aún le goteaba leche y entre risas de complicidad me trajo a la cocina y me dijo que si me había gustado, le dije que sí, pero que quería saber qué sentía ella cuando se la metió, se me acercó, me hizo cogérsela y me dijo: ¨Ya serás grande y seguro lo harás, más tú no tienes cuca*, así que tienes que metértela por el culo¨. Se puso a reír mientras bebía agua e iba de regreso a su habitación y me mandó a dormir.
Esa noche no pude dormir después de lo que había visto, recuerdo que me masturbé muchas veces, quería ver como salía leche de mi polla, pero perdí la noción y me quedé dormido.
Transcurrieron las semanas y un día llegó una nieta de aquella señora que tenía mí misma edad y nos hicimos muy amigos, tanto que me dejaron jugar con ella, pero lo que no sabían es que ella era igual o más piquiña* que yo, porque en algún momento en nuestro juego, aquella niña me había metido debajo de una mesa y me hizo colocar unas sábanas para hacer la forma de una casita de juegos, pero lo que yo no sabía era que había otro interés oculto, pues en algún momento me pidió, cuando todo estaba ya cerrado bajo la mesa que me bajase los pantalones, al mismo tiempo que ella lo hizo, me dijo que ya que estamos jugando al papá y a la mamá, debemos hacer lo que la mamá y el papá hacen, así que déjame que yo te chupe el chichi* así como mamá se lo hace a mi papá.
Eso me interesó mucho, pues estaba deseando saber que se sentía chupándome la polla y efectivamente fue una sensación de cosquilleo, pero a la vez placentero que cada vez que la sacaba y la metía de nuevo en su boca, podíamos notar que se ponía dura, para luego pedirme que yo le hiciese lo mismo.
Debo admitir que la experiencia no fue muy agradable, ya que no me dio el gusto que imaginé, cuando aquella mujer le hacía una mamada a aquella polla y pude notar que quería estar en aquella posición, donde yo estaría chupando esa polla grande gorda y sentir como se corría dentro de mi boca, porque siempre me habían dicho que la leche debía tomarla porque era de gran alimento. Le hice una buena mamada al coño de aquella niña y de mi polla empezó a salir un líquido extraño pero transparente.
En algún momento perdí el control, estaba muy caliente y le metí los dedos en el coño para luego meterle la polla y hacer lo mismo que aprendí viendo aquella noche en la madrugada. A ella le debía gustar mucho porque estaba callada, pero podía notar su cara de placer hasta que llegó el momento del remordimiento, nos vestimos y seguimos jugando para que no notaran aquella picardía que sabíamos que estaba mal, pero fue de mucho morbo para los dos.
El tiempo transcurrió, yo seguía siendo un chico rebelde y deseoso de encontrar eso que tanto quería, pero jamás volvió a ocurrir, pero eso no evitó que yo siguiese oliendo aquella ropa interior con aroma a polla y coño que tanto me excitaba y me hacía unas cuantas pajas al día en aquel cuarto triste.
Un día todos se habían ido de la casa y me habían dejado solo, eso me gustó, pues pensé que llegaría aquel chico y al notar que estábamos solos podría pasar algo, pero no pasó. Eran tantas mis ganas de alimentar aquel morbo, que en un momento de silencio escuche el chorro de una ducha.
Era obvio que no era en casa, pero mi abuelo vivía al lado con mi hermano mayor con el que apenas tenía contacto, él era de una relación anterior de mi mamá. En ese momento podría tener catorce años, así que busqué la forma de subir por la pared del patio que daba al suyo, logré subir como pude y ver el cuerpo desnudo de mi hermano, él no era fuerte, ni tampoco le vi la polla dura, pero sí su cuerpo lampiño con una polla muy delicada, un culo blanco hermoso y un cuerpo atlético.
Sabía que era mi hermano, me sentí mal por espiarle de esa forma, pero me gustó verle duchándose en el patio de su casa, era más fuerte que yo y pude comprender que todos los hombres teníamos cuerpos diferentes independientemente de la edad y que en el algún momento el cuerpo de niño que yo tenía iba a cambiar.
Al cumplir los seis años me echaron del colegio, la señora no me quería más en su casa, yo de igual forma extrañaba a mi madre y sabía que en cada cumpleaños de mi hermana ella venía y lo celebrábamos con una tarta para los dos.
