Francisco Sierra Caballero

Ciudadanía digital y desarrollo local


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de la Información como la disposición de infraestructura, el uso de las nuevas tecnologías y el potencial desarrollo de las NTIC, en términos de cobertura y posibilidad de acceso de la población. En la misma línea, tanto el Plan Nacional de I+D como el VI Programa Marco de la UE, y hoy el Programa H2020, han explorado el impacto e incidencia de las nuevas tecnologías de la información, centrándose, sobremanera y casi de forma exclusiva, en variables económicas y, puntualmente en pocos casos, en aspectos políticos de la gobernabilidad. Ahora bien, en el estudio de los usos de las nuevas tecnologías, los diagnósticos sobre el desarrollo de la Sociedad de la Información han puesto en evidencia la necesidad de describir algo más que las formas de interacción mediada con los nuevos medios, tratando de explorar las formas de participación de la ciudadanía en el desarrollo e implementación de estos nuevos equipamientos culturales. La Informática Comunitaria (IC) demuestra, en este sentido por ejemplo, la necesidad de desarrollar un enfoque sociotécnico y comunicacional que amplía el campo de visión del acceso a las nuevas tecnologías, a fin de movilizar los recursos locales y gestar iniciativas y alianzas entre la población autóctona en los proyectos de innovación y cambio social impulsados con las nuevas tecnologías. Esta línea de estudios parte del supuesto de que toda iniciativa de difusión de innovaciones tecnológicas, en concreto la telemática, requiere de la participación activa y liderazgo de los sectores a los que va dirigido el proyecto, habilitando así a individuos, colectivos específicos de población y comunidades autóctonas para la apropiación productiva de los recursos de información y conocimiento. «Al abordar la utilización de las tecnologías desde esta perspectiva, se promueve la apropiación colectiva de las TIC para el desarrollo social, económico y cultural de las comunidades. La IC trasciende el acceso como un fin, afirmando la necesidad de que la integración de las TIC tenga un sentido de dirección definido colectivamente por la comunidad. Los proyectos comunitarios que insertan la IC en su quehacer apoyan el desarrollo de capacidades en la comunidad para integrar estas herramientas en su esfuerzo por adelantar su desarrollo colectivo, establecer redes de colaboración con otras comunidades, generar proyectos de comercio electrónico y apoyar las aspiraciones de mejoramiento individual de sus residentes» (Sánchez Lugo, 2007, pág. 3). Se trata, por tanto, de una visión de la comunicación para el desarrollo sistémica y ecológica que parte de una concepción aplicada de la investigación para la autopromoción y gestión autónoma de los procesos de desarrollo de, por, para y desde la población local.

      La intervención de las experiencias y estudios sobre la materia priorizan tres líneas de actuación en este sentido:

      — Acceso a las redes y sistemas de telecomunicaciones. Las comunidades deben identificar opciones y recursos para generar, desde su propia especificidad, formas creativas de apropiación de las nuevas tecnologías, produciendo la información y conocimiento necesarios sobre los propios recursos y las capacidades para autodeterminar el proceso de desarrollo.

      — Formación de competencias comunicativas. El acceso requiere, además, la adquisición de una serie de competencias y acciones de capacitación para garantizar un uso inteligente y productivo de los nuevos recursos culturales puestos en juego. El diseño de planes e iniciativas de formación para la comunicación desde una perspectiva del desarrollo comunitaria, más allá de la mera alfabetización tecnológica, constituye por lo mismo un pilar básico de los planes estratégicos de innovación en la Sociedad del Conocimiento.

      — Cooperación para el desarrollo local. Finalmente, la perspectiva ecológica de la Informática Comunitaria plantea un proceso de intervención que promueva el lenguaje de los vínculos, facilitando la cooperación intermodal y polivalente entre diferentes actores, agentes e instituciones del ámbito local con mediación de las nuevas tecnologías, a fin de contribuir positivamente al desarrollo local.

