Después de la visita de los magos, José retoma el papel protagónico. Recibe, otra vez en sueños, el aviso, por parte de un ángel, de huir con el Niño y con su madre porque Herodes pretende matarlo. Esto debió ocurrir algunas semanas después de que Herodes se entrevistó con los magos. Mateo dice que José tomó inmediatamente al Niño y a su madre y se fue a Egipto.
1. La matanza de los inocentes. Cuando Herodes se da cuenta de que los magos lo eludieron, enfurece y decide poner por obra lo que quizá ya había tramado antes, asesinar al Niño, a quien ve como un competidor en el poder. Como no sabe dónde localizarlo, ordena matar a todos los niños de Belén y de sus alrededores de dos años o menores. El dato de la edad de los niños inocentes sirve como apoyo para conjeturar que el nacimiento habría ocurrido uno o dos años antes de la muerte de Herodes.[73]
La ejecución de los inocentes es un dato que sólo se conoce por esta fuente. Han habido diversos cálculos del número de niños varones asesinados. Los más conservadores afirman que fueron entre quince y veinte.[74] Aunque no hay otra fuente que hable de la matanza, ésta parece posible, dado el carácter de Herodes, quien había mandado ajusticiar a sus hijos, Alejandro y Aristóbulo, en el año 7 a. C., porque presentía que amenazaban su poder; lo mismo hizo, tres años después, con su hijo Antípater.[75] Quien mató a sus propios hijos con tal de conservar su poder, bien podía ordenar la matanza de otros por la misma razón.
2. La huida. Es posible que José y María tomaran el camino que conducía a Egipto y salieran por la frontera sur de Palestina, por Hebrón y Bersabé, de ahí por el desierto de Farán y, después de seis o siete días, entrasen a la provincia de Gessén, en la que, desde antiguo, habitaban muchos judíos;[76] de acuerdo con una tradición, que recoge sor María de Jesús de Agreda,[77] hicieron una breve parada en Heliópolis y finalmente se establecieron en Menfis.[78] Mateo entiende la estancia en Egipto, como algo previsto en la profecía de Oseas que dice: “De Egipto llamé a mi hijo”.[79]
3. El regreso. Estando José, María y Jesús en Egipto, muere Herodes en el año 750 de la fundación de Roma, que equivale al año 4 a. C.[80] Mateo relata que una vez más un ángel en sueños avisa a José que pueden volver a Israel, porque han muerto los que querían matar al Niño. La estancia en Egipto debió de durar uno o, máximo, dos años, considerando que llegaron ahí cuando el Niño tenía menos de dos años y regresaron después de la muerte de Herodes.
José, una vez avisado, toma al Niño y a su madre y se encamina a Israel. Posiblemente se dirigiría de nuevo a Belén, donde había nacido el Niño y era la ciudad de origen de José, y donde tal vez tendría alguna tierra. Pero en el camino se entera de que Arquelao, uno de los hijos de Herodes, conocido por su crueldad, reina en Judea, y esto lo hace dudar de si debe ir allá. Nuevamente, recibe un aviso “en sueños”, y se dirige a Galilea, para asentarse en Nazaret, donde vivían antes.
En todos estos acontecimientos, Mateo, quien se dirige principalmente a los judíos, ve cumplimientos de las Escrituras. La huida a Egipto da lugar a que se cumpla la Escritura que afirma “de Egipto llamé a mi hijo”;[81] la matanza de los inocentes es cumplimiento de una profecía de Jeremías que afirma el llanto de Raquel, cuyo sepulcro estaba cercano a Belén, por la muerte de sus hijos;[82] y el regreso a Nazaret, con el cumplimiento de otra profecía, según la cual se llamaría “Nazareno” al Mesías.
