Jorge Manzano Vargas SJ (†)

El diablo


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       14. Varias observaciones: a) Primero sobre una frase suya. Me pareció que decía que no se demostraba la existencia de Dios. Prescindiendo de las demostraciones que se han hecho, por ejemplo, desde san Agustín, santo Tomás y otros, y aun ya antes, desde Aristóteles, la Iglesia sí enseña que se demuestra la existencia de Dios: en el Vaticano i, y después otra vez en el Vaticano II.

       b) En algunas intervenciones se ha hablado del demonio como si fuera o un Dios del mal o un semidiós. En el Magisterio de la Iglesia —al que usted dijo que se iba a atener— en concreto en el Concilio Lateranense IV, el cuadro está claro: Dios creó a los ángeles, creó lo invisible y lo visible; explícitamente se dice que creó a los ángeles.

       En la Escritura misma —en la que usted se ha basado— se sabe que hubo lucha; se sabe lo que es el demonio. No lo queramos levantar a la categoría de un Dios, ni atribuirle todo lo malo, no hace falta cargarle tanto el gatillo.

      c) En cuanto a si es persona o no: sin recurrir al libro de Enoc Etíope, lo que dice el Evangelio nos basta para ver que sí es una persona: Cristo no estaba haciendo estupideces cuando hablaba con él y él le respondía.

      Jorge: Como coordinador insisto ante todo en la observación general que hice al principio: el tema es como una intrincada madeja, que conviene estudiar hilo por hilo —por cierto, al estilo de santo Tomás—, y no todos al mismo tiempo, para no enredarla más. El tema de hoy es Exégesis. Es natural que algunas personas hayan dejado el tema y hecho preguntas más bien de tipo filosófico, por ejemplo, si el diablo sería una especie de segundo principio. Tal problemática es el tema del capítulo titulado “El problema del mal. Perspectiva filosófica”. Naturalmente también se han hecho preguntas respecto del Magisterio de la Iglesia, que es el tema del cuarto capítulo. Digo naturalmente porque todos los temas están interrelacionados. Pero por método debemos atenernos ahora al tema de la Exégesis. Lo cual, dicho de pasada, no significa ningún desdén al Magisterio de la Iglesia, pues éste se sirve con agrado de la investigación de los exégetas.

      Viniendo al diablo: leemos en la Sagrada Escritura que se le llama la serpiente antigua, se dice que anda como león rugiente buscando a quién devorar, que se le vio caer desde el cielo como un rayo. ¿Es rayo, león, serpiente?

      Indudablemente la Biblia tiene un sentido literal que hay que respetar, pero aun ahí hay que dar atención a lo que puede ser metáfora. Es cuando interviene la exégesis para encontrar los sentidos más profundos. Considero que el trabajo de Mario ha sido la síntesis de muchos años de investigación, no sólo personal, sino de cabezas muy inteligentes de la Iglesia. Claro que el Magisterio —y no una simple broma— puede sobrevolar por encima de todas estas cabezas y declarar algo con propia fuerza. Pero esta noche estamos considerando precisamente el aspecto exegético. El capítulo IV tocará el tema del Magisterio.

      Sobre la frase de Mario que sonó mal, que no se demuestra ni la existencia del diablo ni la no existencia, como tampoco se demuestra ni la existencia ni la no existencia de Dios. Es una frase lateral, y quizá no fue la más feliz. Pero me tomo la licencia de precisar: el Vaticano i define, en efecto, como dogma que la razón humana puede llegar a conocer a Dios a través de las creaturas, pero no por eso define como dogmas las aducidas pruebas de san Agustín, ni las de santo Tomás, ni mucho menos las de Aristóteles.

       15. Al parecer se dan aquí dos corrientes. Una considera al diablo como un ente aparte. Otra, como parte de la esencia humana, según la cual tendríamos al mal en nosotros mismos; un mal al que debemos vencer. La Biblia es hermosa, algo maravilloso; sí, se vale muchas veces de la metáfora para darnos a conocer sus enseñanzas: se dice que las montañas brincan, y que las ballenas alaben a Dios. Entonces no creo que sea tan difícil ni incómodo negar la existencia del diablo como ente individual. ¿Será tal vez problema de interpretación? Para no nombrar todos los pecados se habría servido la Biblia de la palabra diablo, para englobar todos los males morales en un concepto dado.

      Mario: Durante muchos años se utilizó en la Iglesia sólo el sentido literal. Luego se vio que no era el único sentido. Hay que ver según el texto, en qué libro, y en qué época se compuso el libro, para ver lo que el texto quiere decir. No es lo mismo un texto poético, como el de los salmos, o un texto histórico, como el de los Reyes, o un texto sapiencial, como el Proverbios o Sabiduría, que un texto reciente, como sería el Nuevo Testamento. Aun en éste hay que investigar, por ejemplo, hoy día no atribuiríamos nosotros todas las enfermedades a los demonios, como parece se hacía en tiempos de Jesús. De algunas enfermedades hoy diríamos que se debían a un virus que ellos desconocían y por eso pensaban que eran causadas por un demonio, como el demonio mudo. Con esto no quiero concluir que todos los textos sean simplemente metafóricos.

      La exégesis ayuda al Magisterio de la Iglesia. Pero es este Magisterio el que dice la última palabra sobre la interpretación de la Biblia. Hace sólo dos años, Juan Pablo II, en la catequesis de los miércoles, volvió a repetir la explicación tradicional sobre la existencia de este ser.

      REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

      Biblia Sacra Iuxta Vulgatam Clementinam, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1986.

      Bultmann, Rudolf,Neues Testament und Mythologie. Das Problem der Entmythologisierung der neutestamentlichen Verkündigung” en Hans–Werner Bartsch (Hg.), Kerygma und Mythos, Band 1, 4 Aufl, Reich, Hamburgo, 1960.

      Busto, José Ramón, “El diablo” en Pliego, Vida Nueva.

      Foerster, Werner, “Satanas” en Kittel, Gerhard (Dir.), Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, Tomo 7, Kohlhammer, Stuttgart, 1942.

      Haag, Herbert, El diablo: su existencia como problema, Herder, Barcelona, 1978.

      Mollat, Donatien, “Anges et Demons” en II Cursus Internationalis Exercitiorum Spiritualium in hodierna luce Ecclesiae, 1 de octubre a 8 de diciembre, 1968, sección Exercitiorum Spiritualium, Romae, Curia Societatis Iesu, 1968.

      Navone, John, “El diablo” en Fiores, Stefano de y Tullo, Goffi, Nuevo Diccionario de Espiritualidad, Ediciones Paulinas, Madrid, 1983, pp. 348–361.

      Pablo VI, “Audiencia general”, miércoles 15 de noviembre de 1972, http://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/audiences/1972/documents/hf_p-vi_aud_19721115.html

      Schlier, Heinrich, Problemas exegéticos del Nuevo Testamento, FAX, Madrid, 1970.

      1- Herbert Haag, El diablo: su existencia como problema, Herder, Barcelona, 1978.

      2- Rudolf Bultmann,Neues Testament und Mythologie. Das Problem der Entmythologisierung der neutestamentlichen Verkündigung” en Hans–Werner Bartsch (Hg.), Kerygma und Mythos, Band 1, 4 Aufl, Reich, Hamburg, 1960, p. 16.

      3- Gn 32, 23–33. Jacob cruza el vado de Yabboq, con