quizás era el empeño de su powerpoint, la seguridad con que hablaba de su trabajo, la certeza de amarlo sin resquemor lo que hacía vislumbrar en él un destino particular. No estaba jugando, aunque terminada su exposición se dejó interrogar con la soltura y la ironía que esta entrevista intenta reproducir.
—Viviste los primeros años de tu vida en la selva ecuatoriana. ¿Tú crees que eso influye en tu aproximación al humor?
No sé si eso influye en mi forma directamente, en el humor, pero yo creo que lo que almuerce hoy día influye en lo que yo hago, si en el fondo esto tiene que ver con una expresión personal y desde esa perspectiva todo, todo, todo me ha influenciado. Ahora, lo que sí definitivamente me sirvió fue que, al estar aislado y solamente con esos cuadernos, de una u otra forma ellos marcaron mi camino, me nutrieron, me amamantaron, me cuidaron mientras mis padres trabajaban.
—¿Qué estaban haciendo en la selva tus padres?
Es que, bueno, es el bosque, uno tropical húmedo, bueno... sí es selva, sí es selva. Mi viejo es agrónomo, entonces creo que administraba un campo pequeño en la selva y estábamos ahí metidos.
—¿Haber pasado tu juventud en Ecuador te da una perspectiva distinta para mirar la chilenidad?
Sí, me pasa que se me ocurren chistes locales, se me ocurren chistes chilenos, chistes argentinos, se me ocurren chistes ecuatorianos que sé que no los entendería ningún chileno, o pocos chilenos. Ponte tú hacer una imagen gráfica que diga “El trío Los Panchos” y sean tres hotdogs, tres completos con guitarra, eso en Argentina puede ser gracioso, pero en Ecuador no tiene ningún sentido, y en Chile tampoco. Entonces me pasa, me pasa, pero lo que trato de hacer en el blog es también como parte de mi ejercicio, hacer cosas que sean más globales. Hay pocos chistes chilenos en mis libros. En general, mis dibujos se pueden entender en cualquier parte de Latinoamérica.
—Quizás por eso no hay personajes de la televisión o la farándula en tus dibujos.
No me tienta ese tipo de humor. Quizás porque viví en la selva, como dices tú.
—¿O sea no tienes tele, por culpa de la selva?
No, no, tengo tele.
—Pero no la prendes...
No, sí la prendo, pero no la miro.
—Ah, tú te ríes de los geeks y de la tecnología que usas.
Pero me río de mí. Porque yo soy muy ñoño, entonces en general yo me estoy riendo de mí, no estoy burlándome del gordito que pasa todo el día frente al computador porque yo soy el gordito que pasa frente al computador todo el día.
—¿La política te convoca como dibujante?
Me convoca enormemente, pero cuando trato temas políticos trato de no hablar de las personas sino de un hecho más general. O sea, ponte, si Piñera anda con el papelito de los mineros en el bolsillo y yo lo dibujo, va a tener sentido hoy, los próximos cuatro años y en treinta años alguien lo va a ver y no va a entender nada, pero si hablo de la estupidez estoy abarcando ese acto, o sea la estupidez de la política, ponte tú, tiene una relación con un político ecuatoriano y con uno argentino. Trato de ser un poco más general, no en la temática, pero sí en cómo abordar las temáticas.
—En tus dibujos hay un contraste entre los colores y las formas, que son generalmente amigables, casi inocentes, y el texto, que suele ser sarcástico, cruel o absurdo.
Mira, no fue un proceso pensado. Decir “ah, yo voy a hacer este tipo de gráficas para poder comunicar estas ideas que son un poco más violentas”. Tiene que ver con el hecho de haber sido ilustrador todos estos años y tener que resolver una viñeta en cuarenta minutos. Entonces de una u otra forma ese tipo de gráfica me facilita ese proceso. Ahora, si ves ese tipo de gráfica y te pones al lado de un cuaderno de Condorito vas a ver que las narices son de Condorito, que el tipo de manos tiene que ver con Quino, que la postura corporal tiene que ver con Olafo quizás, entonces por ahí en mi cerebro, de algún proceso que yo no entiendo y no creo que llegue a entenderlo, al sentarme a ilustrar una idea acudí a estos recortes, y resultó ser algo que a veces puede ser un poco tierno y se contrapone con la dureza de algunos textos.
—¿Es muy distinto ilustrar libros de otros que dibujar tus propios chistes?
Yo cuando hago libros infantiles como que me pierdo un poco en la gráfica, cuando hago el blog es todo comunicación. Entonces el blog soy yo, los libros infantiles no, entonces no creo que haya una rebeldía para con eso, sino más bien es volcarme entero en este blog y resulta una cosa más negra, un poco más quizás depresiva, más irónica, sarcástica.
—¿De dónde salen tus ideas?
No sé. Hay días y días, hay días en que se me ocurren diez y quince ideas y las anoto y sirve como una pequeña cuenta de ahorros. Hay días en que tenía una idea genial, abro el papelito y no entiendo qué carajos escribí en la noche. Hay otros días en que entiendo qué escribí en la noche y digo “¡en qué carajos estaba pensando!”.
—¿Escribes o dibujas la idea?
La escrib... dibujo.
—¿Cómo es eso?
Hay ideas que son visuales y hay ideas que son conceptuales, entonces hago una de cada una, cuando no tengo a mano algo con qué dibujar, generalmente lo escribo en el teléfono, esa es mi nueva libreta.
—¿Tu teléfono celular?
Sí, sí, escribo en el teléfono y a veces también dibujo. A veces también tuiteo, me gusta el Twitter. Entonces, muchas veces uso el Twitter para escribir ahora ideas.
—¿No te da miedo que te lo copien los tuiteros?
No. Tuitearlo es una manera de probarlo. Uno ve si funciona cuando lo retuitean. Pongo por ejemplo “Dios es el proctólogo del universo” a propósito de los hoyos negros, y veo cómo funciona.
—Pero también lo transforman. ¿Incorporas esas transformaciones al proceso final?
No, en general me quedo con mi idea. Lo que sí me pasó alguna vez es que me han corregido textos, porque yo no soy escritor. Y aparte el tema de las faltas de ortografía, que de repente me dicen “oye, te falta un acento”, pero me han dicho “oye, tu texto de catorce párrafos quedaría mejor en esta frase”. Lo he corregido para el libro, ponte tú, porque en ese caso yo lo considero como un trabajo de editor, que no es lo mismo que una idea nueva, ¿me explico? Entonces, si me retuitean una idea nueva no puedo, me duele la guata.
—¿De culpa?
No, es que tengo colon irritable.
—Siempre cuando hablo con dibujantes me pasa que tú les dices “oye, qué divertido el chiste”, pero ellos te dicen “lo divertido es que usé un aerógrafo y este es un lápiz no sé cuánto”, y te empiezan a hablar de cosas técnicas cuando la gran sustancia que ustedes trabajan es justamente la idea y la frase, los conceptos, más que las imágenes.
Mira, un ejemplo puntual de eso: cuando uno ve los primeros libros de Quino, post Mafalda, a veces son libros enteros en que no tienes una sola letra, son pura imagen, imagen, imagen y son geniales y tú ves el último chiste de Quino y tú podrías eliminar la imagen y quedarte con el texto, entonces hay una evolución en ese caso puntual, que va de dibujante a escritor. Ahora, si me preguntas a mí, sí, yo me considero escritor, de una u otra forma, y me considero dibujante y la ilustración, o sea, las viñetas, son una mezcla de eso. Yo considero que el humor gráfico está más cerca de la literatura que de la gráfica.
—Ahora, cuando tú tienes una idea,