Jonathan Maberry

Polvo y decadencia


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podría algo de aquello dar pie a una conversación pacífica?

      Qué tal, Zak, ¿alguien ha sido asesinado hoy?

      Llamó nuevamente a la puerta.

      Una figura se movió detrás de la cortina y giró el picaporte. La puerta se abrió, y Benny aspiro, no del todo seguro sobre las palabras que saldrían de su boca.

      No era Zak.

      Era el padre de Zak.

      Aunque no tan fornido, ni albino, como su hermano Charlie, el señor Matthias, de piel pálida y cabello rubio, sí era lo suficientemente grande e igual de escalofriante que Ojo Rosa..

      Especialmente ahora.

      Todo el frente de la camiseta del señor Matthias estaba manchado de brillante sangre roja.

      —Yo… yo… —dijo con voz grave y rasposa, pero no le quedaba suficiente garganta para decir algo más. Dio un único paso tembloroso para salir a su porche y entonces cayó justo encima de Benny. El peso del hombretón aplastó a Benny contra las tablas del porche, sacando todo el aire de sus pulmones y haciendo que su cabeza se golpeara con la suficiente fuerza para llenar su mundo de fuegos artificiales.

      —¡Benny! —gritó Nix.

      El oía que su propia voz también gritaba.

      Benny miraba el rostro del señor Matthias que había quedado a pocos centímetros del suyo. Tenía cortadas y arañazos por todos lados, y sus ojos estaban desorbitados por el miedo y el dolor. Benny intentaba quitarse el aplastante peso de encima.

      —Ayúda… me… —dijo el hombre con esa voz ronca—. Por… favor…

      Y entonces el brillo se apagó en los ojos del señor Matthias. Todo su peso se concentró ya sin tensión. Sin vida.

      Benny entró en pánico tratando de retirar ese aplastante peso muerto de encima. Torcía desesperadamente la cadera debajo del señor Matthias para mover la masa del cadáver. Mientras realizaba semejante forcejeo, se preguntaba por qué Nix no lo ayudaba. Ella estaba justo ahí…

      Como si le hubieran marcado la entrada, Nix gritó:

      —¡Benny, cuidado!

      Benny consiguió quitarse parcialmente el cuerpo del señor Matthias de encima, y empujando con los pies logró terminar de liberarse.

      —¡Es un poco tarde para decirme que tenga cuidado! —espetó—. Ya pude…

      Pero Nix corría hacia él con su bokken en alto y el rostro desfigurado por una mezcla de odio y miedo.

      —¡No! —gritó él, echándose atrás hasta estrellarse contra…

      … Zak.

      Benny se giró y miró el rostro de su otrora amigo.

      Ese pálido rostro de ojos negros cubierto de sangre de aquel cuerpo que había sido Zak Matthias.

      Con un gruñido de hambre insaciable, Zak se lanzó a la garganta de Benny.

      7

      Todo pareció suceder tan rápido.

      Zak tomó el frente de la camisa de Benny con sus pálidos dedos helados y lo jaló hacia él. Benny empujó con sus manos contra el pecho del nuevo zom justo a tiempo. Los dientes del chico se cerraron a unos cuantos centímetros de la tráquea de Benny, quien gritó, horrorizado. Zak gruñía de hambre y frustración.

      —¡Benny! ¡Abajo!

      De pronto se produjo un relámpago de madera dura y un sonido como de una sandía cayendo contra el asfalto desde una tarima. Zak y Benny se desplomaron en direcciones opuestas. La cabeza del segundo volvió a golpearse contra el suelo, esta vez con más fuerza. Zak se desplomó hacia el lado contrario, con una máscara inhumana de pulpa sanguinolenta en vez de rostro.

      Benny sintió como si su propia cabeza hubiera estallado en pedazos. Oía una voz que gritaba su nombre.

      ¿Nix?

      Benny trató de decir aquel nombre, pero el mundo giraba sin control a su alrededor, hasta que todas las luces internas se apagaron.

