1999
Lunes, 25 de enero
Ha pasado algo diferente. Por primera vez en todo este tiempo no me has dirigido una mirada de rencor o resentimiento. No porque hayas cambiado de opinión sobre mí. Más bien parecía que tú, como yo, también vives en una nube. Estás en otro sitio. Tu mirada y tu pensamiento se alejan cada dos por tres del mundo real. Revives una y otra vez algo que te angustia y no te deja tranquila. ¿Qué te pasa, Ona?
Miércoles, 27 de enero
Sigues intranquila y distraída. Los demás no se dan cuenta porque intentas disimular cuando los tienes cerca. Pero a mí no me engañas. El tono de tu piel bajo los párpados es un poco azulado, como si no durmieras mucho. Tu aspecto, siempre excepcional, tiene ahora unos sutiles matices de descuido. Tu cabello, siempre suelto y que luces de forma llamativa, ahora lo llevas recogido en una sencilla cola, escondiendo así parte de su brillo. Parece que te quieras esconder, pasar desapercibida. Tú no lo sabes, pero yo de esto entiendo un poco.
Lunes, 1 de febrero
Hoy he hablado contigo. No sé de dónde he sacado el valor para hacerlo. He elegido un momento que no había ningún compañero cerca. He dejado caer mis libros a tu lado y mientras los recogía te he hablado. Después de tanto tiempo sin hacerlo me he sentido extraño. Te has sobresaltado. A mi estúpida pregunta «¿Qué te pasa, Ona? ¿Te puedo ayudar?», me has contestado con un ridículo y cortado «No, gracias, estoy bien». No es una respuesta digna de tu natural elocuencia y da a entender claramente que no estás nada bien y que sí que te ha pasado algo. Después me has mirado incrédula, al entender que te he pillado y has huido corriendo por miedo a que pudiera descubrir de qué se trata. Me has estado evitando durante todo el día y casi ha resultado divertido. Este ha sido el primer síntoma de debilidad que has mostrado desde que estoy en el instituto y, aunque no me gusta saber que estás mal, estoy feliz de ver que no eres de hierro, chica.
Jueves, 11 de febrero
Has estado un par de días sin venir al insti. Parece que has pasado una gripe intestinal de esas que están tan de moda. Realmente hoy todavía tenías mala cara. He visto como me buscabas con la mirada y como, cuando me has encontrado, en tus ojos ha refulgido una chispa de pánico.
Chica, ¡no hay quien te entienda! Un día te deleitas dejándome como un criminal y al otro, el hecho de verme te produce pánico. Bueno, dicho así tiene cierta lógica. Es una reacción bien normal tener miedo de los criminales... En todo caso soy un criminal de buena pasta y he optado por darte un poco de tiempo y espacio. No quiero molestarte.
Viernes, 12 de febrero
¡Casi lo estropeo todo! Eloy ha venido a buscarme a la hora de comer con ganas de pelea. Me ha provocado metiéndose con mi comida vegetariana mientras yo intentaba comer algo. Al ver que no le hacía caso, se ha enfadado mucho y ha empezado a meterse con mi familia y con mi madre. Finalmente, ha conseguido sacarme de quicio y ha habido un momento en que no he podido más. Le he mirado fijamente a los ojos con la convicción de que, si no callaba, lo haría callar. Le he dicho: «¡Deja de meterte con mi madre, ninja de mierda!». Él ha dudado un momento. Más que mis palabras, creo que lo que le ha detenido ha sido el cambio de expresión en mi mirada. Pero se ha rehecho y ha continuado provocándome. Tengo que admitir que es valiente. En Inglaterra no encontré a muchos que se enfrentaran a mí cuando me ponía de mala leche. Me he levantado de la silla y me he encarado, empujándolo fuertemente. Él ha hecho lo mismo conmigo y me he desequilibrado. He caído y se me ha echado encima para empezar a darme golpes. Yo también lo golpeaba duro. Dos profesores de tercero se han acercado y nos han separado. Cuando han preguntado por qué nos estábamos peleando, Eloy ha dicho que he empezado a atizarlo cuando él iba hacia su mesa tranquilamente y todos los presentes le han avalado. A mí nadie me ha creído. Finalmente ha venido el director y, tras oír las explicaciones de los dos profesores, me ha dado una buena bronca delante de todos y me ha dicho que haría constar esta falta en mi expediente. Me ha hecho saber que, si volvía a hacer algo semejante, sería expulsado del instituto. Lo peor ha sido después, cuando he tenido que dar la nota a Jordi para que la firmara y demostrar así que mi familia quedaba al corriente de estos hechos. Se ha enfadado mucho conmigo y me ha castigado sin poder salir en dos semanas.
Lo que más me ha dolido es lo que le ha dicho a Anna cuando creía que no le escuchaba: «Ya te decía yo que este gilipollas nos daría problemas muy pronto». Anna ha tratado de quitar importancia al asunto, pero también parecía molesta.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.