y radical en el comienzo mismo de esta época. Recordarán, hay una publicación que saca J.-A. Miller, un librito chiquito titulado Hablo a las paredes. Aquí hay dos clases que pertenecen a El saber del psicoanalista, después vendría la primera clase del Seminario …o peor y después viene la última clase, publicada en este libro que se llama precisamente Hablo a las paredes. Voy a tomar simplemente como punto de entrada estas cuatro clases, alguna referencia a estas cuatro clases. Entonces si bien no ha escrito aún completas en un gráfico sus fórmulas no complementarias de la sexuación, ya las tiene en sus ideas y conceptualizaciones. Aún más, ya de algún modo ha propuesto en este comienzo todo el programa de lo que vendrá en esos tres años, Seminarios 19, 20 y 21. Nunca había prestado atención a la cobertura y cuando me pongo con esto –me parece justamente que El Seminario 19 es un seminario no tan trabajado, además fue publicado establecido hace no tanto tiempo–, me doy cuenta que no había prestado atención a la contratapa de Miller. No suelo prestar atención de entrada a esos alrededores, primero leo el libro y después voy a ver las solapas y contratapa o prólogos. Pero me la encontré y me pareció contundente, impactante. Lo cito:
“Se trata del hombre y de la mujer. Entre los dos, ningún acuerdo ni armonía, no hay programa, nada pre-establecido: todo está librado al azar, lo que en lógica modal se llama «contingencia». Nadie se salva. ¿Por qué esta es fatal, es decir, necesaria? Ven que la contingencia en esto es la regla (es lo que hay). Hay que pensar que procede de una imposibilidad. De ahí el teorema: «No hay relación sexual» –fórmula no sólo ya célebre sino conocida y aún en general resistida por las feministas. […]
En el lugar de lo que así agujerea lo real, hay plétora: imágenes que embaucan y encantan, discursos que prescriben lo que esa relación debe ser. No son más que semblantes, cuyo artificio el psicoanálisis volvió patente […].
(Y) Dado que es un hecho de cultura, se consagran a la invención. Se improvisan otras construcciones por todas partes…”. (10)
No solo me impactó, en unos pocos renglones, cómo caracteriza el comienzo de esta época, sino que este resumen de Miller uno lo puede encontrar en esta primera clase, ya desarrollado, ya presentado por Lacan. Uno encuentra allí no solo lo real del sexo, como dice Lacan, que “…en cuanto a definir qué es el hombre o la mujer, el psicoanálisis nos muestra que eso es imposible”, sino además que “…nada indica especialmente que sea el partenaire del otro sexo al que deba dirigirse el goce”. Así, lo que debe ir al lugar de los puntos suspensivos del título –…o peor, …ou pire–, de entrada en el seminario, será un decir sobre que no hay relación sexual, que “el sexo no define ninguna relación en el ser hablante”, lo que no impide los encuentros, los enlaces…, así los llama Lacan. Pero aún un poco más allá, ya tiene la idea de una variedad de respuestas a lo que enigmáticamente llama el “al-menos-hombre-una-error-común” que –hace un juego de palabras, lo traduzco rudimentariamente– contiene la palabra homme, hombre, adentro del ‘al menos’, y además hay que pronunciarlo en femenino. Esas respuestas o variedad de respuestas al error común, que es también un errar universal, en el que estamos todos, pueden ser el obstáculo –el goce fálico lo es–, el padecimiento, pero también pueden ser pasión, locura… Incluso Lacan dice en algún momento “recibo respuestas muy estándares, me gustaría que me vinieran otras nuevas, distintas”, e incluía entre esta variedad anticipada por ejemplo la pasión o la locura de confundir, en ese error común, el falo en tanto que significante con el órgano, que vendría al lugar del significado natural de ese significante. La suposición del goce llamado sexual como instrumental estaría disponible para ser usado. Por lo cual en la página 17 llegará a situar la pasión del transexual como, y algo de esto tomó Blanca, “…la locura de querer librarse de ese error, el error común que no ve que el significante es el goce y que el falo no es más que su significado”; (11) y además para algunos –en general los neuróticos.
