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Diario de un adolescente precoz colombiano


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si quería jugar a la Nintendo, yo no tenía claro que era eso, pero si era para jugar, era muy tentador y dije que sí.

      Al entrar, pude notar que su habitación era agradable, allí tenía su cama, TV y unos controles que supuse eran del juego. Él empezó a explicarme de qué se trataba el juego, recuerdo que eran unos tanques, que tenían que ir derribando unos ladrillos y otros tanques enemigos. Estaba encantado de aprender a jugar y llegó el momento de tomar el control, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo, así que el chico me dijo que me enseñaba. Me sentó entre sus piernas abiertas y pude notar en mi culo que su polla estaba dura y mientras cogía mis manos se pegaba más y más cada vez, yo no ponía ninguna resistencia, me gustaba y mucho.

      Hubo un momento en el que el chico me dijo: “¿Has notado cómo se mueve mi polla?”. Le respondí que sí y me respondió: “¿Te gustaría verla?”. Y asentí con mi cabeza. Cuando la sacó, pude ver que era bastante grande, gorda y el capullo resaltaba bastante y tuve una erección. Él pudo notar que me gustaba, así que me dijo que, si se la chupaba, él me enseñaría a jugar bien a la Nintendo.

      Lógicamente, como ya había visto cómo esa chica se chupaba la polla de aquel tío y como también vi algo de lo que Michael y Wilmar me enseñaron, esta vez lo quería hacer yo.

      Sabía que no tenía experiencia, pero no lo debí hacer tan mal, porque el chico empezó a gemir poco a poco y sentí que era placer, me gustaba tener esa sensación de tener su polla dura en mi boca, chupar ese capullo fue muy rico, pude sentir cómo su polla se corría en mi boca y sentir la leche caliente, que al principio fue desagradable, pero al final me acostumbré a su olor y sabor y me la tragué por completo, hasta dejársela limpia, poco a poco fui viendo como regresaba a ponerse blanda.

      Desde ese momento empezó una complicidad entre los dos, yo cada vez después de llegar del colegio y hacer mis tareas me iba a su habitación solo para mamársela, ya el juego no me importaba nada, me daba más placer jugar con su polla y dejar que él me metiera sus dedos en mi culo y aunque al principio me dolía, luego entraban con mucha facilidad, quizás porque me gustó, o porque ya estaba dando señales de tener un buen culo para que me lo follaran.

      Una vez estando solo, me dijo que si quería hacer algo y le dije que sí. Ellos tenían una perra llamada Katy, no sabía bien que pasaría, pero lo que vi luego fue aún mucho más morboso. Su perra quizás estaba ya acostumbrada porque la noté muy tranquila, pude ver que él se puso un plástico en la polla, le puso saliva y al coño de la perra también y poco a poco vi como su polla entraba en aquel coño y su perra ni se mosqueaba, luego se la folló de una manera que la perra empezó a hacer unos chillidos extraños.

      Luego le puso un plástico a la mía y me dijo que hiciera lo mismo y lo hice. Y mientras me follaba a aquella perra, él se masturbaba para luego correrse entre mi polla y el coño de su perra. Después me dijo que parara. Al sacársela vi como la perra se lamía el coño y a la vez su leche, eso para mí fue muy morboso.

      Así transcurrió un tiempo, yo seguí entrado a su habitación, hasta que un día su madre le pidió a mi madre que nos teníamos que ir de allí. Seguro que su madre sospechaba algo, pero aun así no hubo problema, ya que yo nunca dije nada, porque era evidente que estaba encantado de chupar aquella polla. Mi madre encontró otra habitación en casa de una familia conocida, allí teníamos una habitación pequeña y esta vez estábamos con chicos de nuestra edad.

      Era una familia estructurada, de dos mujeres y un hombre con sus padres mayores y tres nietos, eran dos varones y una chica, nos hicimos muy buenos amigos, también con otros chicos de la misma cuadra, recuerdo que enfrente teníamos una cancha donde podíamos jugar tranquilamente con mis amigos, es decir que por primera vez me sentía niño y a gusto.

      Kelly era la nieta de la dueña de la casa donde vivíamos y recuerdo que era muy caprichosa, yo le gustaba porque siempre quería estar a mi lado, acostumbrábamos todos los chicos a jugar al padre y a la madre, ella siempre escogía ser la madre y me elegía para que yo fuese el padre. Es decir, que como desde muy pequeño, a la edad de siete años, empecé a hacerme pajas, tenía una polla bastante desarrollada para un chico de esa edad y como Kelly lo sabía, por eso siempre me elegía a mí para ser el padre de aquel juego.

