Marina Marlasca Hernández

Siempre tú. El despertar


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no podía tragar la comida y sentía un peso en el pecho que hacía que a veces me sintiera como ahogado. Empecé a despertarme por las noches, asustado por una pesadilla que nunca recordaba. Me levantaba cansado, pero procuraba que no se notara. Finalmente, el día 29 de agosto mi aspecto estaba tan desmejorado que Anna me llevó al médico. Como también tenía el vientre descontrolado el médico pensó que tenía un virus intestinal.

      El día 30 se reunieron los cuatro en casa. Yo me encontraba fatal. Estaba mareado y había vomitado por la noche. Al ver mi estado, Anna me ofreció cambiar a otro día la reunión para decidir sobre mi futuro. Yo sentía que no me encontraría bien hasta que la decisión estuviera tomada y, además, me veía incapaz de estar presente en el momento en que podía cambiar mi vida. Así pues, le dije que no pospusieran la reunión y que en el fondo era mejor que yo no estuviera para que pudieran tomar la decisión más libremente.

      Se reunieron en la estancia más alejada de la habitación para no estorbar mi descanso y estuvieron hablando un buen rato. No intenté averiguar a qué conclusiones llegaban en su conversación. Me dejé llevar por una sensación de rendición y agotamiento total y quedé profundamente dormido.

      El ruido de la persiana que se movía me despertó. Ya era de noche y Anna la bajaba. Al verme despierto se acercó a la cama y me preguntó cómo estaba.

      —Después de esta dormidita parece que me encuentro mejor —dije, aunque con voz débil.

      Me quedé mirándola, esperando que fuera ella quien hablara. Me había prometido a mí mismo que no me opondría a su decisión, fuera cual fuese.

PRIMER INSTITUTO

      Inicio de curso

      El Masnou, 1998

      Lunes, 14 de septiembre

      07:30 h

      Hoy empiezo tercero de ESO en un nuevo instituto. Está en las afueras y he de ir en autobús. Por lo que dicen Anna y Jordi, es uno de los institutos de más prestigio de la zona y vamos todos uniformados.

      He pensado que era una buena fecha para empezar a escribir mi diario. Parece el comienzo de una nueva etapa.

      Este cuaderno que ahora empiezo a escribir es un regalo que me hizo mi madre, el único que yo recuerdo. Qué comienzo más triste y estúpido para un diario, pero es mi base. ¡Solo mi diario y yo! Bueno, solo solo tampoco estoy. Ahora vivo unos días con los tíos y otros con los abuelos.

      No me compadezco y tampoco pienso escribir cada día. Solo lo haré cuando me haga falta.

      A ver qué me depara el día.

      20:00 h

      El día no ha sido muy bueno. Mis compañeros de clase han estado estudiándome con la mirada como lo harían con un bicho raro en un laboratorio. Eran miradas de recelo y alguna también burlona.

      Supongo que mi aspecto no ayuda mucho. Mi pelo rojo y mi altura por encima de la normal junto con mi peso, muy por debajo de la media, me dan un aspecto muy descompensado y parezco un lápiz con brazos que camina con unos pies del 45. Por si eso fuera poco, debo añadir a mi aspecto otro complemento: mis megagafas de cristales gruesos, que dan a mi rostro alargado un contrapunto de caricatura. Mi acento inglés tampoco me ayuda.

      Creo que al final del día muchos ya se han formado una opinión sobre mí y me deben haber colgado la etiqueta de empollón o..., no sé, algo así.

      Aunque entre ellos se conocen por el nombre, a mí me llaman Martínez.

      De acuerdo, yo también les he estado observando y también he empezado a hacerme alguna opinión. Creo que son un grupo de niños consentidos. Móviles punteros, cortes de pelo a la última y las niñas todas maquilladas y las uñas pintadas.

      ¡Parezco un pulpo campando por el desierto! Muy pero que muy fuera de lugar. Eso sí, es divertido ser el pulpo. El uniforme obligatorio es lo único que me hace parecer igual a ellos.

