razonable que estuvieran los pastores. El anuncio a los pastores, antes que a otras personas de mejor posición social, era, por una parte, algo natural, pues estaban en los alrededores del lugar donde nació Jesús, por lo que era lógico que fueran los primeros en enterarse; pero, por otra parte, ha dado lugar a la reflexión de que ellos, por ser de los “pobres” que esperaban la salvación de Dios, también estaban interiormente más cercanos al acontecimiento, por lo que eran los primeros que podían comprenderlo.El mensaje lo transmite un ángel, que se presenta ante los pastores “y la gloria del Señor los rodeó de luz” y ellos “se llenaron de un gran temor”,[42] por lo que el ángel los tranquiliza con estas palabras: “no teman”. El mensaje es el anuncio de una “gran alegría”, “hoy les ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor”.Del mensaje, conviene fijarse primero en la expresión una “gran alegría” que coincide con el saludo del arcángel Gabriel a María: “alégrate”. De esa consideración viene la idea de que el nacimiento, vida y mensaje de Cristo son el “Evangelio”, la buena noticia por excelencia. El lugar del nacimiento se identifica como la “ciudad de David”, porque de acuerdo con las Escrituras, el Mesías sería descendiente de David, como lo afirman las dos genealogías, y nacería en su misma ciudad, en Belén. Se le llama “salvador” (en griego soter), porque era una palabra que se usaba para designar al emperador Ocatvio Augusto, de quien se decía que era salvador, porque, después de las guerras civiles, había impuesto la paz en el imperio; Lucas utiliza la palabra y la aplica a Jesús para poner en contraste la paz de Augusto, obra de las armas, con la muy distinta paz y salvación que anuncia Jesús, con su nacimiento de modo humilde y celebrado entre los humildes.El ángel concluye su mensaje dando una señal a los pastores: que encontrarán al niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. Luego, dice Lucas, apareció, a la vista de los pastores, una muchedumbre de ángeles que dicen (se ha entendido que cantan): “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres en los que Él se complace”. Y ¿quiénes son los hombres en los que Él se complace? En el relato del bautismo de Jesús, se oye una voz del cielo, es decir, de Dios, que afirma que Él se complace en Jesús, por lo que posteriormente pudo entenderse que Dios se complace en los que son como Jesús.[43]En cuanto desaparecen los ángeles, los pastores deciden ir a Belén y caminan presurosos, dice Lucas, y encontraron a María, a José y al Niño recostado en el pesebre. Los pastores les cuentan lo que les había sucedido, lo cual es muy natural, que al llegar expliquen su presencia en ese lugar y, agrega Lucas, que todos[44] los que los escucharon “se maravillaron”. Los pastores, dice Lucas, regresan glorificando y alabando a Dios, por todo lo que habían oído y visto. Lucas añade que “María guardaba todas estas cosas en su corazón”, lo cual parece indicar que Lucas las conoce gracias a que María se las comunicó a él,[45] o a la comunidad cristiana, de cuya tradición las recogió.Conviene notar la sencillez del relato del nacimiento de un niño en condiciones pobres, con la presencia de lo sobrenatural, gracias al mensaje del Ángel y los cánticos de los ángeles, que hacen ver que el nacimiento, en ese lugar tan humilde, tan alejado de los centros del poder y de la riqueza, concurrido por personas pobres, es el acontecimiento que trae la salvación al mundo entero.4. La circuncisión del Niño.[46] Cumplidos los ocho días del nacimiento, Jesús fue circuncidado, de acuerdo con la ley, con lo cual ya pertenecía jurídicamente al pueblo de Israel o, como diría san Pablo, fue “nacido bajo la ley”.[47] Con toda precisión, Lucas añade que le fue impuesto el nombre de Jesús, nombre que el ángel había anunciado a María antes de que fuera concebido, lo cual transmite la idea de que Dios tiene un nombre para los seres humanos, antes de que sean concebidos, por lo que nadie nace “por casualidad”.La circuncisión la pudo haber hecho el mismo José. La costumbre era que la hiciera un rabino. Sor María de Jesús de Agreda afirma que José fue a la sinagoga de Belén y llevó al rabino que circuncidó al Niño en la gruta.[48]5. La purificación de María en el templo, la presentación del Niño y el pago del rescate.