Jorge Carlos Adame Goddard

Historia de Jesús de Nazaret


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cuatro evangelios nos ofrecen cuatro visiones distintas, y a la vez complementarias, de Jesús de Nazaret. Cada evangelio tiene sus propias peculiaridades, que derivan principalmente del entendimiento que tuvo su autor acerca de las cosas que narra y del público al que dirige su escrito. Cada evangelio es también un testimonio independiente, pues si bien todos tienen fuentes comunes y se nutren de la misma tradición oral, cada uno es diferente en su composición y cuenta con algunas noticias que no poseen los otros, pero sobre todo, cada evangelio tiene un autor que es quien da testimonio de lo que escribe.

      La historia de Jesús que documentan los evangelios se concentra en su vida cuando predicó públicamente, un periodo que sólo comprende dos años y cuatro o cinco meses. Respecto de lo que ocurre en ese tiempo, los evangelios dan mucha información y todavía más respecto de los días previos a su muerte. De lo ocurrido antes de ese período, se conservan muy pocas noticias. Dos evangelios, el de Lucas y el de Mateo, se refieren, con algunos pormenores, al nacimiento de Jesús y a lo que ocurrió en los días posteriores, y luego simplemente indican que sus padres y él se establecieron en Nazaret de Galilea. De la vida que llevó allí no se tiene ninguna noticia documentada, y ese fue el periodo más amplio de su vida, de unos treinta años.

      Por esa limitación impuesta por el contenido de las fuentes, la historia de Jesús es básicamente la de sus dos años y medio de predicación pública. Se ha intentado reconstruir la vida pública de Jesús con una secuencia temporal, pero las noticias cronológicas de los evangelios no son suficientes para poder fijarla con certidumbre.

      La historia que aquí se presenta combina una exposición cronológica con una exposición temática. El primer capítulo, de carácter introductorio, analiza las diversas fuentes de la historia de Jesús y el país donde se desarrolló. El segundo se refiere a su nacimiento y a los sucesos inmediatamente posteriores. El tercero trata de lo que pudo ser la vida de Jesús en Nazaret, considerando las condiciones socioeconómicas y políticas de Galilea y luego presenta, en orden cronológico, los primeros días de la predicación de Jesús en Judea, desde su bautismo y hasta que decide establecerse en Galilea. Los siguientes capítulos, del cuarto al noveno, son de carácter temático y en cada uno se analiza un aspecto de la actividad de Jesús: su mensaje (cuarto), su oración (quinto), sus milagros (sexto), su llamado a los pecadores (séptimo), sus discípulos (octavo) y su promesa del pan de vida (noveno). En los siguientes capítulos se retoma la exposición cronológica: su entrada final en Jerusalén y los últimos días de su predicación pública (décimo), su pasión y muerte (undécimo) y su resurrección y ascensión al cielo (duodécimo). El libro termina con un epílogo con algunas noticias sobre la difusión del cristianismo en los cuarenta años posteriores a la muerte de Jesús y una reflexión sobre la veracidad de su historia narrada en los evangelios.

      He procurado transmitir los hechos y palabras de Jesús según lo que dicen los evangelios, los Hechos de los Apóstoles, y algunos otros libros de la Biblia. Por eso hago frecuentes referencias a ellos y pocas a bibliografía especializada. Las referencias a los evangelios y a la Biblia son a estas ediciones: Sagrada Biblia. Santos Evangelios, 2a. edición, Ediciones de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1985, y a la Sagrada Biblia. Edición Latinoamericana, hecha por la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Ediciones de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1997-2016.

      Capítulo 1

      El país y las fuentes de la historia

      de Jesús de Nazaret

      Sumario. Introducción: perspectiva histórica. I. Las fuentes no cristianas. A. Flavio Josefo. B. Tácito. C. Plinio el joven. D. Suetonio. E. Adriano. F. La tradición judía. II. Los evangelios. A. La tradición oral. B. La redacción de los evangelios. C. Contenido de los evangelios. D. Autores de los evangelios. 1. Mateo. 2. Marcos. 3. Lucas. 4. Juan. E. La cuestión sinóptica. F. La datación de los evangelios. G. La transmisión textual. H. Autoridad de los evangelios en la Iglesia de los primeros años. I. Los evangelios apócrifos. III. El país de Jesús. A. Geografía. B. Situación política. C. Situación social. D. Situación religiosa.

