Martha Ardila

Elementos históricos, políticos y militares para comprender las relaciones Colombo-Venezolana


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negociaciones con el ELN y las Farc. El segundo debido a que Venezuela teme que Estados Unidos utilice a Colombia para invadir su territorio; la alianza tan estrecha de Colombia con Estados Unidos genera una profunda desconfianza en la relación bilateral.

      Las relaciones bilaterales entre los dos países se encuentran impregnadas por desconfianza e incertidumbre a lo largo de su historia. En el mejor de los casos se observa una cooperación vacilante.

      Con la llegada de Hugo Chávez al poder en febrero de 1999 y la posterior posesión de Álvaro Uribe Vélez como presidente de Colombia, en agosto de 2002, la seguridad se convierte en el eje de la relación entre los dos países. A esto, se le agregó la divergencia presentada en cuanto a la visión de la política exterior: Colombia, fiel al réspice polum (alianza con Estados Unidos) y Venezuela en búsqueda de alianzas con países opositores a los intereses estadounidenses a nivel global.

      Las tensiones y, en particular, dicha crisis, han estado marcadas por los temores y desconfianzas recíprocas que afectan las relaciones bilaterales, pero al mismo tiempo se encuentran unidos por unos profundos intereses. Para Ramírez (2006), la estrategia asumida por el gobierno colombiano del presidente Uribe, en lo atinente a perseguir a los guerrilleros colombianos hasta donde se encuentren, mediante el ofrecimiento de recompensas por la información o retención en otros países, creó un clima de desconfianza en términos de respeto a la soberanía venezolana. Al mismo tiempo, despertó la zozobra e incertidumbre en Colombia sobre la real voluntad del presidente Chávez de apoyar la lucha colombiana contra el terrorismo.

      No obstante, las protestas generadas por vastos sectores económicos y sociales fronterizos, perjudicados por el distanciamiento entre los dos gobiernos, ejercieron presión para que los presidentes antepusieron sus diferencias e iniciaron acercamientos para acudir al diálogo y la concertación, en busca de la cooperación bilateral. Una muestra, fue la reactivación de la Comisión Presidencial de Asuntos Fronterizos Colombo-Venezolanos, Copiaf, con la asistencia de delegados de los dos países a la XXXIII reunión en San Cristóbal entre el 4 y 5 de mayo de 2005, abordando temas relacionados con infraestructura, comercio, medio ambiente, gente y sociedad (salud, cultura y educación), seguridad y asuntos migratorios binacionales, con cronogramas concretos de los presidentes y cancilleres.

      Según Ramírez, dichos acercamientos constituyeron la oportunidad para procurar una asociación estratégica, en todos los ámbitos, priorizando los contactos y relaciones entre los dos vecinos, para avanzar en el desarrollo de la agenda conjunta, hasta llegar a la estabilidad de la diplomacia bilateral y, por esta vía, convertirla en una política de Estado para ambos países. De este modo, sería posible construir confianza y superar los obstáculos existentes a cada lado, los cuales no se solucionan con decisiones presidenciales, máxime cuando en materia de soberanía y seguridad se encuentran inmersas las fuerzas armadas, al mismo tiempo que contribuiría a la renuncia de las hipótesis de guerra sobre el otro país.

      Profundizando alrededor de esta temática, Battaglino (2009), aborda el caso del conflicto interno armado y analiza las condiciones que contribuyeron a resolver por la vía pacífica la crisis presentada entre Colombia y Venezuela, con ocasión de la operación “Fénix”, desarrollada por tropas colombianas en territorio ecuatoriano el 1 de marzo de 2008, donde fue abatido alias Raúl Reyes, cabecilla de las Farc. Fueron cinco las condiciones que interactuaron para facilitar una salida negociada de la crisis propiciada ante las posturas asumidas por Colombia, Venezuela y Ecuador, en cabeza de los presidentes Uribe, Chávez y Rafael Correa: primera, un alto nivel de congruencia Estado-nación favorece la paz; segunda, los militares sudamericanos prefieren la paz interestatal; tercera, el peso de la tradición de resolución pacífica de las controversias; cuarta, las guerras son difíciles de pelear debido a la paridad militar, los límites materiales y la geografía difícil; y quinta, la creciente interdependencia económica.

