Nathan Burkhard

La venganza del caído


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manera de poder entrar a los cielos y tomar lo que por derecho le correspondía.

      CAPÍTULO 11:

      MOTIVO DE GUERRA.

      Los Guardianes Oscuros sabían de los dones que tuvo Uran, como vio el mundo y condenó a su hermano al fuego eterno, pero jamás supieron los verdaderos secretos que ocultaban los Guardianes Blancos, tenían tantos motivos de guerra, pero su pacto con los ángeles hizo que su manera de pensar cambiara.

      Piora escuchaba todas las conversaciones de sus amos, como todo demonio, sus sentimientos nunca eran verdaderos, era hipócrita, repulsivo, le gustaba que los soldados se enfrentaran a cada momento, le gustaba formar disturbios y sobre todo disfrutaba de las muertes. En las antiguas guerras, los demonios se querían apoderar de la daga de Bendora, pensando que el poder de Dios estaba guardado allí, año tras año trataban de conseguirlo, pero no pudieron porque lo resguardaban de una manera descomunal, pero los medallones serían los que le darían un poder absoluto sobre los tres mundos creados por Dios.

      Solo la venganza que transcurría por años, el pensamiento de los demonios de querer gobernar marcaron su existencia entre guerras y sangre. El destino del ángel salvador estaría marcado, ya que con su nacimiento iniciaría la guerra de tres mundos. Toda esta historia era un terrible laberinto de guerras, sangre y sufrimiento, solo la paz llegaría si daba un sacrificio a cambio de la redención de su pueblo.

      Sin embargo Hadeo dejó en su diario las debilidades de cada uno, como podían morir los guardianes y como obtener el poder que le fue arrebatado, para ello realizó una técnica antigua de magia, permitiéndole retornar al mundo de los vivos y tomar lo que le pertenecía, pero aquello solo se darían con el cuerpo de un descendiente de su hermano, para ello necesitaría ingredientes difíciles de conseguir, Piora halló el manuscrito, cayendo en las manos equivocadas, consiguió leer cada parte de ese libro, mostrándole que la magia antigua era más poderosa que la actual.

      Sangre de la muñeca de los últimos descendientes vivos, derramada por la Daga de Bendora, siete gotas con exactitud.

      Buscar al Ángel descendiente de Uran, que sea el más fuerte de su tribu en poder.

      Sangre y gotas, poder por encontrar, dame la fuerza para poder invocar.

      Poderes de Hadeo, poderes llenos de maldad, dame los poderes que necesito.

      Poderes, vengan a mí, denme la vida de su gran servidor, él que posee esta sangre, la muerte llegara para él, no te preocupes, nada pasara, tus fieles amigos te esperan ya.

      Deberás de buscar al ángel más fuerte, su corazón y su espíritu furiosos deben estar, deberás darle ce quid, para que el poder de manipulación de mente y posesión hagan mucho efecto, matando del ángel su parte noble, su alma pura, para que muera lentamente..

      Un consejo amigo mío, hazte ver como su conciencia, podrás engañarlo de esa manera y obedecerá todo lo que le muestres o digas. Este hechizo se podrá romper solo si alguien lo necesita, si su corazón ya no es suyo y le pide al ángel que vuelva.

      Piora había planeado algo magnifico, algo que lo liberaría de esa prisión y ese tortuoso trabajo, creando magia mucho más poderosa, creó un espejo del cual le ayudaría a pasar de un reino a otro sin ser detectado, el espejo de Tuyuned, espejo que le ayudaría a moverse entre los mundos, espiando los mínimos movimientos de sus contrincantes, dándole la oportunidad de ver al amor que le arrebataron.

      Espejo de poder, espejo del futuro no liberes al prisionero por ser oscuro, no liberes al prisionero por ser luz.

      Solo quedara atrapado si la maldad está cerca de él.

      Y será liberado si los dos ángeles de la visión derraman una gota de sangre encima de este vidrio de separación.

      Mientras que los guardianes oscuros no pensaban en atacar y gobernar el mundo, vivían en paz, sin guerras y perjuicios ante cada especie de bien y mal. El pensamiento de Piora era gobernar a los tres mundos cielo, tierra y subsuelos, tener el poder de Dios, juntarse con los enemigos trayendo al mundo la desgracia, pero siempre y cuando él conserve el poder del todo poderoso y derrocarlo de su trono.

