Jorge Manzano Vargas SJ (†)

El diablo


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o en las Confesiones de san Agustín. Yo me daba cuenta de que mis estudiantes, siempre muy estudiosos y aplicados, estudiaban sólo con la cabeza, y era natural. Pero me preguntaba yo si sería posible estudiar de otro modo. O más que estudiar, vivir; ver si era posible involucrarnos no sólo con la cabeza, sino con todo nuestro ser. Yo buscaba algo, y lo comenté con ellos; incluso una vez, para suscitar su fantasía, les dije que quizá un día iríamos a pensar en alguno de esos problemas revolcándonos en el lodo. No que hubiéramos ido; era una manera de preguntar.

      Sucedió entonces casualmente que uno de mis amigos, director de teatro, me invitó a uno de sus ensayos —él no solía invitar a nadie— pues usaba una técnica especial, de poner a sus actores en estado de trance. Fui por ser él un gran amigo, y porque me interesaba todo lo suyo. Cuando vi aquello, tuve también ese “estupor de la conciencia apolínea, que después de todo no se ve separada del mundo dionisíaco sino por un velo muy tenue”. Y pensé que quizá estaba ahí lo que yo andaba buscando. Quise hacer los ejercicios para ver si era posible afrontar la problemática filosófica en estado de trance. Naturalmente no lo hemos hecho. Pero sí indico mi motivación e interés. Nada que tenga que ver con el ocultismo.

      Rieron ustedes al oír que no había llevado yo a cabo mi idea original. El caso es que para empezar a manejar la energía del trance es menester —digamos, no sé— al menos, hacer ejercicios cuatro, cinco horas diarias durante mes y medio; y mis estudiantes tienen muchas tareas y una agenda súper–llena. Mi amigo, el que nos dirigió los primeros ejercicios, sabía de mi idea, sabía que estaba yo dando un curso sobre Kierkegaard, e hicimos algunos intentos al respecto; pero fue poco, y además todavía no estábamos en las mejores condiciones. Alguna vez será.

       10. ¿Cuál es la diferencia entre los carismáticos, que hablan en lenguas, y los espiritualistas, que se contorsionan? ¿Están bajo una entidad superior, Dios o endemoniados?

      Jorge: La enumeración de posibilidades es incompleta. Hay una tercera posibilidad: que estén bajo la acción de fuerzas naturales. Puede darse el caso de personas de buena voluntad que se vean sujetas a extraños fenómenos, y que no se les ocurra que puede tratarse de fenómenos, aunque extraños, naturales. El carismático creerá que está actuando el Espíritu Santo, el espiritista creerá que ya se presentó el aparecido, el otro creerá ser víctima de posesión diabólica. ¿Son posibles esas respuestas, esto es, que se trate respectivamente del Espíritu Santo, del aparecido o del diablo? Estrictamente sí. En el caso concreto del diablo dejé abierta esa posibilidad —entre otras cosas para que no me vayan a quemar en leña verde—, pero esa posibilidad, como anuncié, la trataré en la próxima velada (y habrá una sorpresa). En resumen, pienso que en la mayoría de los casos como los mencionados hay más bien una explicación natural.

       11. Una vez realizados los exorcismos, ¿qué le pasa, física y mentalmente, al exorcista?

      Jorge: Me referiré primero a nuestras experiencias, tanto cuando había como cuando no había control de la energía. En la exposición olvidé decir que terminábamos agotadísimos, como si hubiéramos jugado un intenso partido de futbol o de básquetbol, y sudado mucho. Nos bañábamos, cenábamos como leones, y ya no se podía hacer otra cosa que echarse a dormir. Eso sí, al día siguiente la sensación física al despertar era maravillosa, como el regresar de las mejores vacaciones que se hayan tenido. Esto es, hay fuerte cansancio físico, y creo que psíquico también, pero es un cansancio muy agradable. Viniendo ahora al exorcista después de los exorcismos: nunca he hablado de esto con un exorcista profesional, pero me imagino que los efectos serían similares a los nuestros, si es que en realidad él ha manejado simplemente las energías de lo que he llamado trance. Si, por el contrario, él realmente se enfrentó con el diablo, no sabría yo responder; y me limito a repetir lo que otros dicen, que hay serios desgastes físicos y psíquicos, aunque por desgracia los testimonios suponen que el exorcista siempre se enfrentó al mismo diablo, y no ven la primera posibilidad. En fin, dicen que los exorcistas casi siempre acaban mal. Recuerdo el caso famoso del P. Surin, que se ofreció a Dios para que fuera él el poseído y liberara así a un grupo de posesas. Muy pronto comenzó él a presentar algunos fenómenos de posesión, a ratos parecía poseído, a ratos caía en melancolía profunda y en ellos le asaltaban pensamientos obsesivos de suicidio. Mi opinión personal sobre todo este histórico caso es que ahí ciertamente no hubo nada de intervención diabólica, sino sólo energías de trance.

