Jorge Carlos Adame Goddard

Historia de Jesús de Nazaret


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Ambos afirman que María concibe “por obra del Espíritu Santo”, y en ambos el ángel anuncia, en uno a María, y en el otro a José, que el nombre que deberá llevar el niño es “Jesús”.

      B. El nacimiento

      Mateo no narra el nacimiento, simplemente afirma que Jesús nació en Belén, en tiempos del rey Herodes, que son datos que coinciden con los que da Lucas. Mateo data el acontecimiento con la referencia a Herodes, mientras que Lucas lo hacía con referencia a Augusto; y lo localiza en un lugar determinado, Belén de Judá. Después de afirmar el nacimiento, Mateo hace el conocido relato de la visita de los magos, que pudo ocurrir después de la presentación de Jesús en el templo, es decir, ahí donde Lucas termina su narración.

      C. La llegada de los magos

      2. La estrella. ¿Existió realmente? Y si así fue, ¿qué tipo de estrella era? En la tradición cristiana ha habido dos posturas. San Juan Crisóstomo (siglo iv) dice que no tiene caso averiguar si fue o no una estrella, que más bien se trató de un poder sobrenatural, que tomó la apariencia de estrella, y que es imposible que una estrella se mueva como supuestamente se habría movido la del relato. Otra tradición, que se remonta a san Ignacio de Antioquía (ca. 100 d. C.) afirma que fue realmente una estrella extraordinaria. Dados los progresos de la astronomía actual, parece razonable buscar si hay algún dato que confirmara la existencia de esa estrella.

      Johanes Kepler (1571-1630) adelantó una explicación, que hoy siguen algunos astrónomos. Él calculó que hacia el año 6 o 7 a. C. se produjo una conjunción de Júpiter, Saturno y Marte, semejante a la que había ocurrido en 1604, a la cual se añadió una supernova, es decir, una estrella débil o lejana en la que se produce una gran explosión, de manera que produce una gran luminosidad durante semanas y meses; opinaba que en tiempos de Jesús pudo haberse producido una supernova semejante. El astrónomo vienés Ferrari d’Ochieppo retoma esa teoría y explica adicionalmente que, según los astrónomos de Babilonia, Júpiter era la estrella de la más alta divinidad de Babilonia, y Saturno el representante del pueblo judío. Estos datos, aunque no constatan el hecho –lo cual ya no es posible porque es pasado e irrepetible– hacen verosímil la narración.

      La narración de la estrella ha servido, según afirmaron los escritores cristianos de los primeros siglos, para desmitificar la astronomía: no es la estrella la que determina cómo será el Niño, sino que es el nacimiento del Niño el que determina el comportamiento de la estrella.

      Después de la junta de los sabios, que concluyen que el Mesías nacerá en Belén, Herodes llama en secreto a los magos para pedirles que le informen del lugar donde encuentren al Niño, porque él también quiere ir a adorarlo. Llama la atención que no haya ninguna indicación de la reacción de los sabios ahí reunidos, que podrían o deberían estar interesados en conocer al Niño.

      4. La adoración de los magos. Mateo continúa el relato y dice que los magos emprenden el camino a Belén, ven de nuevo la estrella que los había guiado y que se detiene en el lugar donde estaba el Niño. Entran los magos en la “casa”, ven al Niño y a su madre, se arrodillan y lo adoran, y le ofrecen presentes de oro, incienso y mirra.

      Del relato parece claro que el Niño ya no está en la gruta sino en una casa, por lo que cabe conjeturar que la adoración de los magos tiene lugar pasado un cierto tiempo después del nacimiento y de la purificación y presentación en el templo. Llama la atención que Mateo no mencione a José en la escena, a pesar de que Mateo suele interesarse en su persona; podría ser simplemente que no presenció la escena, por estar ocupado en otras cosas o que Mateo prefiera no mencionarlo para resaltar que el Niño es hijo de Dios, no de José.