustituyendo sus exclusivas creaciones inspiradass en la muhé empoderada del siglo XIII por unos tocados de plumas de las indias putumayas de la amazonía venezolana para luego poder acusar al modisto de apropiación cultural en un ataque coordinado en todas las redes sociales, con el objetivo de destruir su reputación para siempre. Por eso Xoxette, al darse cuenta del complot, estaba llevando los verdaderos sombreros al Grand Palais cuando ha sido interceptado por los atacantes...
...la debacle!! la catastrophe!! Comprenez-vou...? Nessesitoh llegah al Grand Palais para avisarle y darle miss sombrerosss, pero no puedo caminar... cela me fait très mal!!
Empatizando con el drama del andrógino muchacho, le preguntas si hay algo en lo que podáis ayudar para deshacer el entuerto, ¿tal vez llamar a la policía?
Non! A la gendermarie non! ¡Están todos conchabados! ¡Las blogueras, las influencers todas...! Tienen amigos muy poderosos, ¡no podéis ni imaginar! –advierte el estilista–, pero sssi pueden ayudarme Oui...!! Nessesito que lleven estos sombreroh hasta el Grand Palais y avisen a Lechuguino. ¡Solo así podremos salvar el orden mundial de la Moda! ¡Aún estamos a tiempo!
Xoxette saca de su bolso un billete de cincuenta euros para un taxi y os implora que le hagáis ese favor o puede dar su carrera como estilista por acabada; aunque nunca has sido un esclavo de la moda, sentir que tienes el futuro de la industria textil en las manos te envalentona y así, dando un golpe sobre la mesa en un gesto de viril resolución, le prometes al sombrerero que harás todo lo que sea necesario para salvar a Lechuguino de la lapidación mediática. Entre Oli y tú cargáis todas las cajas como podéis y salís a buscar el primer taxi que pase para que os lleve al Grand Palais, s’il vous plait...
Las calles del centro están atestadas con el primer tráfico de la mañana y con el lento avance del taxi te cuesta horrores mantener los ojos abiertos, pues no has pegado ojo desde la noche anterior y te pesan los párpados como si llevaras rimmel de plomo...
¡Álex despierta! ¡Hemos llegado!
El zarandeo de Oli te despierta, pero tienes la cabeza embotada y te cuesta seguirle a grandes trancos en su carrera hacia la entrada del backstage con el importante cargamento a cuestas. Un espejo de atrezzo cargado por unos operarios te enfrenta con la cruda realidad de tu reflejo: ojeras XL, cercos de sudor en la ropa arrugada, el pelo revuelto como después de una ventisca. Con esas pintas de zombie te preguntas cómo demonios vais a hacer para colaros en uno de los eventos de moda más exclusivos del mundo.
¡Flash! ¡Flash! Un enjambre de fotógrafos se agolpan tras las vallas sacando fotos desde todos los ángulos posibles a las famosos que recorren la alfombra roja marcando pomulosis, sacando morrito y metiendo barriga en una estudiada coreografía de vanidades.
Arrête!!, os detiene una mujer de mirada desafiante parapetada tras unas gafas de pasta negra XL, vestida de velorio y con el cabello recogido en un maxi moño muy tirante que le da el aspecto severo y adusto de una esfinge infranqueable.
Qui êtes-vous...?, pregunta bloqueando vuestro paso con su carpeta negra, donde custodia la selecta lista de invitados vipissimos mientras blande en la otra mano un walkie-talkie que no para de soltar ruiditos indescifrables.
Con sus ojos de madame bondage os escanea de pies a cabeza, frunciendo sus labios de dominatrix en un mohín de desprecio que no deja lugar a dudas acerca de su opinión sobre vuestro aspecto desaseado, ¡pero no piensas dejarte intimidar por sus maneras de vampiresa consumada!, ¡has venido en una importante misión! Así que haciendo de tripas corazón sacas pecho y le respondes...
1-Si respondes que sois modelos pulsa aquí.
Jodie Foster
El pánico te paraliza, los músculos se agarrotan en tus piernas y tu pulso se acelera,