      Viernes, 18 de septiembre

      Hemos hecho equitación. Es la única ventaja que veo a ir a un instituto de esta categoría. Me ha encantado la clase. Los caballos son unos animales magníficos. Subido a uno de ellos, me siento invencible. He querido hacer una galopada al estilo Indiana Jones, pero el profesor ha parado mi caballo y he pasado el resto de la clase mirando desde fuera. Los demás se han reído de mí, pero he disfrutado tanto de esta pequeña galopada que no me ha importado mucho. Espero con ansia la próxima clase de equitación.

      Parece que los compañeros se decantan por el trato burlón. Se meten conmigo por mi forma de hablar y mi acento peculiar. Además he tenido la mala suerte de que en clase de Mates la profe, la señorita Gertrudis, me ha preguntado la solución de un problema un poco liado y he contestado bien, claro... Ha quedado gratamente sorprendida y me ha puesto como ejemplo para los demás. Así pues, seguro que estoy en la lista negra de los clasificados como repelentes. ¡Ahora sí que me los he metido en el bolsillo!

      Estoy viendo que será un curso difícil si mi propósito era pasar desapercibido y encontrar algún amigo/a. Lo seguiré intentando. Aún no me conocen. Seguro que cuando lo hagan conseguiré entablar alguna amistad.

      Yo también he empezado a conocer más a mis compañeros. No por la conversación que me dan, que es tan escasa que se podría decir que no existe. Soy buen observador. De acuerdo, tal vez no lo soy tanto, pero es lo único que he podido hacer y no ha ido tan mal.

      En clase somos veintitrés alumnos. Por la manera en que se relacionan entre sí, los podría dividir en tres grupitos y yo, que de momento voy por libre.

      El grupo más numeroso está integrado por la popular people y su séquito, que les ríen todas las gracias y les obedecen en todo. Los líderes de este grupo siguen, evidentemente, el estereotipo de personas físicamente atractivas y representan a las familias más importantes de los alrededores. En realidad, los líderes del grupo son solo tres: Roberto Camprubí, Eloy Casamitjana y Ona Puig Domènech.

      Roberto es alto y rubio, tiene pinta de nórdico y parece muy inteligente, aunque lo que mejor sabe hacer es manipular a los demás. Tiene madera de líder y lo que él dice va a misa. Con estas cualidades, su ego está por las nubes y es un narcisista y un creído de categoría.

      Eloy también es alto, pero es más corpulento y tiene el cabello negro siempre de punta. No parece tan inteligente, pero es más atrevido y solo se deja mandar por Roberto. Lleva un pequeño tatuaje en el brazo que le gusta enseñar a las niñas porque sabe que las impresiona. El tatuaje es un grafismo oriental. Él dice que es ninja.

      Y Ona... Oh, my God! ¡Es guapísima! De piel morena y cabello azabache, largo y brillante como si fuera de hilos de seda negra. Sus ojos son oscuros, de mirada muy intensa y pícara. Es alta y su figura esbelta no esconde la sinuosidad de sus pechos redonditos como dos naranjas. Su físico destaca sobre el de las demás compañeras de curso. Diría que es inteligente, pero sus conversaciones son muy superficiales y todo el día se está mirando en cualquier superficie que la refleje. ¡Ah!, tiene un tic nervioso en la cabeza que mueve constantemente para ponerse bien el cabello. Evidentemente es consciente de que todo el mundo se fija en ella, y parece que este hecho le encanta. Como todas las otras chicas, va muy pintada. Creo que, si no fuese tan retocada, aún resultaría más bonita. El maquillaje le oculta algo sincero y espontáneo. Bueno, I don’t know.

      Otro grupo es el de los puritanos y empollones. De hecho, son cuatro: tres chicas y un chico. Son tan callados y tímidos que aún desconocería sus nombres si no fuera porque algún profe les ha llamado en algún momento. Solo se relacionan tímidamente entre ellos. Miran con desconfianza a los demás. Desconfianza que se vuelve mayúscula cuando se fijan en mí. Supongo que en algún momento han sido víctimas de alguna bromita por parte de los compañeros y deben pensar que yo también me divertiré a su costa. Cuando hablan entre ellos lo hacen en voz baja y en una actitud extraña, como si siempre estuvieran criticando. No parecen tan felices con su rol como los del primer grupo.

      Por último está el grupito de los extraños. Son muy raros y no solo por