bares y muchos taxistas, aparte de la gente que estaba en la calle. Ese mundo llamó mi interés, me gustaba el ambiente que se sentía de “sexo y peligro” por donde pasaba me llamaban diciéndome: “Bebé, venga le chupo esa verga” y eso me gustó mucho.
Al llegar a Sameco, me di cuenta de que no solo estaba Don Hernando, también estaban casi todos sus hermanos y otras familias, con puestos de diferentes productos e incluso también atendían en plan bar, o sea, que se encontraban prostitutas acompañando a hombres bebiendo alcohol.
Don Hernando me presentó a toda su familia. Todos me dieron la bienvenida y me daban a probar sus productos, que me encantaban, aunque casi todos hacían buñuelos, cada uno tenía un sabor diferente, lo que hacía que cada uno tuviese su propia clientela. Luego tuve que esperar a que Don Hernando tuviese las hojaldras que tenía que llevar hacia el negocio de su esposa Doña Rosalba, mientras tanto, él me explicaba cómo era el funcionamiento del trabajo y ayudaba a atender a los clientes que llegaban, pues sus hojaldras eran las mejores por lo deliciosas que eran.
Cuando por fin estuvieron listas, me fui hacia al negocio de Doña Rosalba. En el camino pasé por otro camino mucho más solitario, debía cruzar por una estación de gasolina y una parada de taxis. Pasé por en medio y salí hacia el lateral del puente que daba a una calle oscura y solitaria, en la mitad de la calle había un callejón mucho más oscuro, pues no había postes de luz y me metí por ahí, quería observar si en ese callejón había algo que me interesara, ver si me encontraba a alguien y efectivamente fue así.
Había un taxi con el motor y las luces apagadas y fuera estaba su conductor follando con una travestí, pude notar que la travestí se lo estaba follando a él. Yo para disimular me disculpé y pregunté por donde estaba la fábrica de pollos y vi cómo le colgaba la polla. La travestí tenía unas tetas grandes y la polla erecta. Salí corriendo de aquel callejón, pero con cierto morbo, pues me excitó aquella escena.
Al llegar al puesto de Doña Rosalba, había muchas personas y ella atendiéndoles con la ayuda del vigilante del parqueadero*. Doña Rosalba me regañó, pues me había demorado mucho y ella no podía quedarse sola mucho tiempo, porque tenía que fritar* para no quedarse sin producción. Yo como pude me excusé y le dije que no había hojaldras listas.
Las personas que estaban allí eran travestis y gays, ya que más adelante había una discoteca de ambiente y después de salir de la discoteca, todas esas personas venían buscando algo que comer y el puesto más cercano era el de Doña Rosalba. Me puse a atender a cada uno y hay decir que algunos ya conocían mucho a Doña Rosalba, pues tenían una gran confianza con ella. Había travestis muy lindas tanto que parecían mujeres y chicos muy guapos. En un momento cuando a uno de ellos se le estaba enfriando el chocolate, con todo el descaro, llevó la mano hacia mi polla, yo me quedé sorprendido, más no quería alertarme para no darles a entender que eso me gustaba.
Después de que todos se marcharan, hubo un tiempo que nos quedamos solos hablando, ya que la discoteca había cerrado, comí un poco, pero pensaba cómo sería el ambiente en aquella discoteca y me puse muy caliente, pues me imagine cosas muy morbosas en aquel sitio. Le dije a Doña Rosalba donde había un baño y ella me mandó al parqueadero*. Era un baño horrible, tenía que pasar entre los carros y el sanitario no funcionaba bien, el sitio era oscuro, así saqué mi polla y empecé a masturbarme, ya que lo visto en aquella madrugada me había puesto muy caliente.
Pasaron las horas y ya estaba amaneciendo, cada vez había más gente, unos salían y otros entraban a las fábricas, era todo muy caótico, el trabajo se volvió más estresante, debía hacer varias idas y vueltas para que ningún puesto se quedaran sin café y producción, tanto que ese día terminé rendido, llegué a casa a las 12:30 del mediodía. Ese día no fui a estudiar y me quedé durmiendo el resto del día.
Transcurrieron los días poco a poco, compaginaba mis estudios con el trabajo, eso significaba que no rendía en mis estudios, ya que en ocasiones me quedaba dormido en las clases y bajé las notas de forma brusca. Mis profesores se preocuparon y llamaron a mi madre a una reunión, para informarle de lo que estaba aconteciendo. Ese día después de la reunión, mi madre hablo con Doña Rosalba, decidieron que sería ella la que trabajase y yo seguiría estudiando.