[49] Lucas no era judío ni conocía a fondo los preceptos de la ley y escribe para los cristianos que no eran de procedencia judía, por lo que no es de extrañar que no describa con precisión, ni se esfuerce por hacerlo, los actos que tienen lugar en el templo. Inicia el relato de este episodio diciendo que, al cumplirse los cuarenta días posteriores al nacimiento, llegó el día de la purificación de María, de acuerdo con la ley de Moisés; según el libro del Levítico,[50] la mujer debía ofrecer un sacrificio de purificación, un cordero, y un sacrificio de expiación, una tórtola o un pichón; los pobres podían simplemente ofrecer dos tórtolas o dos pichones. María, según refiere Lucas,[51] ofreció el sacrificio de los pobres.En el mismo párrafo que habla de la purificación de María, Lucas dice que sus padres llevaron a Jesús al templo para presentarlo ante el Señor, de acuerdo con la Ley, y cita expresamente el precepto que dice que todo varón primogénito será consagrado a Dios.[52] Según las prescripciones judías, los padres podían rescatar al niño, pagando a cualquier sacerdote, en todo el país, la cantidad de cinco ciclos. Pero, lo singular de la narración de Lucas, es que no menciona el pago del rescate, antes bien dice que los padres llevaron a Jesús para presentarlo, es decir “ofrecerlo” a Dios. Y aunque no era necesario hacerlo en el templo, pues se podía hacer en cualquier lugar o sinagoga, Lucas dice claramente que fue en el templo, con lo que da mayor solemnidad al ofrecimiento. La falta de pago del rescate indica que el Niño no es de sus padres, sino que ha sido dado a Dios, de acuerdo con la ley.Lucas continúa su narración[53] y menciona el encuentro que tuvieron María y José en el templo con dos personajes de características proféticas, Simeón y Ana. Simeón es descrito como un habitante de Jerusalén, al cual califica Lucas con la misma palabra que dijo de José, esto es, que era “justo” y agrega que Simeón esperaba la “consolación de Israel”, es decir, esperaba al Mesías y su salvación; es un hombre dócil a Dios, por lo que llegó al templo “movido por el Espíritu Santo”. Dice Lucas que tomó al Niño en sus manos y entonces dijo unas palabras que, cuando escribe Lucas, ya eran parte de un cántico litúrgico, conocido hoy como Nunc dimiti (“Ahora puedes sacar de esta vida a tu siervo”), y que desde tiempos antiguos es parte de las oraciones de la noche en la Iglesia de Oriente y Occidente (junto con los otros cánticos que transmite Lucas en su relato de la infancia: el Magnificat y el Benedictus). En el cántico, Simeón hace dos afirmaciones respecto de la misión de Jesús, ambas tomadas del profeta Isaías: que Jesús es gloria de Israel[54] y, a la vez, luz para alumbrar a las naciones.[55]Después de alabar a Dios y bendecir a los esposos, Simeón, dirigiéndose a María, dice esta profecía: que Jesús viene como signo de contradicción,[56] que hará que muchos se levanten y otros caigan y que a ella una espada le traspasará el alma, es decir, que habrá de sufrir.Junto a Simeón, introduce Lucas a otro personaje, la profetisa Ana, de 84 años, que vivió siete años casada, permaneció viuda y servía en el templo. Ella presencia la escena de Simeón, con el Niño, y habla de él a todos los que esperaban la liberación de Israel, es decir, a quienes esperaban al Mesías.Lucas termina su relato,[57] y dice que, después de haber hecho todo lo que la ley prescribía, María y José, con el Niño, regresaron a Nazaret.
4 El relato de Mateo[58]
El Evangelio de Mateo contempla más el papel de José que el de María. Por eso, sólo refiere el anuncio del nacimiento hecho a José.
A. El anuncio a José
Mateo relata que José, antes de convivir con María, se da cuenta de que ella espera un hijo; pudo haber sido después de su regreso de su estancia con su prima Isabel, cuando ya tenía tres meses y semanas de haber concebido, y el embarazo sería visible. José tiene que decidir cómo reaccionar ante ese acontecimiento. Podría denunciar públicamente a María y rechazarla como esposa, pero como no concibe maldad en ella, decide repudiarla en secreto, es decir, huir y no tomarla como esposa. Entonces, dice Mateo, que se le aparece “en sueños” un ángel del Señor, que le dice que no tema recibir a María, pues el hijo que va a nacer de ella es obra del Espíritu Santo y José deberá darle el nombre de Jesús, “porque salvará al pueblo de sus pecados”. El encargo de poner un nombre al Niño implica el de confiarle su manutención y educación, es decir, de confiarle el papel de padre de Jesús, junto a María, la madre.[59] El aviso por parte de un ángel se entiende, en primer lugar, de forma negativa, pues lo recibe no de una voz humana, y el recibirlo en sueños indica una forma