      En esta línea, trabajos como los de Heilessen y Siggaard del Institute of Communication Studies de Dinamarca han venido abordando el análisis del diseño de redes de comunicaciones y su impacto en el desarrollo, tratando de sistematizar las dinámicas de los procesos que hacen factible y socialmente productiva la apropiación de innovaciones tecnológicas. En sus estudios sobre comunicación mediada por computadoras, abordan una perspectiva necesariamente interdisciplinaria sobre las redes y modelos de organización para formular una crítica constructivista y generativa, compartida también por la filosofía del presente proyecto, en torno al uso y prácticas productivas de trabajo comunitario con las nuevas tecnologías de la información. Prevalece, sin embargo, en muchos de los programas y marcos lógicos de análisis de la mediación con las tecnologías digitales en procesos de desarrollo, la perspectiva teórica de Putnam sobre el Capital Social (Huysman & Wulf, 2004). Mientras, los estudios críticos sobre cibercultura trabajan sobre la función de acceso y participación de la ciudadanía en la reformulación de las formas orgánicas de democracia, local y globalmente. Esta es la línea de trabajo del profesor Nicholas Jankowski (Jankowski, 2002), Helmer, Tufte (2005) y de Halleck (2002). Desde el año 2001, prestigiosas publicaciones como The Journal of International Communication vienen actualizando el estado del arte en materia de Comunicación Participativa, dedicando especial atención al rol de las nuevas tecnologías en procesos de apertura del espacio público. Congresos como «Participation 2.0: Community Media, Web 2.0 and Participation» (www.civilmedia.eu), celebrado en Salzburgo (Austria), vienen tratando de clarificar las nuevas formas de participación política y de ciudadanía en Europa a partir de los desarrollos e instrumentalización de los nuevos medios. En la misma línea, la Universidad de Toulouse, con la colaboración de la Société Française des Sciences de l´Information et de la Communication (SFSIC), convocó hace un lustro el I Coloquio Internacional «Démocratie participative en Europe» para tratar de discernir el contexto político y social de las nuevas formas de acción colectiva, destacando la mediación social o perspectiva comunicativa como eje de las prácticas ciudadanas creativas. Igualmente, desde el punto de vista de los estudios de comunicación y desarrollo, se observa la creciente preocupación de diversos investigadores por el problema de la sostenibilidad de la Sociedad de la Información (Servaes & Carpentier, 2006).

      En nuestro entorno regional, en el ámbito iberoamericano, son numerosas las aportaciones y reflexión en la materia. Tanto la red REDISTIC y el proyecto MISTICA, como los sucesivos encuentros en torno al Foro Comunicación y Ciudadanía, vienen planteando el problema del acceso a las nuevas tecnologías informacionales, a fin de procurar identificar los factores y elementos de referencia para el estudio y desarrollo de esta problemática estratégica de la Sociedad de la Información desde una perspectiva periférica. Grupos de trabajo como el agrupado en torno a la Revista Teknocultura vienen, así por ejemplo, explorando el impacto de las nuevas tecnologías en las formas sociales de mediación cultural y desarrollo comunitario en el marco de la política científica y tecnológica del gobierno de Puerto Rico (UPR). En el seno de la Escuela de Comunicación, investigadoras como la profesora Heidi Figueroa son referencia internacional en materia de cibercultura y prácticas ciudadanas de apropiación social de las nuevas tecnologías. Por otra parte, los estudios en comunicación participativa y desarrollo social tienen acumulado un amplio conocimiento de los procesos de empoderamiento y apropiación de las innovaciones tecnológicas en nuestro ámbito cultural, siendo los autores de la denominada «escuela latinoamericana» de comunicación y desarrollo, referencia internacional obligada en la teoría y estudios aplicados en la materia: desde la radiodifusión y la televisión educativa al desarrollo actual de los telecentros como recursos para afirmar el derecho a la comunicación y la cultura. En esta línea, además de los clásicos trabajos de Luis Ramiro Beltrán, Rosa María Alfaro o Alfonso Gumucio, cabe destacar los trabajos de teoría y trabajo de campo que viene dirigiendo el profesor Gustavo Cimadevilla de la Universidad Nacional de Río Cuarto en Argentina sobre innovación tecnológica, comunicación y cambio social en zonas rurales. Actualmente, el Laboratorio de Comunicación Compleja, dirigido por el prestigioso investigador Jorge González, ha venido desplegando una noción sociotécnica de innovación, vinculado a comunidades y territorios de ampia productividad, como referencia, en la misma línea.

      En España, sin embargo, los estudios sobre comunicación participativa, y específicamente la investigación en comunicación para el cambio social con las nuevas tecnologías, es prácticamente inexistente o marginal. Salvo algunos antecedentes