Es administradora.
Sí, estudió Administración de Empresas, trabajó mucho con su papá al principio, él se dedica al ámbito de los hoteles y restaurantes, y ahora ella se dedica ciento por ciento a la familia, a estar al pendiente de los hijos, a la casa, eso es a lo que se dedica de tiempo completo.
¿Le gusta la política?
Le apasiona ver lo que hago, pero en la casa no nos dedicamos a hablar de eso, hablamos de otros temas, la conversación central suelen ser los niños, eso te da un buen balance.
¿Llegas en la noche, y ya a punto de dormirse no te pregunta, si has pensado en el 2018?
Siempre me pregunta y le platico muchísimo de lo que hago, se involucra en términos de apoyo, pero me permite tener el balance de poder cambiar de tema, es una relación muy equilibrada la que tenemos.
¿A qué hora ves a tus hijos?
Esa es mi fascinación en la vida. Mi debilidad, en el buen sentido de la palabra, es mi familia, el espacio, el refugio, lo que más cuido. Yo, francamente, no creo en esta idea del político tradicional, de que hay que trabajar hasta altísimas horas de la noche, tener a la familia completamente descuidada y cada vez que dan un informe abrir pidiéndole perdón por todo el tiempo que le han quitado. Creo que hay que ser equilibrados y que la familia requiere tiempo, esfuerzo, que, si uno quiere ayudar al país, lo primero que tiene que hacer es formar bien a sus propios hijos para que sean buenos ciudadanos. De tal manera que, para mí, es una altísima prioridad, en términos de convicción. No disfruto nada más en la vida, si ahorita me dijeras “tienes un día libre, ¿qué quieres hacer con él?” estar con mi esposa y con mis tres hijitos.
¿En dónde?
Nos gustan muchísimo las actividades en el exterior, si ahorita tuviera que escoger algo, se me antojaría un paseo largo en bicicleta. Santiago y Mateo, aunque están chiquitos son buenos para la bici, tienen sus bicis de velocidades y toda la cosa; Carmen en mi bici tiene una sillita especial.
¿Quiénes han sido tus grandes maestros políticos?
Sin duda, el gran ejemplo para mi generación en el pan fue don Luis H. Álvarez, porque era un político muy bien formado y que toda su vida se mantuvo con una rectitud absoluta, es decir, murió a sus más de 90 años después de haber ocupado distintos cargos importantísimos. Fue presidente nacional del pan, fue alcalde en su municipio, fue candidato a presidente de la República, sin una sola acusación de corrupción, un hombre que jamás se enriqueció de manera ilícita, no tendría duda en decirte, don Luis, como el gran referente de a lo que yo aspiraría.
Pero eso es aspiracional, generacionalmente es muy distinto, por ejemplo, alguien con quien hayas trabajado.
Paco Garrido quien fue gobernador de Querétaro, fui su secretario particular. Sin duda un referente, un hombre con un pensamiento ordenado como pocos que haya podido conocer, con una enorme capacidad para resolver problemas. La verdad es que Querétaro durante el tiempo en que él gobernó y que tuve la oportunidad de acompañarlo, estuvo muy bien en términos de seguridad, de crecimiento económico, de infraestructura. Le aprendí mucho a Paco.
Tienes otros personajes cercanos ahorita, por ejemplo, Santiago Creel, Gustavo Madero...
De todo mundo se aprende, cada vez que uno tiene la oportunidad de discutir con otra persona hay algo que aprender. No me gusta idealizar a las personas porque creo que todos tenemos algo que aportar, no creo en el blanco y en el negro, sino que son pocos los personajes como Don Luis, que son casi puras luces, la mayoría de los seres humanos son una combinación de luces y sombras con tonos de gris. Más que idealizar a un personaje y decir: “Éste es mi gran referente y yo haría todo lo que esta persona diga”, procuro ir tomando lo mejor de cada quien y en conjunto tomar las mejores decisiones en las responsabilidades que tengo.