La inserción de las profecías por parte de Mateo es una manera de indicar las fuentes por las cuales atribuye un significado especial a los acontecimientos narrados. No es que leyendo las profecías “invente” los acontecimientos, lo cual sería en extremo laborioso, máxime que muchas de ellas son simbólicas, como la citada “De Egipto llamé a mi hijo”, sino más bien que, al reflexionar sobre los acontecimientos, recuerda las profecías y entiende que se han cumplido.[83]
Algunos autores críticos modernos discuten la historicidad de los acontecimientos narrados por Mateo, ya que es un testimonio único, y se trata de acontecimientos cuya omisión no implicaría ninguna merma en el sentido teológico. Sin embargo, habiendo un testimonio que relata acontecimientos creíbles, aunque extraordinarios, podemos suponer, mientras no haya pruebas en contra, que los acontecimientos narrados son verídicos, pues el autor no intenta engañar a sus lectores, sino dar testimonio de lo que él vio, oyó y creyó.[84]
Con la indicación del establecimiento de la Familia en Nazaret, se vuelven a unir los relatos de Lucas y Mateo.
[1] Mt 1,1-17.
[2] Lc 1,5 y 26.
[3] Por ejemplo, Pablo en Rom. 1,3 dice de Jesús “nacido del linaje de David según la carne”, en una carta escrita a finales de los años cincuenta; el añadido “según la carne” indica que eso se afirma de Jesús teniendo en cuenta los modos de pensar humanos, pero no vale a los ojos de la fe, que ve a Jesús como Hijo del Eterno Padre.
[4] Mt 22,44; Mc 12,35; Lc 20,41.
[5] Lc 3,23-38.
[6] Son muchos los lugares de los evangelios sinópticos donde Jesús se llama Hijo del Hombre, y son especialmente significativas las veces en que se dice que el Hijo del Hombre volverá al final de los tiempos, como en Mt 24,29-31; Mc 13,24-27 y Lc 21,25-28.
[7] Jn 1,1-14.
[8] Mt 26,63; Mc14, 61-62; Lc 22,70-71.
[9] Mt 1,18-2,23.
[10] Lc 1,1-2,38.
[11] Véase Ratzinger I, pp. 20-23.
[12] Esa es la opinión de Joachim Gnilka, cit. por Ratzinger I, p. 23.
[13] Lc 2,19 y 2,51.
[14] En Lc 24,6 el ángel les dice a las mujeres que recuerden cómo Jesús les explicaba que tenía que padecer, morir y resucitar.
[15] Lc 24,27.
[16] Lc 1,5-25.
[17] Lc 1,6.
[18] Erik Petersen, citado por Ratzinger, p. 27, dice: “Era el lado sur del altar. El ángel está entre el altar y el candelabro de siete brazos. En el lado izquierdo del altar, que da al norte, había una mesa con los panes de la proposición”.
[19] Malaquías vivió entre el año 515 y el 445 antes de Cristo.
[20] Ml 3,1.
[21] Ml 3,23.
[22] Lc 1,19. Este nombre del ángel aparece en el Antiguo Testamento únicamente en el Libro de Daniel, 9,21.
[23] Lc 1,26-38.
[24] De acuerdo con las costumbres judías, la mujer prometida o desposada seguía viviendo en el hogar paterno por un año, bajo la potestad de sus padres, y pasado el año, el esposo la recibía en su casa, es decir, tenía lugar el matrimonio. Gnilka, cit. por Ratzinger I, p. 45.
[25] Lc 1,27.
[26] Lc 1,28-30.
[27] So. 3,15: “El Señor, Rey de Israel, está en medio de ti; no temerás más la desgracia”; 3,17: “El Señor, tu Dios, está en medio de ti como poderoso Salvador. Él disfrutará de ti con alegría, te renovará su amor, se regocijará en ti con canto alegre, como en los días de fiesta”.
[28] El nombre de Jesús también lo señala Mateo, quien dice que significa que Dios salvará al pueblo de sus pecados.
[29] 2S 7,16.
[30] Lc 1,38.
[31] También el Evangelio de Juan, que es independiente respecto de estas narraciones de Lucas y Mateo, afirma lo mismo en 1,13, si se lee en singular: “que no ha nacido de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni del querer del hombre, sino de Dios”.
[32] Is 7,14: “Miren, la Virgen está encinta y dará a luz un hijo…”.
[33] Lc 1,39-56.
[34] María de Jesús de Agreda, op. cit., pp. 452-454.
[35]