      Sobre el giro de las relaciones, Elsa Cardozo (2011) afirma que el acuerdo plasmado en la Declaración de Principios del 10 de agosto de 2010, con la que concluyó la reunión en Santa Marta, los presidentes Santos y Chávez marcaron el relanzamiento de la relación bilateral. Su deterioro había llevado a tensiones en escalada, desde finales de 2007, hasta llegar a la “ruptura” diplomática el 22 de julio de 2010. Cardozo, al igual que Ramírez, hace énfasis en el protagonismo de los jefes de Estado.

      Elsa Cardozo apunta a que el acercamiento y reanudación formal de vínculos estuvo acompañado por unos acuerdos de principio y la recuperación de procedimientos institucionales para atender los temas álgidos de la agenda pendiente, sobre la base de la afirmación de las voluntades presidenciales favorables a la reconducción de los vínculos bilaterales. Además, evalúa la naturaleza, el trasfondo e impacto regional, concentrándose en la cooperación en seguridad, como Battaglino, así como en las tendencias y límites del giro en las relaciones entre los dos países a partir de 2010.

      Siguiendo con esta exploración de los estudios que dan cuenta de la relación colombo-venezolana, en lo atinente al desarrollo de la actividad económica-comercial, Umaña & Estupiñán (2015) sostienen que el comercio entre los dos países vecinos disminuyó un 39%, como resultado de las restricciones impuestas a los importadores venezolanos para acceder a las divisas oficiales, durante el año 2015. El cierre de la frontera con Cúcuta (32 días) y Maicao (18 días), generó pérdidas cercanas a los 84 millones de dólares entre las dos fronteras, en tanto que el impacto para Venezuela, sobre sus exportaciones hacia Colombia se aproximó a los 11 millones de dólares. Sin embargo, le afecta menos porque gran parte de sus ventas hacia Colombia van por vía marítima.

      Así mismo, registran que las exportaciones colombianas cayeron en un 30% a julio de dicho año, frente al mismo período de 2014. Aunque el peso colombiano sufrió una fuerte devaluación cercana al 30% finalizando el 2014, hasta mediados de 2015 no había influido favorablemente en el aumento de las exportaciones. El petróleo tuvo una dramática caída al disminuir el precio del barril de 100 dólares en agosto de 2014 a 50 dólares en el mismo período de 2015, mientras que los commodities en general, se constituyeron en los principales artífices de la caída de las ventas colombianas en el exterior. Caso similar ocurrió con Venezuela durante el primer semestre de 2015, cayendo en un 39%; es decir, casi un 9% por encima de la disminución de las exportaciones colombianas globales.

      Dicho descenso tiene su explicación en dos aspectos: primero, el bajo comportamiento de las ventas de energía eléctrica y gas; y segundo, los importadores venezolanos no tuvieron facilidades para acceder a las divisas oficiales, limitando sus compras en el exterior. Al análisis realizado, se le suma el clima de desconfianza generado entre los empresarios colombianos por la deuda venezolana, que influye en una cartera morosa llena de incertidumbre para su pago y en la necesidad de buscar mercados como el Triángulo Norte de Centroamérica, Costa Rica y países del Caribe como alternativas.

      Se agrega la incapacidad regional para atacar la crisis y la parcialidad hacia una de las partes por alguno de los líderes de las organizaciones de seguridad regionales, lo cual pone en duda la integración en América Latina, al mismo tiempo que muestra la debilidad de las organizaciones regionales. Al respecto, otros factores a tener en cuenta son: el repunte de los nacionalismos populistas, la atribución de los males internos a la actuación conspirativa de países vecinos, las dinámicas transnacionales y transfronterizas, el antiamericanismo y el papel de los Estados Unidos, tras las últimas iniciativas del presidente Obama relacionadas con Cuba.

      En contraste, Francesco Mancuso (2017) destaca puntos contradictorios en materia de la seguridad compartida, los cuales agravaron las tensiones de Colombia y Venezuela. Uno de ellos fue la de altos funcionarios públicos militares en casos de crimen organizado transnacional, en medio de conflictos diplomáticos, por las dinámicas que planteó Socorro Ramírez. Además, Sánchez (2015) señala que cuando Chávez asume el poder, se presentan dos fenómenos curiosos a la luz de la construcción de la geopolítica regional: la integración bilateral y la regionalización en el marco de una coyuntura de globalización. En la situación puntual, se generó desde Venezuela un protagonismo pragmático y gradualmente como bien se materializó con Ecuador,