      8

      —¡Benny! ¡Arriba!

      La voz se oía a un millón de kilómetros de distancia.

      —¡Benny!

      Su cerebro adormecido le asignó origen a la voz. Nix. Le estaba gritando a él. ¿Por qué? Intentó preguntarle, pero sólo brotó de él un murmullo de balbuceos sin sentido.

      Entonces ella comenzó a moverlo. A sacudirlo.

      Benny consiguió abrir un ojo. Era como levantar cien kilogramos de ladrillos.

      —Buenos días, Nix —consiguió decir en un tono de voz incluso razonable—. ¿Te gustaría un poco de pan tostado?

      Nix lo abofeteó en pleno rostro. Con fuerza.

      —Auch…

      La bofetada despejó su conmocionado cerebro y pudo comprender que Nix estaba inclinada sobre él, gritándole a la cara.

      —¡ZOMS!

      Hay que empezar por eso…

      Su cerebro recuperó plena consciencia. Cuando Nix lo jalaba para levantarlo se produjo un movimiento a su izquierda, y Benny volteó para ver que el señor Matthias se levantaba despacio, con sangre escurriendo de sus labios correosos y su garganta abierta. El nuevo zom volvió hacia Benny su rostro laxo y gimió como un alma en pena.

      Otro movimiento hizo a Benny girar, y ahí estaban Danny Houser y su madre, caminando vacilantes sobre el césped en dirección al porche. Ambos habían sido mutilados a mordidas. Ambos estaban muertos. Detrás de ellos, al interior de la casa de los Houser, se escucharon gritos y disparos.

      —¡Atrápala! —Nix recogió la espada de Benny y se la lanzó. Benny la recibió en el aire en el momento en que el señor Matthias daba un paso torpe hacia él. Nix saltó del porche y corrió a interceptar a Danny, blandiendo la espada en alto.

      El señor Matthias estaba demasiado cerca para conectarle un contundente swing, así que Benny cambió su plan y lo golpeó con la pesada empuñadura de su espada de madera. El lance alcanzó al señor Matthias en la barbilla y el impacto reculó fuertemente en las muñecas de Benny. El padre de Zak trastabilló.

      Benny volteó hacia donde estaba Nix justo a tiempo para verla derribar a la señora Houser de costado, pero en el mismo instante Danny se adelantó y aferró un buen puñado del cabello rojo de Nix. Benny dio un paso reflejo en su dirección, pero entonces el señor Matthias lo sujetó por la camiseta y de un tirón lo hizo caer al suelo. El zom comenzó a levantarlo, primero hasta que sus pies quedaron a nivel del piso, y después más arriba. Incluso muerto, el señor Matthias era un hombre poderoso. Benny colgaba de los puños del zombi y por un momento miró de frente a esos ojos muertos que ya no necesitaban parpadear.

      Había una historia que los chicos solían contar. Afirmaba que si mirabas directo a los ojos de un zom verías en ellos el reflejo de cómo serías tú al convertirte. Benny había dejado de creer en ello luego de la pesadillesca aventura del pasado septiembre, pero ahora, mirando a los ojos vacíos del señor Matthias, Benny supo exactamente cómo luciría de zom. Pequeño, descolorido y extraviado, con todos los restos de su humanidad y personalidad extinguidos como un fósforo calcinado.

      —¡No! —gritó, y cuando el señor Matthias se lanzó a morderlo, Benny atravesó la espada en la boca abierta de la criatura.

      El señor Matthias mordió con un gran tronido que astilló la espada de madera y rompió la punta de sus incisivos.

      Entonces el señor Matthias soltó a Benny, concentrado en sacarse la bokken de la boca. La espada resonó contra las tablas del suelo. Cuando el zom se volvía nuevamente hacia Benny, el chico giró sobre su cadera y pateó con ambos pies, golpeando con sus talones las rodillas del zombi.