y el conocimiento (Bettetini y Colombo, 1995: 11-41).
Sí, en cambio, hemos de interesarnos por la complejidad de los productos, cuando menos en los términos que señala, por ejemplo, Cebrián (1995: 54) cuando afirma que:
Lo audiovisual engloba, en definitiva, dos sentidos claramente definidos desde la perspectiva lingüística: a) Un sentido amplio, como mera yuxtaposición de los dos términos: audio y vídeo, pero sin establecimiento de relación alguna entre ambos; en este sentido se considera lo auditivo por un lado y lo visual por otro con plena autonomía de funcionamiento de cada uno de ellos y presencia de diversos medios. Lo audiovisual aparece en medios basados exclusivamente en sonidos como el disco, el magnetófono, el teléfono y la radio. Lo visual se presenta en medios basados en representaciones de imágenes: cine mudo, cartel y fotografía fundamentalmente. b) En sentido restringido, se refiere a la interrelación plena de los dos términos mediante la cual se establece una integración de ambos para originar un nuevo producto: lo audiovisual pleno, dentro del cual ya no es posible examinar por separado cada uno de los componentes si no se quiere destruir el sentido que transmiten. La percepción se realiza por la vista y el oído simultáneamente. Las vinculaciones de imágenes y sonidos son tales que cada uno contrae relaciones con el otro por armonía, complementariedad, refuerzo, contraste. De todo ello surgen nuevos sentidos. Lo audiovisual, según esta acepción, no es una suma, sino una unidad expresiva total y autónoma. Los medios más representativos son el cine sonoro, la televisión, el vídeo y todos los derivados de cada uno de ellos, y cuya influencia se aprecia en los sistemas de multimedia y su horizonte próximo en las redes interactivas multimedia. [...] Lo audiovisual se enmarca en el proceso comunicativo. Las perspectivas anteriores analizan el concepto desde puntos de vista parciales. Eliminan el entorno y el contexto en el que se presenta lo audiovisual. Son válidas pero incompletas. Lo audiovisual no es algo aislado y fijo, sino que tiene una dinamicidad y una interconexión con el proceso y sistema comunicativo global. Cada uno de los componentes del acto comunicativo tiene repercusión en lo audiovisual. Hay que examinarlo, pues, en esta trabazón de contextos particulares y en el contexto global.
Así pues, el estudio lingüístico de los productos mediáticos es pertinente y necesario por constituir una manifestación de su objeto específico de indagación, al tiempo que debe formar parte del análisis, comprensión e interpretación del discurso mediático como entidad compleja, si se quiere dar cuenta de la misma de modo adecuado y coherente. En otras palabras, la aproximación lingüística a los discursos mediáticos se convierte en necesaria desde el momento en que históricamente los lingüistas han asumido los lenguajes naturales como objeto primordial de su investigación y, a nuestro modo de ver, los nuevos lenguajes significan, sin duda, una nueva manifestación de esos lenguajes naturales, por más que se presenten interrelacionados con otros de carácter visual, auditivo, etc. Además, la automarginación de los lingüistas en el análisis e interpretación de los discursos mediático-audiovisuales puede convertir el estudio de los mismos en una operación a todas luces insuficiente y parcial.
Considérese como dato de apoyo el hecho de que cualquier productor (emisor) de tales discursos realiza continuamente una doble traslación (traducción, si acaso) del lenguaje natural al audiovisual-mediático y de éste al natural explícito e implícito, lo que constituye el auténtico proceso de conformación / interpretación de estos discursos.
La tesis que aquí se propone tiene, pues, como primer supuesto la naturaleza compleja de los productos, que proviene de la interrelación de diferentes lenguajes en tales discursos en cuanto sistemas sígnicos y comunicativos entre los cuales está, sin duda, el lenguaje natural (oral o escrito). El segundo es correlato del anterior en tanto en cuanto la presencia del lenguaje en los textos discursivos conlleva lógicamente la intervención epistemológica y metodológica, por tanto investigadora, de la Lingüística como disciplina y de los lingüistas como investigadores, analistas e intérpretes.
