Bibiana Belsasso

Muy personal con... Bibiana Belsasso


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tres años, primero en el Instituto Internacional de Administración Pública y después en La Sorbona, en la Universidad de Derecho. Fueron años felices, de educación y de pobreza. Decía Hemingway que “París es el único lugar del mundo donde se puede ser pobre y feliz a la vez”, yo digo que para eso hay que ser joven y hay que ser estudiante también.

       ¿Fue espectacular estar allá?

      Fue espectacular, el mejor campus del mundo, la ciudad de París.

       ¿Y regresas a México a trabajar en la función pública?

      Regreso a México para ser secretario ejecutivo del Instituto Nacional de Administración Pública, en 1979. Lo hago con mucho entusiasmo cuando había aquel Programa de Reforma Administrativa, en el que se creía profundamente. Ingreso a la vida académica, soy profesor y después me voy al Banco Obrero, luego al Estado de México, como secretario de Administración.

       Te conocí cuando trabajaba en Estados Unidos para cbs y tú eras vocero del presidente Zedillo.

      Conocía a tu familia, como he dejado testimonio de ello, y le tuve gran aprecio y, efectivamente, ahí nos conocimos. Fui vocero del presidente, dicen que el primer vocero o el primero que tuvo tal título de manera oficial, fueron años muy intensos.

      Y debe haber sido muy difícil porque el presidente Zedillo odiaba las entrevistas y no le gustaba hablar ante los medios de comunicación.

      La comunicación social siempre es difícil y es complicada la Presidencia de la República, pero es un gran honor. Siempre digo, que es probablemente el más grande honor de mi vida pública, pero no quisiera volver a ser vocero.

      ¿Cómo le decías al presidente Zedillo tenemos que hablar de tal tema, tiene que hacer tal entrevista?

      Había forma de comunicarme con él, había disponibilidad. Hay diferentes temperamentos en los presidentes, creo que él fue respetuoso de los medios y de la libertad de expresión.

      Platícame anécdotas de esta época.

      Hubo muchas, recuerdo en particular el levantamiento del epr, por ejemplo. Fue un momento de gran tensión y también recuerdo la Reforma Política, la Constitucional, el gran propósito de fortalecer la vida democrática del país. Por supuesto que el 95 fue un año durísimo.

       El año de la crisis económica terrible, sobre todo para poderlo comunicar porque la gente estaba furiosa.

      Efectivamente, en particular el primer semestre de 1995 fue muy duro. A partir del segundo semestre de 1996, cuando la economía empezó a repuntar, también empezaron a repuntar los números del entonces presidente.

       ¿Cómo se vivía en el cuarto de guerra, sobre todo el tema de comunicación?

      Se vivía con gran dificultad, fueron años muy complicados, el país vivió una caída del Producto Interno Bruto, si mi memoria no me falla, del ocho por ciento, una cosa espantosa, una inflación muy alta, elevación de impuestos, pérdida de empleos, intereses altísimos; afortunadamente se superó. Pienso que las reformas que se hicieron desde el sexenio del presidente Salinas, durante el de Zedillo que fueron continuadas muchas de ellas, nos han convertido en un país con gran capacidad exportadora, manufacturera. Dependíamos en un 80 por ciento del petróleo para nuestras exportaciones, hoy dependemos en un ocho por ciento, creo que hay cosas que son difíciles en México, pero también hay éxitos, hay claros, hay puntos brillantes y éste es uno de ellos.

       Si a la fecha continuáramos dependiendo del petróleo de esa manera, ahora con el precio que tiene, sería una tragedia.

      Habría sido una verdadera catástrofe. Mis amigos en Japón, y los empresarios con los que trato ven a México con una óptica de simpatía y mucha confianza de largo plazo.

       Termina la administración del presidente Zedillo, hay alternancia en el gobierno, ¿qué pasa contigo?

      Voy a trabajar al Instituto Nacional de Administración Pública, me dedico a la academia, a algunas cosas de carácter personal y finalmente trabajo durante siete años en Nuevo León, donde tuve años muy gratos. Monterrey es una gran ciudad, la cual vivió momentos muy difíciles en los que me tocó estar presente, asumir situaciones, diría yo, de elevado riesgo.

       También fuiste embajador en Portugal,¿eso cuándo fue?

      Fue al final de la Presidencia de Zedillo, tuve ese gran honor. Fui antes director general de un pequeño organismo internacional de Ciencias Administrativas, el inap del mundo, digamos, en Bruselas, en años anteriores, de 1988 a 1991. Es un puesto internacional de cierta relevancia, pero embajador de México solamente lo he sido dos veces.

       Estuviste como subsecretario de Comunicaciones y Transportes en México, ya en el gobierno del presidente Enrique Peña.

      Así es, dos años, un tema muy complejo, la logística es fundamental para el funcionamiento de la economía, transporte ferroviario, autotransporte, aviación, aeropuertos, control de tráfico aéreo. Dos años de intenso aprendizaje.

       ¿Por qué te designan embajador de México en Japón?

      Entiendo que las consideraciones que se hicieron es que tenía ya una experiencia internacional, me gustan mucho los proyectos estratégicos, trabajar con los empresarios extranjeros y los mexicanos.

       Hay una relación muy importante entre México y Japón.

      Es una relación estratégica. Japón es uno de los socios más importantes de México, 930 empresas niponas funcionan u operan en nuestro país. Han invertido mucho en la industria eléctrica, electrónica, automotriz, y también en algunos sectores de energía. La inversión japonesa en el país es de 20 mil millones de dólares, les vendemos cada año cuatro mil millones de dólares, entre ellos, mil millones de productos agropecuarios. Son socios muy importantes, gente muy seria. Vienen pensando en México con confianza a largo plazo.

       ¿México qué exporta a Japón?

      Fundamentalmente productos agropecuarios, también algunos camiones y componentes que ellos mismos procesan en México, y productos pesqueros. Poca gente sabe que nueve de cada diez aguacates que se consumen en Japón son mexicanos.

       Sí, sin duda están introduciendo muchísimo dinero a México todos estos productos agrícolas que mandamos a países tan lejanos, ¿cuánto cuesta un aguacate, un melón en Japón?

      Los melones pueden parecer prácticamente obras de arte o piezas de joyería, un melón puede costar 20 o 30 dólares, ¡un solo bello melón! Pero el tema obviamente está en la cantidad, en la calidad, es un mercado, el más grande del mundo en la importación de productos agropecuarios, del mundo desarrollado, pero también es muy exigente en los temas fitosanitarios y, por ejemplo, ahora tenemos una muy buena noticia: Japón considera que toda la república Mexicana está libre de fiebre aftosa del puerco, por lo que podremos elevar sustancialmente nuestras exportaciones de carne de puerco desde toda la República a Japón, en donde ya somos uno de los principales proveedores.

       Te vas a Japón, una sociedad mucho más conservadora incluso que la mexicana, tienes una novia de la cual te enamoras perdidamente y te casas rapidísimo.

      Me casé por esa razón. La gente se casa porque se enamora y afortunadamente elegí bien, me casé con Mara Madero, estamos muy contentos en Japón, compartimos una experiencia y una oportunidad maravillosa y trabajamos duro, no es turismo, no es socialité, es un esfuerzo muy serio por representar dignamente a nuestro país y por trabajar en todos los temas de la relación bilateral.

       A Mara, ¿cómo la conoces?

      Llegué a casa de mi hermana inocentemente a comer una pizza y salí prendado de una de las chicas, y resulta después que hay un café, después una copa y después todo