      Debía preparar muy bien su plan maestro, la segunda fase de su plan para matar a los oscuros, necesitaría la daga, pero ¿Quién podría traicionar a su gente estando del lado de un demonio? ¿Quién odiaría tanto a su gente para traicionarle de esa manera?

      Era un día común para todos, se acercaba casi mediodía, era 29 de Febrero, como todas las tardes, Triored caminaba por los jardines del palacio, la nieve había marchitado sus adoradas plantas, su abrigo se arrastraba por la nieve dejando sus huellas en la nieve, acarició su vientre, temiendo, sufriendo, llorando por esa criatura cuyo destino seria cruel.

      En esos momentos, mientras caminaba a paso lento, cuando su mente trabajaba en ver el futuro de su pequeña, el dolor se hizo intenso, haciéndole caer al suelo de rodillas —¡NO! —trató de aguantar el dolor. Sus acompañantes al verla caer, corrieron ante ella, llevándola al palacio, estaba entrando en labor de parto.

      Un día no particular, cuyo destino era unir su corazón y salvar a su especie, salvar a la tierra de las situaciones más temibles de la historia de la humanidad. Luchar junto al ángel que le robaría el corazón, ser invencibles contra el mal, liberando a más de un mundo, dando libertad y la paz necesaria para seguir.

      Recostada en una cama de sábanas de seda, donde un dosel cubría sus dolores y sus lágrimas, dos ángeles trataron de calmarla, que entre su nerviosismo y el dolor de tener al bebé, entre gritos aclamaba por su hermana —¿Dónde está Sagira? ¿Dónde está Sagira? —con sus manos arrugaba las sábanas.

      —Señora, por favor no se desespere, su hermana ya está en camino —trató de tranquilizarle una de sus doncellas.

      Faltaban horas para el esperado nacimiento, era casi las 14:30 de la tarde, el sol se ocultaba entre las nubes, mientras que los copos de nieve caían, los gritos de dolor de Triored se escuchaban por todo el reino.

      De pronto entre gritos y sollozos, el mundo se tornó oscuro, ya que la luna opacaba los rayos del sol, un eclipse total, daba homenaje al nacimiento de la salvadora. Tras la breve oscuridad, una sombra de capa negra se escabulló por el palacio recorriendo sigilosamente los pasillos, subió las escaleras, retomando el mismo camino que los primeros ángeles, encontrando la habitación donde el tesoro era resguardado, tomó la daga y guardándola para sí.

      Todos estaban ocupados en sentir los lloriqueos del ángel cuyo destino era sobrevivir, la guardia y los demás ángeles esperaban en las afueras del palacio, pendientes del balcón, pendientes de ver al dulce niño que iluminaría sus destinos. Como todas las generaciones tuvieron un varón, era obvio que un varón nacería de Triored y Linus.

      Los gritos de la madre se escuchaban, hasta que en un minuto, todo se detuvo, los gritos y llantos, hasta que de pronto un dulce lloriqueo se escuchó. La partera tomó al bebé y su rostro que llenó de alegría estuvo fue drenado de vida poco a poco —Es niña… es niña mi señor —se la entregó en los brazos a Linus, pero aquel padre primerizo no estuvo contento, tomó a su hija entre sus brazos como si fuese una mera obligación.

      Tomándola entre sus brazos, caminó hasta el balcón abriendo las puertas y mostrándosela al mundo que tanto él amaba —Hermanos, ésta es mi hija, una niña después de tantos años... Su nombre será Alox.

      El pueblo al escuchar que era una niña guardó silencio, esa noticia no era esperada, era la primera niña después de siglos y generaciones en tener una línea perfecta en varones como primogénitos, al ver su tranquilidad y paciente dulzura, todos ellos expresaron su alegría, elevaron sus manos festejando al nuevo miembro de esa familia tan unida.

      Mientras que el pueblo estaba reunido ante el nacimiento de una princesa, la daga en esos momentos de algarabía salía del reino, tomando un atajo bastante corto, el espejo de Tuyuned, que fue llevado al reino de Linus como obsequio por la nueva buena. Sin saber