“…que el género se muestre apto para pensar […] el poder y la sujeción (además) en otras trincheras de la vida social”. (3)
Aun así, aún con esta apertura, su lectura de Lacan no va mucho más allá de “La significación del falo”, es lo que suele citar, y suele estar mediatizada por lecturas angloparlantes en general norteamericanas. Es decir, toma académicas norteamericanas que han traducido a su modo a un temprano Lacan y toma eso como si fuera Lacan, finalmente reduciéndolo a permanecer como un mero estructuralista. Todo lo cual más que un déficit me pareció al entrar en este tema… un enorme desperdicio! Tan es así que al conversar, por ejemplo, de tú a tú con una Judith Butler uno puede reconocer en las referencias de esta, que Segato cita o extrae, a un Lacan posterior y mucho más… ¿cómo decir? más lacaniano, y más feminista! Pero no lo conoce. He iniciado, quiero contarles, un cierto contacto con ella, con Rita Segato, que ha aceptado con mucha amabilidad, anticipándoles que tal vez podamos entrevistarla y contar con alguna presencia de su pensamiento “epidémico” en el próximo número de la Revista Enlaces, creo que sí, veremos si lo conseguimos finalmente. (4) Y estoy empeñado en hacerle conocer ese Lacan al que Jacques-Alain Miller llamó tempranamente, por ejemplo en sus Matemas, “Otro Lacan”.
Respecto de la también enorme, notable y probablemente no tan conocida historia del feminismo en la Argentina
–recién estoy comenzando a zambullirme–, encontré algunas perlas, eventos, mujeres activistas, que se remontan a fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX. Es decir, no han leído siquiera a Freud, tal vez alguna –si llegó– la icónica novela de la que nos habló Mónica, Mujercitas, y están en simultáneo con lo que se suele ubicar como el comienzo de la segunda ola o sufragismo en el mundo pero agregándole reivindicaciones muy de avanzada y aún hoy no satisfechas. Y mucho antes de las figuras más renombradas de la historia del feminismo argentino: Alicia Moureau, las escritoras Gabriela Mistral y Alfonsina Storni, la misma Eva Perón, etcétera, que suelen ser las más conocidas. Incluso antes de lo que fue un hito en 1910, que fue el primer Congreso Femenino Internacional en la Argentina. En 2010 se hizo un congreso recordándolo, pues además se consiguieron y publicaron las actas de aquel un siglo anterior.
En esa Buenos Aires y en la ciudad de La Plata mucho más coloniales y patriarcales que hoy, muchísimo, en las que mujeres trabajadoras, obreras o con algunos oficios en particular, ya habían realizado variadas y numerosas huelgas en la calle, existieron mujeres como por ejemplo la de origen uruguayo María Abella (de Ramírez), quien en 1902 fundó la revista Nosotras, en 1903 participó de la creación del Centro Feminista –creo que es el primero–, en 1905 fundó con otras la Liga Feminista Nacional (o Partido Feminista Argentino, que incluía mujeres anarquistas en sus filas) y en 1908, dos años antes de ese primer congreso, compiló y prologó una publicación que se llamó Ensayos feministas cuyo título inicial era En pos de la justicia, publicación que fue difundida en varios países de América del Sur –creo que fue incluso traducida al portugués. Algunas de estas mujeres, ligadas en general a la educación o a las letras, vivían sin mostración pero sin ocultarlo con otra mujer, o eran decididamente solteras. Pedían no solo la igualdad jurídica y laboral con los varones sino cambiar las condiciones económicas, además del ingreso al mercado laboral, poder divorciarse libremente, etcétera. No andaban muy lejos de exigir el aborto libre, legal, gratuito y seguro.
Teresa vuelve a Tiresias o lo femenino del lugar del analista
“Teresa vuelve a Tiresias” es una frase que Lacan extrae, en la primera clase de …ou pire, del drama de Apollinaire Las tetas de Tiresias. (5) Recordarán que Lacan había dicho ya que no bastaba con que el analista haga el muerto, interprete de vez en cuando o corte la sesión, sino que además tenía que saber que tenía un cuerpo, y vivo, que su boca era de carne, a lo cual le agrega en esta época de su enseñanza que tenía que tener tetas. Y lo agrega tomando esta obra de teatro que se puede tildar de grotesca, porque a la vez es una especie de absurdo de Apollinaire, una provocación. Y además Tiresias, recordarán, en la tragedia griega edípica es aquel que por un tiempo se volvió mujer y los dioses querían saber algo de esa experiencia, de cuando tuvo tetas. Precisamente el analista debe tener algo de ese Tiresias.