Sí, porque finalmente en la vida, como bien dices tú, no hay ni blanco ni negro, hay muchos matices alrededor y así tiene que ser, si no imagínate qué aburrido sería.
Los seres humanos así somos, tenemos virtudes, defectos. Entre más alto sea el nivel de conciencia que uno tenga para reconocer sus propios defectos, para acompañarse de gente valiosa que ayude a tomar buenas decisiones, creo que mejor le va a uno en la vida.
Entre más alto sea el nivel que alcances, ¿más enemigos tienes?
No necesariamente, si uno se conduce con honestidad, porque en ciertas responsabilidades, por ejemplo aquí en la dirigencia Nacional, se toman decisiones dificilísimas cuando tenemos procesos internos. Déjame tomar el caso de Chihuahua, donde el candidato fue Javier Corral. Había seis aspirantes originalmente, estábamos sentados en la mesa con todos ellos que cuentan con trayectorias muy importantes, entonces ir tomando decisiones, ir encaminando los procesos, por supuesto que tiene costos. Pero cuando se le habla a la gente de frente, viéndola a los ojos, con honestidad, empeñando la palabra y cumpliendo la palabra empeñada, puede haber momentos en los que no se comprenda la decisión, pero no queda un agravio que implique una enemistad. Yo trato de no tener enemigos y no tener odios.
¿Cuál ha sido el día más feliz de tu vida?
Es difícil escoger un día, porque sí lo asocio definitivamente a cuando me casé y cuando nacieron mis hijos. Pero no dejan de ser procesos, porque llevaba ocho años de novio con mi esposa y la boda se planea con tiempo. La boda es el momento en el que se sintetiza ese amor de novios extraordinario y el nacimiento de los hijos es el inicio de la parte más bonita de la vida. A mí no me ha pasado algo mejor, a lo mejor habrá quien diga: “El día que gané una elección”. No, para mí, por encima de cualquier logro profesional, está el tema de la familia. Después de esos dos, probablemente el día que fui electo presidente nacional del pan, porque es la responsabilidad más importante que he tenido en términos públicos y es la responsabilidad más grande que he tenido para poder construir el bien común que es a lo que siempre he aspirado.
¿El más triste?
Cuando se murió mi abuela materna, la quise muchísimo, fuimos cercanísimos, fue una mujer a la que le tuve una profunda admiración, siempre he creído que estaba adelantada a su tiempo, era una profesionista, una mujer muy brillante, arquitecta. Murió a los 80 años, todavía con una obra pendiente, ella seguía yendo a supervisar sus propias obras y fue un poquito trágico porque estaba muy bien de salud. Estaba fumigando su casa, porque hacía todo por su cuenta, se cayó y a mí me tocó encontrarla, el impacto fue muy fuerte, lo recuerdo como un día muy duro. Era un domingo e íbamos a ir a comer, fui a recogerla y cuando entré la encontré.
¿Y qué hiciste?, ¿le hablaste a la ambulancia?, ¿ya sabías que había fallecido?
No falleció en el momento, estaba completamente inconsciente, pero llamamos a la ambulancia y llegó al hospital, fue un proceso difícil de unas cuantas semanas, ya nunca recuperó bien la conciencia y finalmente se nos fue. Pero la recuerdo con enorme gusto y como alguien que fue un ejemplo de tenacidad y sobre todo de honradez, una mujer verdaderamente de primera en términos de valores.
Completa esta frase, Ricardo Anaya es…
Muy apasionado. En lo que creo que debo hacer, pongo todo mi esfuerzo, todo mi entusiasmo. Y alguien que trata de superarse todos los días.
Óscar Arias
Premio Nobel de la Paz y ex Presidente de Costa Rica
El estratega de la paz
¿Cuánto tiempo se tardaron en salir?
Fueron horas de mucha discusión. Estábamos los cinco presidentes solos, no había cancilleres,