      Introducción: perspectiva histórica

      El nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret son hechos históricos que se conocen con los recursos propios de la ciencia histórica, es decir, por medio del análisis de las fuentes que los narran. Las fuentes son siempre testimonios o afirmaciones de personas que conocieron los acontecimientos y que los narran según lo que cada persona conoció y entendió. Los hechos históricos son actos y sucesos pasados y, por eso, no pueden conocerse directamente ni reproducirse. Los conocemos únicamente por medio de testimonios.

      Conocer los hechos históricos es conocer los testimonios o fuentes. Entender o interpretar las fuentes significa entender lo que el autor quiso decir en su momento. La objetividad en el conocimiento histórico es fidelidad a las fuentes.

      Las fuentes históricas son siempre documentos, es decir, palabras humanas, principalmente escritas, pero también otros signos humanos, como pinturas, monedas, por los que se transmite un mensaje. Las fuentes comprenden dos aspectos: el soporte material, esto es, el documento mismo y el mensaje. El conocimiento histórico abarca ambos aspectos. Primero, se debe hacer la crítica externa o juicio acerca del documento: determinar quién es su autor, fijar el texto que contiene, su fecha de composición, si el documento es el original o una copia, el origen histórico del documento, el contexto social en que se produce, etcétera. Luego, la crítica interna o juicio acerca del mensaje que transmite, cuyo objetivo es conocer qué es lo que el autor del documento transmite, es decir, se trata de interpretar el mensaje de manera objetiva, para lo cual debe hacerse la interpretación gramatical del documento y, si esto no fuera suficiente, la interpretación del sentido posible del documento.

      Después de conocer lo que la fuente dice, es necesario preguntarse si aquello que afirma el autor de la fuente es verdadero, si corresponde o no a lo sucedido y si tiene alguna importancia o significado hoy para mí: hacer la crítica de la autoridad que merece esa fuente. Las palabras de los autores de las fuentes tienen un significado que va más allá de la simple narración de los acontecimientos: las fuentes no son simples “crónicas” o recuentos de datos; contienen también la asimilación o entendimiento personal que hace el autor acerca del acontecimiento narrado, que puede ser también comprendido, aceptado o rechazado por el lector actual.

      El juicio de autoridad se hace con base en la credibilidad que merecen los autores de las fuentes por razón de su cultura, de su conocimiento directo o indirecto de los hechos narrados, de la congruencia o incongruencia de lo narrado con lo que afirman otras fuentes históricas y lo conocido por otros medios, como los conocimientos obtenidos por la arqueología, la geografía y otras ciencias sociales y naturales. Finalmente, el conocimiento histórico depende de la confianza que el lector deposite en los autores de las fuentes, gracias a la cual puede considerar verdadero aquello que los autores de las fuentes afirman o niegan.

      La confianza en los conocimientos de los autores de las fuentes está basada en la experiencia cotidiana de conocer objetivamente, con más o menos profundidad, lo que nos ocurre. Sin esa experiencia sería imposible el gobierno de la propia vida. Gracias a ella se puede afirmar que los autores de las fuentes pudieron conocer objetivamente aquello que relatan. Es cierto que podían haberse equivocado o tener la intención de engañar; por eso se procede con cautela y se hace la crítica del documento, de su contenido y de la fiabilidad del autor. La posibilidad del error o del engaño no invalida la comunicación de los conocimientos que tuvieron los autores de las fuentes a los lectores actuales, simplemente exige que se proceda críticamente.

      Ese juicio o crítica de autoridad es especialmente importante cuando se trata de documentos, como los evangelios, que son las fuentes que aquí se van a considerar principalmente, que contienen un mensaje sobre el significado de la vida personal y de la historia de la humanidad y de su relación con Dios, mensaje que afecta directamente la ordenación de la vida personal, de modo que aceptarlo como verdadero implica una reordenación de la vida personal. Este juicio lo tiene que hacer cada persona y no puede presentarse como