En su reciente e inolvidable presencia en Buenos Aires, Eric Laurent nos orientó con su conferencia de diciembre
–precisamente en el Foro Zadig– titulada “Reflexiones sobre tres cuestiones del feminismo con la no relación sexual”. (6) En lo que ubicó como la “…particular coyuntura actual de los discursos que merece ser explorada”, planteó “una renovación del discurso feminista” y –más allá de su variedad– de los diversos y coexistentes movimientos que “convergen para producir una nueva urgencia, la de un debate más allá de la diferencia de los sexos, sobre lo que es una mujer”.
Para situar sus tres cuestiones, y de referencias feministas, toma de la publicación Le nouveau Magazine littéraire, de septiembre de 2019, una reseña de Eugénie Bourlet del libro de Aurore Koechlin La révolution feministe (que sintetiza el abanico de los movimientos feministas desde los años 60/70 hasta casi la actualidad). Esta reseña que toma Eric se titula “El feminismo es revolucionario o no (lo) es”. Hay un juego en francés en el título Le féminisme est révolutionnaire ou il n’est pas. Se puede traducir por “o no es” o por “o no lo es”, es decir, o no es feminismo o no es revolucionario. Las dos versiones se pueden leer.
En consonancia con este título, pero desde una declinación analítica, al buscar argumentos que tomen el Lacan de esta última y no ultimísima época de su enseñanza para pensar el feminismo, encontré una ponencia de Mercedes de Francisco (a quien vengo leyendo a menudo porque siempre que la encuentro me parece que vale la pena hacerlo, volveré luego en la conversación o en otro encuentro sobre esta referencia si no alcanzo a contarles mucho esta vez). En esta presentación, comentando en España el libro de Jorge Alemán Lacan en las lógicas de la emancipación (7) y en resonancia con los discursos feministas, pone por título “Lacan y el feminismo”, habla de esto mismo que me y les propongo, y plantea, también a modo de un sintagma similar a la referencia de Eric: “El futuro será femenino o no será”. (8) Es un poco como la estructura de la frase sobre el feminismo pero ahora sobre lo femenino. Y ubica, ya en “Análisis terminable e interminable”, “el rechazo de lo femenino como el obstáculo mayor para un final de análisis y también –agrega–, un obstáculo para un cambio de paradigma social y político” (ponemos nota?), abonando a que sería correcto entonces por ahora dejar en mi título ese paradojal conjunto “las mujeres” así como el modo en que Laurent plantea el posible encuentro alrededor de la pregunta por la mujer. Así, nos dice M. de Francisco: “Lacan, retomando a Freud, subraya que lo imposible por excelencia es encontrar un universal que nombre a la mujer, ese ser enigmático y extranjero que hace presente la diferencia en el mundo […] hecho –de imposibilidad– que atraviesa la historia y que según la época aparece con diferentes ropajes”. Ubica también que dentro del feminismo hay incluso la idea de una oposición entre el capitalismo, el desarrollo del capitalismo, y poder cambiar el trato hacia las mujeres, pues “el neoliberalismo –afirma– es la realización máxima de este rechazo de lo femenino, sistema único que cercena la posible invención frente a lo imposible de curar”. (9)
A su vez, Eric Laurent va declinando hacia las referencias de ese Lacan (feminista) y del Miller de El partenaire-síntoma, tomando en el camino un artículo de Jean-Claude Milner que está publicado (en inglés) en Internet, también de 2019, titulado “Reflexiones sobre el movimiento MeToo y su filosofía”. Pues las tres cuestiones por las cuales Eric propone un encuentro para los feminismos con la “no-relación” son: los femicidios, es decir la violencia extrema hacia las mujeres –hacia el cuerpo de las mujeres–; la promoción del lenguaje inclusivo, lo que también llama feminización del discurso, sobre todo por los colectivos LGBTIQx… (puntos suspensivos, etcétera, como quieran, espacio para nuevos nombres a inventar) y en particular anclados en discursos universitarios/académicos, así lo plantea Eric; y en tercer lugar, la reciente reanudación o el re-empoderamiento