Pero, y leyéndolo en este contexto referencial, Eric –volviendo a su importante conferencia de diciembre pasado–, planteaba, eso entendí, él privilegiaría hoy conversar con este movimiento MeToo, por la combinación que presenta entre la extensión eficaz y el uso del gadget en la difusión en las redes, y en el modo en que allí se pone en juego algo violentado pero no tanto, es decir no asesinado, un poco más metafórico del cuerpo. Algo del abuso no consentido del cuerpo del otro, o de las mujeres y, de allí, extrae lo que me pareció pueden ser las líneas centrales, de lo que en una primera hipótesis, se trataría de plantear(les) en este intento de nueva conversación con los feminismos. Comenzando por hacer escuchar que la ausencia de relación y de definición de la mujer afecta a todos.
Eric Laurent, tomando de Milner que “fuera del discurso universitario –es decir el MeToo se salió del discurso universitario– […], se produce el debate como tal sobre el estatuto de la relación sexual”. El problema mayor que ubica es “que cada uno de los partenaires […] trata al otro como a una cosa, como un medio para su goce”. Esto muestra que “las relaciones están todas basadas en la desigualdad”. A diferencia de las soluciones contractuales, de acuerdos, o de la puja de fuerzas que tendrían en un extremo el sojuzgamiento o la coerción y en el otro la igualdad absoluta entre los seres sexuados, imposible, el psicoanálisis “hace del acoplamiento sexual –sea cual sea su forma– el vínculo de goce que viene al lugar de lo que hace impasse en el significante, y que siempre lo hará” en toda sociedad y en toda época. Con esta “doble lectura –dice Eric– a nivel del significante y a nivel «sexual»” agrega a esto que venía diciendo una dimensión del saber hacer, lo que llama “las practicas eróticas del manejo de los cuerpos”. Quizás algo de lo que Blanca proponía como esto de encontrar la manera de arreglárselas con su propio cuerpo, poder manipularlo. Entonces, con esta doble lectura a nivel del significante y a nivel sexual, es decir incluyendo el saber hacer en esas prácticas eróticas del manejo de los cuerpos, plantea Eric: “Lacan hace del impasse una solución”, lo que lo conducirá en esa conferencia a lo que de allí J.-A. Miller extrajo como “teoría del partenaire-síntoma”.
Bien, dejaré por el momento estas líneas de trabajo e investigación para continuarlas veremos cómo y cuándo en esta nuestra nueva conversación con los feminismos y en este nuestro Seminario de Enlaces de este año. Gracias!
No he podido leer nada de lo que han ido escribiendo en el chat mientras les hablaba, así que tendrán que retomarlo para la conversación.
¡Muchas gracias!
1- Cf. Sánchez, B., “Cuerpo de baile”.
2- Bassols, M., “La ley de la naturaleza y lo real sin ley”, también publicado en Virtualia #38.
3- Segato, R., Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, Prometeo, Bs. As., 2010, p. 58.
4- Entrevista “Ser un canal a través del cual habla algo que sirva”, realizada con Alejandra Antuña y Mariana Dopazo, publicada en Enlaces Nro. 26, Grama, Bs. As., 2020, p. 98.
5- Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Bs. As., 2012, pp. 17 y 18; y Apollinaire, G., obra de teatro habitualmente situada como surrealista estrenada en 1917, se puede encontrar en https://templodeeros.files.wordpress.com/2019/08/las-tetas-de-tiresias-guillaume-apollinaire.pdf.
6- Laurent, E., “Reflexiones sobre tres encuentros entre el feminismo y la no relación sexual”, 13-12-2019, 1er Foro-Zadig Argentina, Bs. As., en https://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2019/12/LQ-861-1.pdf.