Cuando llegó ese día, mi madre vino como siempre con la tarta que había comprado donde trabajaba en la ciudad de Cali, sabía que nos gustaba mucho, traía pocos regalos, ya que no le alcanzaba para tanto como ella quería, pero lo que nunca pensó era que en ese viaje debía regresarse conmigo, porque ya no tenía cabida en aquella casa. Le sentó fatal porque no tenía un lugar seguro para ella y menos para mí, pero incluso así tuvo que aceptarlo y dejar a mi hermana allí, ya que ella sí tenía colegio y la señora siempre tuvo más apego hacia ella, pero solo porque le servía para que le hiciera los favores que ninguno de sus hijos le hacía.
Cali primeras experiencias sexuales
Me dolió separarme de mi hermana, era para mí la compañía de siempre, sabía que ella también deseaba venirse con nosotros y dejar aquella casa nefasta de gente abusadora. El viaje se me hizo muy largo, esa noche mi madre me tuvo que llevar en sus brazos, porque no le alcanzaba para mi transporte y encima yo llevaba nuestra bolsa de plástico con la ropa. Al llegar a Cali fuimos a una casa donde mi madre vivía con su mejor amiga y su familia.
Allí pude notar que había más niños de mi edad, la casa era más grande y sobre todo que la madre de su mejor amiga también era sastra, pensé que también me iban a encerrar en un cuarto horrible, me puse a llorar, mi madre se enojó y me preguntó: ¿Qué te ocurre? y le dije: ¿Si acá también me iban a meter en un cuarto horrible?, se puso a llorar, me abrazó y pude ver las caras de pesar* de las demás personas, aunque no entendía el porqué.
En el transcurso de los días hice amistad con los chicos de la casa, el hijo de la mejor amiga de mi madre y yo hicimos buena amistad, fuimos muy cómplices en picardías de juegos. He de admitir que hubo unos momentos donde Michael, su primo Wilmar y yo tuvimos ciertos momentos de morbos, pero fueron contados. porque pronto mi madre se trajo a mi hermana y alquiló una habitación en otra parte de la ciudad de Cali.
Un día entrando a la habitación de Michael pude ver cómo su primo Wilmar le estaba follando, esta vez descubrí que dos hombres podían tener sexo. Aunque al principio se escabulleron al ver que entré a la habitación sin avisar, pero después me hicieron cómplice de aquello.
Al entrar pude ver que Michael estaba acostado boca abajo y su primo Wilmar estaba encima de él y era evidente que le estaba penetrando, después de disimular que allí no pasaba nada, me mostraron una revista en la que se podía ver mujeres desnudas y hombres haciendo posiciones, estaba claro que estaban siguiendo al pie de la letra cada postura, Wilmar me dijo que si quería hacerme una paja con ellos, a lo que le respondí con un sí rotundo.
Me pidieron que me la sacara y que me la dejase chupar, pude notar que la mía era más grande que la de ellos y a los dos les gustó mucho, porque Wilmar pidió que se la metiera a Michael primero. Meterla por primera vez en un culo fue molesto, pero luego no pude parar de comer aquel culo rosado y sentir como su culo apretaba mi polla y sentir su polla dura, era obvio que lo disfrutaba, mientras su primo nos veía acostado a un lado tocándosela y a la vez mi polla entrando en aquel culo.
Luego pidió que se la metiera yo a él, pero nos asustamos mucho, ya que al sacar mi polla del culo de Michael, había mucha sangre y no sabíamos qué hacer. Michael lloró un poco de lo asustado que estaba, pero le convencimos de que nadie podía saber nada, así que se puso unas medias* y la ropa interior, nos vestimos, salimos de la habitación y nos pusimos a ver la TV. Desde entonces ni hablamos, ni volvimos hacer esas cosas, seguro que no queríamos vivir de nuevo aquella escena, pero fuimos inseparables desde aquel momento.
El tiempo transcurrió y llegó el momento de irnos a nuestra nueva casa, mi madre había alquilado una habitación en casa de una señora que tenía dos hijos, uno de diecisiete y otro de dos años.
En este sitio mi madre nos metió al colegio, mi hermana vino de Zarzal y allí empezamos a tener una vida más tranquila y normal. Mientras mamá trabajaba todo el día, nosotros íbamos al colegio, nos quedábamos solos en casa y veíamos la TV con la señora María.
Un día mi hermana se marchó con