Jorge Manzano Vargas SJ (†)

El diablo


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no nos ofrece un desarrollo sistemático de la figura del diablo. Cuando se le menciona, es siempre en función del misterio de Cristo que es anunciado, la única manera de comprender su significado es en función de ese mismo misterio.

      Podríamos resumir en las siguientes afirmaciones lo que el Nuevo Testamento dice sobre el diablo.

       El diablo es el adversario del Reino de Dios

       Jesús ha vencido al diablo

       El diablo, ya vencido, continúa su actuación en nuestra historia

      CONCLUSIÓN

      No podemos negar que el poder del mal está ahí. Y, tradicionalmente, la fe ha utilizado la figura del diablo para expresarlo ¿Qué significa, entonces, el demonio como representación de este poder?

      1. No se trata de un dios malo frente a un dios bueno, como sucedía en el dualismo iranio. Solamente hay un Dios fuente de toda la realidad y señor de toda la historia.

      2. Dios no es la causa del mal. En los diversos relatos populares sobre el origen del demonio en cuanto ser malo, siempre se dice que el demonio se opuso a Dios libremente. El mal es fruto de la oposición a Dios.

      4. Todos los males que afectan al hombre tienen una única raíz: el egoísmo. En el caso del demonio, las categorías de su actuación son la muerte, la tentación y la mentira.

      5. A la pregunta de si el demonio es un ser personal, responden algunos afirmativamente, ya que tanto los diferentes títulos con que se describen sus manifestaciones —principados, potestades, espíritus malignos, etcétera—, como toda su actuación descubren proyecciones de una inteligencia que actúa con fines concretos y de una voluntad dotada de libre albedrío. Otros opinan que sería un exceso atribuirle el ser persona, pues un ser personal es capaz de relación, de apertura, de amor. En el caso del demonio, su personalidad radica en enfrentarse a Dios y al hombre (de ahí su nombre hebreo: el adversario). Es un poder que combate, que está en una relación de enfrentamiento con Dios, con la historia y conmigo. El diablo no es apertura, sino cerrazón; no es amor, sino egoísmo. Es negación de la relación, la anti–relación, la cristalización del egoísmo.

      6. El mal ha sido vencido por Jesucristo. El diablo, el poder del mal en su centro y en sus manifestaciones, en su misterio y en su fuerza, ha sido vencido definitivamente por Jesucristo, cuya vida y enseñanzas se despliegan totalmente en la dirección contraria: la del amor y el servicio. El amor de Jesús desenmascara y supera todo egoísmo, y encuentra su culminación en la cruz; en la pasión y muerte de Jesús queda para siempre resquebrajado el poder de Satanás. En Jesucristo, muerto y resucitado, triunfa definitivamente el poder de Dios:

      DEBATE

       1. Si el diablo no es creación divina, ¿cómo apareció?

      Mario: Me voy a limitar a mi campo. La Sagrada Escritura no responde a esta pregunta. Comprendo que ciertas personas —lo noté ya en las entrevistas radiofónicas— se sientan inconformes al no disponer de todas las respuestas deseadas, pero nuestra tarea es buscarlas.

      Sin embargo, la literatura apócrifa judía sí responde. El libro de Enoc etíope es el que trae la historia, que todos aprendimos desde chicos, que los ángeles fueron creados y cómo, por su propia libertad, se dividieron en ángeles buenos y en ángeles malos; y cómo los segundos, por su rebeldía contra Dios, se convirtieron en demonios.

      Como el dato proviene de un apócrifo, no se considera revelado; esto es, no se considera un dato de lo que hemos de aceptar como fe.

      No disponemos de otra explicación sobre el origen del demonio. Digamos que en la Sagrada Escritura