Martha Ardila

Elementos históricos, políticos y militares para comprender las relaciones Colombo-Venezolana


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capaz de plantear enunciados de tipo causal” (Miranda, 2016, p. 332). Para validar su propuesta, formula como hipótesis que “el nivel de activismo de la política exterior de Venezuela depende del mercado petrolero y, especialmente, de los precios internacionales dictados por este mercado, es decir, a mayores precios del petróleo mayor activismo de la política exterior de Venezuela, y viceversa” (Miranda, 2016, p. 334). Para dilucidar estos argumentos, comienza por hacer una serie de comentarios pre-teóricos y teóricos sobre la política exterior en general, citando a sobresalientes autores estudiosos de esta teoría y de la investigación científica, entre los que se encuentran Kenneth Waltz, James Rosenau, Karl Popper y Mario Bunge. Luego, explica la importancia que tiene el petróleo y su mercado en los asuntos domésticos por la renta que genera, así como en el plano de las relaciones internacionales que influyen en la política exterior de Venezuela, condicionando variables de dinámicas políticas e institucionales, estructura económica y proyección de poder económico.

      De igual forma, resalta su ubicación estratégica por la cercanía con Estados Unidos, además de ser el actor más importante de América Latina con las más grandes reservas y las segundas del hemisferio; enseguida, somete a prueba la hipótesis definiendo como única variable explicativa el petróleo. Parte de una impronta geohistórica de Venezuela, que se caracteriza en tres esferas de influencia: las relaciones con Colombia, las relaciones hemisféricas con Estados Unidos, el Caribe y América Latina y, por último, el resto del mundo. El siguiente paso lo enfoca al análisis de la evolución histórica de la política exterior venezolana determinando cómo se da la afectación de la variación de los precios internacionales del petróleo a lo largo de dicha evolución histórica. Finalmente, concluye que “las continuidades y discontinuidades del activismo de la política exterior venezolana se pueden insertar en una pauta recurrente que depende del mercado petrolero y, principalmente, de los precios internacionales del petróleo” (Miranda, 2016, p. 354). En otras palabras, el petróleo es una variable que condiciona en menor o mayor grado el activismo de la política exterior de Venezuela.

      A lo revelado, se suma el interés particular del gobierno venezolano en buscar cambios en el sistema normativo sobre el cual descansa la sociedad internacional que, no obstante ser anárquica, posee usos, costumbres y valores liberales que le dan cierto orden. En este sentido, el carácter revolucionario de la política exterior de Venezuela se ha hecho presente en la voluntad de alterar el sistema de creencias e instituciones sobre las cuales se sustenta el sistema internacional y, de manera particular, el orden hemisférico, al promover la instauración de un orden multipolar alternativo a la hegemonía estadounidense y la creación de organizaciones multilaterales, lo que le puede representar la expansión de su poder, ideología e influencia más allá de sus fronteras.

      Retomando a Romero (2010), el enfoque “amigo-enemigo” se convierte en un eje de análisis que responde a la relación entre las tradiciones nacionales como el protagonismo/activismo internacional en la política exterior de Venezuela y siguiendo a Linares (2010), se estructura bajo una estrategia multipolar de la susodicha política exterior venezolana. De un lado, Romero y Linares señalan que el dinamismo de las relaciones internacionales de Venezuela corresponde, en primera instancia, al liderazgo político de Hugo Chávez, seguido de un sistema de alianzas, esquematizada en su política exterior, basado en la búsqueda de un equilibrio internacional a la geopolítica internacional, multilateralidad e integración regional y caribeña promoviendo un nuevo sistema de seguridad integral hemisférico. Por otro lado, en contraste con Martínez (2013), Linares afirma que la política exterior antes de Chávez fue pasiva en el plano internacional a causa de la alternancia del poder en Venezuela. Este aspecto se encuentra relacionado con el liderazgo de Chávez caracterizado por el populismo y el mesianismo político, el cual derivó en la transformación del sistema político y de la política exterior venezolana. Subsidiariamente Miranda (2016), subraya el rol protagónico del petróleo que mantuvo a Venezuela activa en el plano de las relaciones internacionales, derivado del acondicionamiento de dinámicas políticas e institucionales, estructura económica y proyección de poder económico, configurando, de esta manera, la geopolítica de la región y su participación económica como uno de los mayores oferentes de petróleo.

