Graciela Schnitzer

Invenciones de la sexuación


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El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidos, Bs. As. 2012, capítulo III “De la anécdota a la lógica” y capítulo XIV “Teoría de las cuatro fórmulas”.

      20- Miller, J.-A.; Laurent, E., El Otro que no existe…, op. cit., p. 77..

      21- Ansermet, F., (entrevista por Edith Tendlarz) Aperiódico psicoanalítico 31 Genero y Trans, Bs. As.,

      22- Ibíd.

      Muchas gracias queridas Mónica y Blanca. Intentaré ser lo más breve posible y no reiterar lo que ya han dicho. Es la primera vez que lo hacemos de modo virtual pero dada cierta práctica que tenemos hace bastante tiempo, en general combinamos bien.

      Buenas tardes y noches a todas, todos, todes, a los que pudieron incluirse y están conectados y a los que su inscripción llegó fuera del cupo que nos impone esta plataforma –como dijo Mónica–, al menos por esta vez, afectuosos saludos cuando logren ver el video.

      Puse como título a estas notas introductorias para el trabajo de este año: La epidemia de las mujeres.

      En este tiempo de casi absoluta dis-continuidad, hay que encontrar momentos y ocasiones para continuar. Nunca olvidando ni descuidando la función que encarnamos, seguir trabajando, pensando, conversando. También atendiendo y por las vías que sean. Son modos de encontrar salidas que, dando lugar a los modos singulares, no sean ni irresponsables ni banales.

      Muchos pensadores, filósofos, hasta gurúes de hoy, como dijo Rita Segato en una reciente aparición televisiva, se disputan atrapar la lectura certera del acontecimiento presente en el que estamos. Pero también en nuestro campo muchos colegas y amigos, de todas latitudes, han tomado el compromiso de pronunciarse, de intentar bien decir o escribir ciertas lecturas, de ofrecernos parciales elaboraciones que no nos alivian pero que nos sostienen y acompañan con sus palabras en la incertidumbre de un dilatado instante de ver. Leemos todo o muchos de estos aportes y los agradecemos, cada vez, pero experimentamos también, al mismo tiempo –una amiga analista me hablaba de la “experiencia de la espesura del tiempo”–, experimentamos también que irrumpe en el pensamiento, es decir en el cuerpo, la encerrona que nos dificulta continuar pensando y hablando sobre otros temas, por ejemplo los de nuestro seminario. Diría entonces aquí que en particular el tema de este seminario, por muchas consecuencias y transformaciones que produzca este real sin ley que no acosa, en tanto seres hablantes sexuados, no solo continuará vigente sino que seguirá ocupando un espacio central, nodal y también para las mujeres o para los feminismos.

      Hace bastante, no sé ya cuánto, a principios del verano quizás –y parece ya otro tiempo y otro mundo–, había pensado en intentar asomarme a lo que pensaba titular “La epidemia de las identidades” –de algo de eso habló Blanca–, como vía en lo actual de ir distinguiendo o no dimensiones de la invención que, como hemos trabajado en varias ocasiones, es siempre singular. Pero pensando luego en las consecuencias que ellas vienen produciendo y que, creo, tampoco se detendrán, decidí que mi sesgo para este año –los que me conocen sabrán o recordarán que siempre intento proponerme un rasgo o hilo desde el cual ir siguiendo, tejiendo los diversos abordajes que nos propongamos a lo largo de los encuentros del año– será repensar las posibilidades de conversación, hoy y en Buenos Aires, entre el psicoanálisis de la orientación lacaniana y los feminismos.

      Luego, recomenzaría este renovado intento de conversación, con los feminismos y en nuestro seminario, recordando aún que cada sujeto –de la ‘identidad’ sexual que sea–– experimenta en su cuerpo, del modo que puede pero ineliminablemente, que no hay objeto adecuado para la pulsión, que no existen la complementariedad y armonía sexuales entre los seres infectados de lenguaje.

      Por lo cual, lo que me parece primario para insistir, volver a intentar ser escuchados por las feministas, o por las feministas más abiertas, lo cual creo que será cada vez más vital tanto para ellas como para nosotros, es resituar en el centro de la epidemia identitaria de hoy que, puesto que “no hay relación sexual” hay arreglos más o menos contingentes y siempre sintomáticos. Que no hay identidad sexual –como ya tomó Blanca– sino posiciones o identificaciones respecto del goce. Que desde el psicoanálisis no hay norma alguna respecto del buen arreglo, del buen modo de responder a esta imposibilidad. Que –y esto retornará muchas veces seguramente en nuestras conversaciones de este año– las respuestas estables o soluciones serían siempre del orden de la invención.

      Como nos enseñó Lacan sobre el espacio no-todo y una por una, en tanto más ‘cercano’ o afín de las mujeres o de lo femenino al impasse de goce respecto a la proporción sexual que no existe, me parece pertinente distinguir o valorizar especialmente respecto de las varias y diversas presentaciones discursivas y reivindicaciones llamadas de un modo general “de género”, la revolución que, desde el abanico de feminismos, están produciendo hoy lo que podemos llamar las mujeres. Esas pibas de las que habló Mónica, pero las de hoy.

      Imaginaré una especie de juego como punto de partida para el valor que le supongo a una conversación posible con nuestros feminismos como si, por ejemplo, nuestra interlocutora fuese una Rita Segato e intentáramos transmitirle, ponerla a debatir con el Lacan ‘feminista’. Ese Lacan que va de fines de 1971 a mediados de 1974, es decir, de El Seminario 19, …ou pire, pasando por el 20, Encore o Aún, hasta el 21, “Los no incautos y-erran” o “Los nombres del padre”. Es el Lacan inmediatamente anterior al que tomó Blanca, sería el último y no el ultimísimo. Y sostener, en estas primeras notas, este simulacro imaginario de escucha y conversación vía algunos recortes del mismo Lacan o apoyados por algunas otras referencias que encontré como iniciales. Solo voy a abrir la cuestión, a presentar una línea de trabajo.