Ángeles Finque Jiménez

La intervención del socialismo en la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)


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Por un lado, suspendió los partidos políticos —pues Primo de Rivera consideró que debían apartarse del poder hasta que su gobierno regenerase la administración del Estado—, se estableció censura de prensa, se clausuraron el Congreso y el Senado12 disolviendo las comisiones permanentes de las cámaras y cesando las funciones de ambos presidentes, y se suspendieron las libertades públicas y privadas prohibiéndose cualquier tipo manifestación. Estos hechos fueron la cara negativa de la Dictadura. La positiva: el progreso en los distintos sectores de la vida nacional por la reforma de la Administración del Estado, la solución del problema del orden público y del conflicto bélico en Marruecos, y el incentivo del sistema educativo y la cultura. Asimismo, propició un notable crecimiento económico con la diversificación de la industria, impulsando los servicios públicos —agua, electricidad— y modernizando las infraestructuras —carreteras, ferrocarriles, puertos—. En consecuencia, se alcanzó el ascenso social y económico de la población española.

      1. Francisco Cambó, Las dictaduras, Madrid Espasa-Calpe, 1929, p. 56-70.

      2. Shlomo Ben Ami, La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930): Barcelona. Planeta. 1984, p. 25.

      3. Juan Velarde Fuertes, Política económica de la Dictadura. Madrid. Guadiana. 1968, p. 16.

      4. 4María Teresa González Calbet, La dictadura Miguel Primo de Rivera. El Directorio Militar. Madrid, El Arquero. 1987, p. 275.

      5. Luis Araquistaín, El ocaso de un régimen. Madrid. Galo Sáez, 1930, p. 218-219.

      6. Al día siguiente del pronunciamiento, 14-9-1923, manifestaba el diario El Sol en su editorial: «El Gobierno de los políticos y el Directorio inspector militar que representa el movimiento iniciado en Barcelona, esperan, constituidos ambos en reunión permanente, la llegada del Monarca, a quien se le ha reservado, con toda galantería, la ardua misión y la seria responsabilidad de decidir. No es difícil adivinar el sentido de la urgente decisión. De un lado está un gobierno que, con sus últimas rectificaciones, ha agotado los restos del largo crédito que el país le concediera (...), de la otra parte, un ejército estrechamente unido, fervientemente monárquico, que dispone de la fuerza y cuenta con un buen caudal, si no de plena adhesión, de simpatía pública. El dado lanzado al aire ya está en el suelo, y no hay más que leer en su cara».

      7. Cortes Cavanillas, Confesiones y muerte de Alfonso XIII, Madrid, Colección ABC, p. 69.

      8. Niceto Alcalá Zamora, Memorias. Barcelona, Planeta, 1977, p. 95.

      9. Diario de Sesiones del Congreso, Legislatura 1923, nº 11, pp. 269 y 366-367; nº 24, pp. 778-804 y nº 37, p. 1328.

      10. Este ofrecimiento a Maura de presidir una dictadura civil aparece reflejado en la sesión de la Asamblea Nacional celebrada el 23-11-1927, en la cual el asambleísta y catedrático Pérez Bueno, en su intervención en la cámara, declara: «Se llamó a Antonio Maura a que se lanzase a pedir poderes de excepción y gobernase con una dictadura, y tuve con él entrevistas varias… Y aquel hombre insigne… me dijo que no sería nunca dictador ni quería serlo, porque miraba los problemas del Gobierno bajo el aspecto de la eternidad y, que, reconociendo que la dictadura pudiera ser justa y conveniente en ciertas circunstancias, él no quería asumir nunca en su persona todos los poderes del Estado». Diario de Sesiones, le. 1927-28, nº 3, p. 46.

      11. Actas del XII Congreso del Partido Socialista, 1928, p. 133.

      12. El Rey firma el decreto de disolución de las Cortes. «A Propuesta del Directorio Militar y de acuerdo con dicho Directorio. Vengo a decretar lo siguiente: Articulo único. Se declara disuelto el Congreso de los Diputados y la parte electiva del Senado. Dado en Palacio quince de septiembre de mil novecientos veintitrés. Alfonso El presidente del Directorio militar, Miguel Primo de Rivera Orbaneja». La Época, 17-9-1923.

      Capítulo II.

       La sociedad ante el pronunciamiento militar