      Siempre que jugábamos terminábamos “haciendo el amor¨, me acuerdo que la primera vez que Kelly vio mi polla fue en la terraza de la casa, allí había dos grandes perros y en las noches siempre estaba vacía y oscura, entonces yo aprovechaba para subir y hacerme mi paja todas las noches.

      Un día, ella por la curiosidad de verme subir a allí, me siguió y pudo notar que unos de los perros, mientras yo me hacía la paja, me lamía el capullo con esa lengua carrasposa que me hacía sentir tanto placer, con lo cual ella salió de su escondite y al vérmela quedó encantada, entonces espantó al perro, me limpió la polla con agua y siguió haciéndolo ella.

      Cabe decir que en aquel entonces ya sabía perfectamente qué podía hacer, así que la tiré al suelo y se la empecé a meter, a ella le dolió y empezó a sangrar, eso fue porque le había robado su virginidad, pero aun así, ella quería que siguiese y no paré. Fue allí donde empezó una gran complicidad entre los dos, por eso siempre aceptaba ser el padre.

      Como cada vez que jugábamos, todos nuestros amigos sabían que como buenos padres hacíamos el amor, se habían convertido en nuestros cómplices porque podían escuchar a Kelly gemir cada vez que se subía en mi polla y eso seguro que a todos les gustaba, por eso nunca les decían nada a nuestros padres.

      Una vez Kelly se enfureció mucho. Recuerdo que era una tarde y todos los mayores estaban echando la siesta, yo estaba jugando con su primo William y en un momento nos metimos al baño y él me pidió que le mostrara la polla, yo no tuve ninguna objeción y empezamos a hacernos una paja, por primera vez a William le chupaban la polla, yo se lo hice aunque no me gustó, porque era muy pequeña, pero deseaba ver su cara de placer, en un instante alguien tocó la puerta y era Kelly, seguro había visto cuando entramos al baño y se puso muy furiosa porque no le quería abrir la puerta, así que subió a donde sus abuelos y les contó que nosotros estábamos en el baño.

      Como excusa dije que estábamos orinando, porque estábamos jugando con agua y Willi no alcanzaba a subir a su casa, cosa que él confirmó. Kelly, envidiosa como siempre, estaba molestándonos, era lógico que yo no quería que nos viera la polla. Desde entonces Kelly fue enemiga pública de los dos, pues ella sabía que había pasado algo más, pero no podía decir nada porque ella era la más perjudicada, pero siguió el hostigamiento hacia ambos.

      Un día Kelly quiso jugar de nuevo a la mamá y al papá y como era costumbre quería que yo fuese el padre, pero esta vez me negué, eso desató su ira y decidió contarle a su madre que William estaba masturbándose conmigo en el baño y que yo le había chupado la polla, su madre lo comentó con su familia y decidieron hablar con mi madre. Eso hizo que mi madre me pegara de una forma, que incluso ellos se apiadaron de mí, incluso le pidieron que parara. Unos días después decidieron decirle a mi madre que desocupáramos la habitación que nos tenían alquilada y como me querían mucho, le propusieron a mi madre que, si ella quería, ellos me podrían adoptar y así tener un mejor futuro, ella aceptó y al otro día se fue a la habitación que había alquilado en la cuadra siguiente.

      Pero yo esta vez no podía permitir que mi madre me dejase de nuevo en un hogar al que yo no pertenecía, así que al día siguiente me puse histérico y empecé a insultarles a todos, quedaron muy decepcionados y me regresaron con mi madre, saliéndome con la mía, eso sí, mi madre no lo tomó nada bien, así que de nuevo me castigó y me dejó encerrado en aquel cuarto nuevo que había alquilado.

      Unos días después todos seguíamos en nuestra rutina, del colegio a la casa y de la casa al colegio. Era muy aburrido, pues allí en esa casa no tenía cómplices, el hijo de la dueña de la casa era un adolescente malo y siempre nos estaba tratando mal, humillándonos y le odiaba. Así que fui un chico bueno pero triste, pues siempre estaba queriendo algo mejor para mí.

      Durante un año vivimos en esa casa, a mi madre la situación le rebasó, se volvió agresiva, vulgar y sobre todo se mantenía muy estresada. Tenía una pareja, pero era un bueno para nada, no tenía