(elemento neutro, aire de familia).
La semántica del prototipo concierne a la estratificación, de suerte que la cuestión planteada es la de la determinación de las fronteras del dominio semántico a partir de las figuras del mundo natural que son percibidas por el sujeto, y luego la de la identificación de las relaciones internas y externas que contribuyen a estabilizar o a desestabilizar dichas fronteras. Se trata, pues, más de la emergencia de las categorías a partir de la figuratividad que de la descripción de la categoría semiolingüística en general. La semántica del prototipo es en ese sentido tributaria de la teoría de la Gestalt, en la medida en que trata de la identificación de formas, cuya diversidad fenomenal es difícilmente controlable, gracias a una matriz que su superposición y su acercamiento perfilan poco a poco: el prototipo es en cierta medida una “figura” que se destaca del fondo indistinto de las ocurrencias.
Muchos de los problemas abordados por esa teoría pueden ser “formulados” y en parte resueltos, en los términos de una semiótica tensiva del discurso. Por ejemplo, la cuestión de la consistencia de las fronteras del dominio semántico apenas tiene sentido en el ámbito de la lengua, en la medida en que dicho fenómeno depende de las selecciones propias de cada discurso, de una clase de discursos y hasta de una cultura. Preguntarse, por ejemplo, si la “lava” forma parte de la clase de líquidos, o si un platillo volador es un buen prototipo de la clase de los vehículos automóviles, es preguntarse de hecho cuál es la isotopía del discurso, la que a su vez es tributaria del género y del tipo de discurso.
La naturaleza de los lazos entre los constituyentes de la categoría, otra de las cuestiones recurrentes, depende del punto de vista adoptado para construir la totalidad: la colección de rasgos comunes depende de una estrategia acumulativa, extensiva o conceptualizante, mientras que la selección del “mejor ejemplar” obedece a una estrategia intensiva, electiva e iconizante. De acuerdo con la distinción propuesta en el ensayo “Praxis enunciativa”, las dos grandes estrategias del punto de vista entran a tallar aquí; una reposa en la extensión cognitiva de una o varias magnitudes del dominio semántico, y la otra, en la intensidad sensible de una de las partes, que vale por todas las demás. Por ello, el análisis de la categoría, y de las posiciones respectivas de sus constituyentes, puede desembocar en la medición de las tensiones entre la matriz y sus realizaciones concretas. De ese modo, habrá que tomar en cuenta, por ejemplo, tanto las tensiones cohesivas que agrupan en un mismo dominio agua, leche, sopa, lluvia, niebla, lava, aceite, metal fundido, como las tensiones dispersivas que, en determinado contexto discursivo, pueden ser consideradas como inferiores entre agua y aceite, o como superiores entre agua y lava. A ese respecto, pueden intervenir también las figuras de retórica para elevar o rebajar dichas tensiones dispersivas, ya que con ciertas condiciones la lava puede formar un río, e incluso, como en Verlaine, el horizonte brumoso se presenta como “un cielo de leche”36.
Entre las modulaciones tensivas (extensivas e intensivas) de la categoría y sus utilizaciones en diversas enunciaciones concretas y con puntos de vista particulares, persiste no obstante la zona de pertinencia del cuadrado semiótico, que merece, en este aspecto también, ser situada con alguna precisión. Tal situación podría ser precisada del siguiente modo: (i) la organización tensiva de la categoría determina al menos un centro de tensión (el atractor o “prototipo”) y horizontes de distensión o “fronteras”; (ii) desde el punto de vista de la percepción semántica, se organiza un dominio semántico como un espacio tensivo, como un campo de presencia (cf. el ensayo “Presencia”); (iii) la aparición del atractor, si es de tipo intensivo, produce un efecto similar a lo que nosotros llamamos “sumación”, y si es de tipo extensivo, se parece a la “resolución” (cf. el ensayo “Esquema”); la “sumación” y la “resolución” se hallan en el corazón del engendramiento del cuadrado semiótico a partir del espacio tensivo; y finalmente (iv) la praxis enunciativa, que regula la aparición y la fijación de los usos, retroactúa sobre la percepción categorial y congela de ese modo los “estilos” categoriales. A ese respecto, y recordando que el cuadrado semiótico puede ser derivado de la red, ocuparía el lugar que se indica en la tipología de los “estilos categoriales”:
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