      Recapitulando, se puede señalar que en las relaciones colombo-venezolanas se observan elementos históricos que son estructurales y que muestran altibajos a lo largo de la historia reciente. Se presentan otros factores que desde la llegada de Hugo Chávez al poder, se ven como coyunturales de la situación actual. Dentro de estos últimos, la política exterior de Chávez constituyó la principal herramienta para promover y fortalecer su proyecto político; su ideologización generó distanciamiento con países de la región; y el petróleo fue un punto de unión con gobiernos que siguieron sus lineamientos. Estas formulaciones poseen sus particularidades con Cuba, en su distanciamiento con Estados Unidos, y tienen incidencia en la relación con Colombia.

      Confrontación con Estados Unidos y cooperación con Cuba, resumen la relación de Venezuela con estos dos países. Durante varios años Venezuela fue un socio estratégico para los norteamericanos. Las posiciones antiestadounidenses, la ayuda a Cuba y los coqueteos con Rusia, China e Irán, se fueron convirtiendo en un problema que irritaba a Washington. Estas relaciones las califica Carlos Romero (2006) como esquizofrénicas, ya que incluyen importantes intercambios comerciales basados en el petróleo y, por tanto, se apoyan en intereses económicos difíciles de cancelar. Esto se explica, porque Estados Unidos continúa siendo el principal socio comercial de Venezuela, toda vez que el mercado estadounidense recibe en promedio 1 millón 300 mil barriles diarios de petróleo venezolano, es decir, 25.591 millones de dólares en crudo y derivados, lo que representa casi el 50% de las exportaciones de Venezuela en 2005 (23.437 millones de dólares), del total que ascendieron a 55.597 millones de dólares; mientras que 5.689 millones procedentes de Estados Unidos corresponden al 22,75% de los 25.000 millones de dólares en importaciones venezolanas del mismo año.

      Entre los dos países, el tema de seguridad es relevante. Estados Unidos percibe al país caribeño como una amenaza debido a su ideología, proyecto expansionista y alianzas. Venezuela, por su lado, enmarca sus problemas de seguridad sobre el derecho de tener una independencia de Estados Unidos, a quien ve como un enemigo desestabilizador que incluso puede llegar a la invasión con una intervención militar. Aboga por su derecho a desarrollar su proyecto político sustentado en un sistema regido por la democracia participativa y una economía socialista de mercado y por tener una plena autonomía y libertad soberana para construir sus propias alianzas estratégicas. Esta visión diferente en lo relativo a seguridad, hace que las relaciones entre los dos países y el espacio para negociar sean bastante complejas, al punto que Estados Unidos considera a Venezuela como un problema de seguridad, a mediano plazo, debido a que su sistema político y su economía distan de los intereses que identifican al gobierno de Washington.

      Sobre Cuba, es un hecho su estrecha relación con Venezuela y el apoyo recíproco que mantienen desde 1999. Por una parte, la asistencia en inteligencia, contrainteligencia, seguridad y misiones de carácter social que suministra el gobierno cubano al venezolano y, por otra parte, la contraprestación que proporciona Venezuela con un fuerte soporte económico a la isla. De ahí que el régimen cubano se ha constituido en el principal aliado estratégico de Venezuela y su gran reto se centra en que la experiencia chavista no desaparezca o que confronte con éxito las dificultades que se le presenten para mantenerse en el poder. De lo anterior, depende el seguir beneficiándose de los réditos económicos y geopolíticos que representa tan importante alianza.

      Frente al distanciamiento de las relaciones de Venezuela con Estados Unidos, Romero (2007) establece una variable importante a tener en cuenta en la ideologización de la política que, entre otros aspectos, impacta en la concepción del concepto de seguridad e inestabilidad global. En términos realistas, si bien Venezuela no tiene la capacidad militar, económica y política para ser un enemigo de Estados Unidos, el problema se encuentra en la creciente cooperación militar con países antagónicos a los intereses estadounidenses como Rusia y China, quienes en términos de seguridad y defensa impactan en la geopolítica global.

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