1.4.2 Paradigmas comunicativos y paradigmas lingüísticos
Planteada la necesidad de la perspectiva lingüística en el estudio de los discursos mediáticos, conviene especificar las posibles pautas de los lingüistas como investigadores y de la Lingüística como paradigma científico adecuado para el análisis e interpretación del objeto de investigación seleccionado.
Para llevar a cabo los dos objetivos enunciados, consideramos imprescindible realizar, o al menos tener presentes, estas operaciones:
a) delimitar el objeto de investigación como complejo, especificando los aspectos de esa complejidad;
b) definir el ámbito de intervención de la Lingüística como disciplina o campo de investigación, y finalmente
c) incidir en el compromiso de que participen lingüistas en la actuación investigadora necesariamente interdisciplinar.
La naturaleza compleja del objeto es fácil de comprobar y ha sido reiterada por los especialistas basándose, por una parte, en los factores que intervienen en el proceso de producción, tal como han puesto en evidencia, entre otros, los teóricos de la Economía Política de la Comunicación, la Semiótica, la Socio-semiótica, etc.; por otra, en los elementos que intervienen en la conformación de los discursos como lenguajes dotados de una peculiaridad especial, pero que, al mismo tiempo, adquieren una única particularidad como hecho, objeto, discurso mediático definido por la complementariedad (sincretismo), y no por la siempre superposición.
Cualquier discurso mediático es el resultado de la complementariedad de un conjunto de signos, sistemas sígnicos o sistemas plurales que se interrelacionan e interactúan dentro de un sistema más complejo propio de un medio y, dentro de él, en un programa o programación determinados, en el cual adquieren una especificidad particular, mediática: sea audiovisual, hipertextual o multimediática.
No obstante, la complejidad o complementariedad a la que hemos aludido no supone la eliminación de la peculiaridad de cada uno de los lenguajes que la componen o conforman, sino que éstos adquieren mayor o menor relevancia en función de la fase del proceso de producción o recepción (análisis de la interpretación) al que hagamos alusión o centremos nuestro interés investigador.
Si trasladamos lo dicho anteriormente al terreno específico del lenguaje natural (oral o escrito) hemos de situarnos en el ámbito conceptual e investigador (epistemológico y metodológico) enmarcado en la unidad comunicativa «texto», que viene definido por unas propiedades específicas y se traduce en las situaciones concretas en diferentes tipos, géneros o ámbitos de uso (Casetti y Di Chio, 1999; González Requena, 1992; Van Dijk, 1998; Zunzunegui, 1992).
Desde esta perspectiva, los textos audiovisuales, multimediáticos e informáticos se conforman respetando en los diferentes tipos textuales las propiedades que los definen genéricamente, aunque se realicen de formas específicas. En este tipo de textos mediáticos, la presencia, y en su caso la relevancia, creemos que puede estudiarse e interpretarse recurriendo a la perspectiva, modelo, que ha sido denominada cognitiva y gestáltica (López García, 1989, 1992), que toma los conceptos de «fondo» y «figura» y su relación como ejes fundamentales de la dinámica explicativa. Es decir, el lenguaje natural, oral o escrito, funciona como fondo de la figura en los textos mediáticos en algunas de las fases del proceso de producción y de recepción.
En la producción de textos informativos televisivos, por ejemplo, puede contemplarse el lenguaje escrito como figura en la construcción del guión o escaleta, mientras que se convierte en fondo en la representación puesta en escena, si bien, incluso en la puesta en escena el lenguaje oral de los presentadores o conductores de un programa específico, el de los intervinientes en los cortes de voz, pasan a ser figura. En el proceso de recepción ocurre algo similar, puesto que en la participación de los actores o espectadores, telespectadores del espectáculo televisivo informativo (González Requena, 1992) supone, quizá, un proceso inverso en el que ese agente comunicativo, que es el receptor, convierte el lenguaje oral o escrito en figura de la comprensión, análisis e interpretación, de la puesta en escena del discurso informativo.
La presencia del lenguaje natural en los discursos mediáticos, interpretado desde esta o desde otra perspectiva, aparece sin duda como formante indispensable y su estudio no ha de realizarse únicamente en