       12. ¿Qué opinaría un psiquiatra sobre las posesiones?

      Jorge: Lamentablemente no entró en el plan de este ciclo el punto de vista psiquiátrico, pues tratamos de ceñirnos a los casos en que la Iglesia juzga prudente hacer exorcismos, esto es, en que ya no basta acudir al psiquiatra. Recuerden que hice notar al principio que no tocaríamos aquí esa inmensa mayoría de casos que la Iglesia remite simplemente al médico y al psiquiatra y estos casos, están, en principio, resueltos. Se me ocurre, con todo, una solución: que, en lugar de la película programada para la novena sesión invitáramos a un psiquiatra.

       13. ¿Podríamos concluir que son ilimitadas las capacidades de los seres humanos, pues fuimos hechos a imagen y semejanza del Creador, o al menos que esas capacidades son mucho mayores de lo que conocemos actualmente? Pienso que esos fenómenos sólo aparecen, y de pronto, en personas predispuestas, pero que inicialmente el Creador nos dio a todos esos dones, que hemos ido perdiendo.

      Jorge: Estrictamente, el único ilimitado es Dios. Todos los demás seres tenemos nuestros límites. Pero sí considero que nuestras potencialidades son mayores de lo que imaginamos, y que algunas ni siquiera las hemos llegado a sospechar. Aparte de otras que conocemos, pero que no hemos desarrollado o no les hemos dado toda la importancia que tienen, como el tener manos, el poder amar, el ser libres. Y sí, estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Me parece que eso que nos constituye como imagen y semejanza divina es, en el orden natural, la libertad; y en el orden sobrenatural, la gracia.

      14. ¿Tiene la Iglesia exorcistas profesionales en la banca, o es el párroco, o el sacerdote más cercano quien realiza el exorcismo?

      Jorge: En algunas diócesis hay un exorcista nombrado por el Obispo. A ése lo llamé, por comodidad, exorcista profesional. El nombre sería el de Exorcista de la Diócesis. Se suele elegir a un sacerdote prudente, no de fácil credulidad, de vida ejemplar y con conocimientos del tema; lo que llamaríamos un experto. Cuando se presenta un caso en el que el Obispo considera prudente el realizar un exorcismo, es el exorcista de la diócesis quien lo ejecuta. Pero no todas las diócesis tienen un exorcista designado; entonces, cuando se presenta un caso similar, el Obispo designa al sacerdote concreto que realizará el exorcismo; no es que le toque hacerlo al párroco, ni al sacerdote más cercano, ni al que ande por ahí, sino que ha de ser designado para el caso concreto por el Obispo, quien incluso puede llamar a un sacerdote de otra diócesis.

       15. Hablando de posesiones verdaderas: ¿es menester que la persona preste su voluntad, o puede ser poseída aun contra su voluntad?

      Jorge: El tema de las verdaderas posesiones lo trataré la próxima vez. Por hoy me limito a responder en forma escueta: es doctrina segura, en concreto de santo Tomás, que el diablo, aunque pueda inducir fenómenos espectaculares de cuerpo y de mente, no puede, sin embargo, tocar lo más profundo de nuestra libertad.

       16. La técnica del trance de la que usted habló, ¿se ha usado sólo en el teatro, o también en otros terrenos?

      Jorge: Que yo sepa, así, expresa y abiertamente, sólo en el teatro. Pero no lo garantizo; quizá se use en otros terrenos. Que de hecho se maneje en otros terrenos, sin conciencia de que se trata de fuerzas naturales, me parece claro, y de eso he estado hablando toda la noche. Incluso externé mi sospecha de que en un grupo de carismáticos que yo conocí, lo usaban sabiendo, o sospechando al menos, que se trataba de fuerzas naturales, pero no lo decían y en todo caso contribuían a que la gente creyera que se trataba de directa intervención del Espíritu Santo.

      17. Yo participé personalmente en el grupo de Jorge. Después podía yo entrar solo y naturalmente en estado de trance.