Jorge Eslava

Un placer ausente


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político en la educación. Aunque la verdad entre la pasión y la vigilancia, en ella vence el ímpetu que tiene por el cambio de nuestro sistema educativo. La institución formal no advierte, sostiene ella, «las serias deficiencias de metodologías de enseñanza, preparación docente, programas curriculares, material educativo…» y sobre todo, subraya, «la clara falta de motivación por la lectura».

      Patricia Fernández ha estudiado Literatura en la Universidad de San Marcos; luego radicó unos años en Ciudad de México y Barcelona, donde cursó el Diploma en Estudios Antropológicos, el Máster en Gestión Cultural y el Doctorado en Gestión de la Cultura y el Patrimonio. Ha sido asesora de la Dirección de Promoción, Cultura y Deporte del Ministerio de Educación. Tiene publicados diversos estudios y ensayos sobre la educación inclusiva en el Perú, y sobre relatos testimoniales y tradición oral. Es autora del valioso estudio Experiencias de movilización social a favor de la comprensión lectora (Comisión sobre Calidad y Equidad Educativa, 2003), auspiciado por el Consejo Nacional de Educación. Obtuvo un premio en el concurso de cuentos y testimonios Batallas por la Memoria (Perú, 2003) y recientemente en el concurso de cuentos de mujeres narradoras Tomando la Palabra (Argentina, 2007). Ahora está a punto de volver a Barcelona para continuar con su tesis y yo le robo unos minutos: la cito en el Crepes & Waffles, un lugar de impronta feminista. Aquí los dos nos sentimos muy bien.

       Martirízanos y recuérdanos qué han revelado las tres pruebas PISA de los últimos años.

      Perú ha participado en la prueba del año 2001 y se prepara para el 2009; en las ediciones del 2003 y 2006 no participamos. Todo parece indicar que seguimos en la cola de los logros en lectura, matemática y ciencia.

       ¿Dichos resultados ponen al descubierto el fracaso de nuestro sistema educativo o solo algunas deficiencias en la enseñanza?

      Pone en evidencia la falta de políticas educativas pertinentes para la realidad del país y su diversidad territorial y cultural. Lamentablemente, a pesar de contar con un Proyecto Educativo Nacional construido desde los diferentes sectores de la población, fue archivado y se implementaron políticas que respondían a los intereses del momento. Tener una política con visión de país y contar con gestores (políticos y técnicos) calificados para su ejecución es vital; y eso es precisamente lo que el país no ha tenido.

       ¿Te atreverías a señalar un momento de debacle de nuestro aparato educativo institucional?

      Desde mi experiencia, el año 2007, cuando se archiva el Proyecto Educativo Nacional.

       ¿No crees que las carencias de lectura en niños y adultos reflejan un problema más grave y mayor: nuestro pobre ambiente cultural? Pensemos en nuestra televisión, por ejemplo.

      Totalmente de acuerdo, el país no ha tenido políticas culturales sostenidas ni claras y mucho menos socializadas, no ha existido un interés por parte de las autoridades nacionales y locales por el desarrollo del sector cultural en sus diferentes vertientes. Esto sucede porque no se asume la cultura —y las culturas— como detonantes potentes del desarrollo social y económico del país, y los medios de comunicación tampoco han contribuido a este enfoque; y hasta me atrevería a decir que han aprovechado su posición y poder para desinformar y manipular a la población en cuanto a la forma y el contenido de lo que son las noticias, la educación, la cultura y el entretenimiento.

       Otro ejemplo: este año un cantante mediocre, emblema de una empresa transnacional, ha sido elegido por el diario más importante del país como el artista del año. ¿Hasta qué punto es importante la calidad y la actitud del artista sobre la popularidad?