Está claro que cuando empecé a ganar mi propio dinero, ya no estaba muy interesado en estudiar, aunque debía hacerlo porque mi madre y Don Hernando me obligaban. En el colegio ya no era muy aplicado porque me la pasaba siendo el chico rebelde de las clases con mis amigos.
Tenía un amigo llamado Brayan que me gustaba muchísimo, era sin duda el chico guapo del salón*. Éramos muy cómplices compartíamos novias, ya que por ser los rebeldes de la clase, eso nos hacía populares entre las chicas, pero yo siempre estuve enamorado de mi amigo, tanto que nos tocábamos las pollas y nos poníamos cachondos. Un día en la clase, nos tocamos por debajo de los pupitres y fue tanta la excitación que nos hicimos una paja en medio de la clase y nadie se enteró, llevábamos puesto el uniforme de educación física y nos sentábamos en el pupitre de la última fila.
Otro día, en la clase de educación física nos juntamos todos los chicos del salón*, o sea, mis amigos Diego, Nicolás, Alfer, Manuel, Brayan, Martín y yo, estábamos en el patio del colegio y en un momento de distracción de nuestra profesora nos fuimos todos a la parte de atrás y nos subimos a un tejado. Allí todos empezamos a hablar de la profesora de lo guapa que era, de su culo grande y poco a poco cada uno de nosotros nos pusimos cachondos tanto que Nicolás sacó la polla y después lo hicimos todos.
Ese momento fue fantástico, pues pude ver las pollas de mis amigos y ellos la mía, sin duda la mía era mayor que las de todos ellos, tanto que Nicolás me la tocó y luego los demás y cada uno masturbaba al otro e hicimos una competición de quién se corría más lejos.
Por supuesto ninguno eyaculaba con esa edad, pero fuese lo que fuese lo que salía, Nicolás nos ganó pues era el morenazo del grupo. Después de esto nos pusimos a jugar, como si no hubiese pasado nada aquella tarde en clase de educación física.
Un día estando en casa me llamó mi vecino David, que era de mí misma edad, él estaba solo en casa y quería jugar conmigo, pero su intención era otra, pues después de un momento me dijo si nos hacíamos una paja, yo le dije que sí, ya que todo lo que tuviese que ver con sexo me producía mucho morbo.
David era un amigo muy tímido, pero morboso, ese día me pidió que le mostrase la polla, lo hice y fue tanto su morbo que me la acarició provocando que se me pusiera muy dura, en ese mismo momento nos pusimos a pajearnos mirándonos uno al otro. Su polla era normalita, pero muy dura, se la toqué y le pedí que me la dejase chupar, a lo que él accedió, era tanto su placer que le lubricaba mucho, hasta que los dos llegamos al momento del clímax, pero era tan tímido que al terminar me pidió que me fuese, porque estaba al llegar su madre y su hermano.
Los días transcurrieron y seguí mi rutina de estudiar en casa y salir a jugar con mis amigos, típicas cosas de un chico de mi edad.
Un día mi amigo Óscar y yo nos pusimos a jugar con nuestros muñecos de Dragon Ball, en una montaña de arena que había fuera de su casa, ya que en su casa estaban construyendo. Llegó un momento en el que Óscar me invitó a jugar en su habitación, él tenía muchos más juguetes allí, acepté y nos dirigimos a su habitación, al llegar nos pusimos a jugar con todos sus juguetes, eran mejores que los míos, pero las intenciones de Óscar eran otras, en un momento dado, él empezó a tocar mi polla y eso me gustó, yo le besé y le comí su boca, estaba claro que entre los dos siempre hubo una atracción, porque desde que nos conocimos siempre fuimos buenos amigos, ese día él dio el siguiente paso y esa noche nos dejamos llevar por el morbo.
Nada más tocarme la polla Óscar, yo le besé y él respondió con el mismo ímpetu, tanto que le bajé el pantalón y empecé a chupársela, también el ojete, eso le encantó porque se me abrió de piernas y la tenía muy dura, sudaba de lo cachondo que le había puesto, al mismo tiempo él me comió la mía. Se notaba que ya lo había hecho antes, pues lo hacía con mucha experiencia, tanto que me decía: “Tu verga me encanta y quiero que me la metas por el culo” y yo sin inmutarme acepté, pues él me gustaba muchísimo.
Después