      Precisamente pensaba en eso cuando hablaba de la manipulación de los medios de comunicación, la famosa frase «lo que quiere el pueblo» se ha usado para promover y defender la difusión de programas de pésima calidad, de mal gusto y sin un mínimo de respeto por la diversidad sociocultural. Frente a esta situación, el poder que ejercen los medios en la construcción de talentos mediáticos está plenamente comprobado; se sabe que fabrican talentos a medida según los intereses económicos del momento.

       Un tercer ejemplo: una novela ha sido celebrada como la mejor del año, por encima de las novelas de Miguel Gutiérrez o Iván Thays. Sencillamente porque tuvo más votos…

      Me detendría a pensar de dónde viene esa designación, si esta empresa o institución tiene como único criterio de calidad («la mejor del año») el número de votos (y no digo ventas, solo votos), lamento decir que es lo suficientemente mediocre como para no destacar otros valores del libro y de la lectura.

       ¿No crees que esta banalización de la cultura debiera combatirse en la escuela? ¿No pone en riesgo, por ejemplo, el carácter transgresor de la literatura?

      En la escuela y en el hogar. Pero es cierto que son los y las docentes quienes han sido preparados (o debían estarlo) para formar el gusto por la lectura en sus alumnos y alumnas, lamentablemente esto no suele pasar y son los propios docentes quienes, lejos de estimular este gusto, promueven su hastío por no contar con las metodologías y estrategias adecuadas. Y lo que es peor, ellos mismos no han formado su gusto por la lectura.

       ¿Puede resolverse el problema de la lectura cuando se lleva a cuestas un descrédito cívico de la palabra? No solo por la pérdida de confianza sino por el desinterés estético.

      Las palabras y los libros pueden hacer cosas maravillosas, tienen un poder transformador que pueden revertir situaciones extremas; en ese sentido, la lectura debiera plantearse más como una práctica lúdica y recreativa que como una actividad pedagógica. Si empezamos por cambiar el enfoque, la credibilidad por la palabra y la escritura será tan sólida que un mal uso que hagan de ella otros actores no mellará su calidad.

       Hemos visto inaugurar miles de obras a nuestros gobernantes, ¿recuerdas que hayan inaugurado alguna feria del libro? ¿Qué ejemplos nos ofrecen ellos de la lectura?

      Los gobernantes no leen, recordemos que muchos ni escriben, pues hemos escuchado en varias oportunidades que algunos congresistas plagian proyectos de ley de otros países.

       ¿Qué lugar de importancia ocupa la competencia lectora en el proceso de aprendizaje del ser humano?

      Un lugar primordial, pues desde que nacemos nuestro cerebro va captando todo lo que sucede alrededor, es decir, va aprendiendo a leer los sonidos, colores, gestos, etcétera. La lectura no es solo el desciframiento de un conjunto de letras y sonidos, es la capacidad de interpretar aquello que leemos. Eso se forja desde la primera infancia.

       ¿Conoces iniciativas valiosas de promoción de lectura en nuestro medio? ¿En qué nivel estamos con respecto a América Latina?

      Existen muchas experiencias valiosas aunque dispersas, por lo que pareciera que no existieran. Pienso que la articulación de estas experiencias en verdaderas políticas y estrategias de promoción de lectura a nivel nacional, sería un buen inicio para su fortalecimiento. Los ejemplos de MundoBus y de las Bibliotecas Comunitarias de Cajamarca son muestras de los excelentes trabajos que pueden hacerse en el país. Aunque con respecto a América Latina seguimos en la cola, el Perú es uno de los países de la región que menos lee y menos aún escribe; incluso en el nivel universitario.

       ¿Cómo afrontar un plan lector ante la diversidad de nuestra cultura?

      Un plan lector es una estrategia para el desarrollo de actividades que fomentan el gusto por la lectura, no es una plantilla o modelo único; por lo que será necesario elaborar más de un plan lector según la realidad sociocultural de la población peruana.

       En medio del actual boom empresarial de la literatura infantil, ¿por qué no se atiende la literatura infantil como una reflexión cultural y académica?

      Por los prejuicios que siguen habiendo, se sigue pensando