sus propios evangelios.[11]La segunda etapa es la predicación apostólica. Es lo que los apóstoles enseñan acerca de la vida y palabras de Jesús. Si bien cada apóstol puede tener sus preferencias personales acerca de lo que es más o menos importante de la vida y palabras de Jesús, y que cada uno tiene en cuenta también las necesidades de aquellos a quienes predican, todos procuran transmitir los actos y las palabras de Jesús, pues saben que no predican una doctrina propia que ellos hayan elaborado, sino que transmiten lo que “vieron y oyeron”.[12] El cuidado que tenían los apóstoles en mantenerse fieles al mensaje original se manifestó en la decisión que tomaron en el concilio de Jerusalén, del año 49, en la cual, dirigiéndose a los cristianos de origen gentil, se lamentan de que algunos cristianos de origen judío, que los apóstoles no enviaron, los inquietaron, y que los apóstoles y el concilio deciden no imponerles el cumplimiento de los aspectos rituales de la ley de Moisés, como algunos pretendían. El concilio decidió, con base en la doctrina de Jesús, enviarlos a bautizar y no a circuncidar.[13] En la tradición oral se va formando también una tradición “cultivada”, es decir, un grupo de expertos que procuran recoger y conservar con fidelidad las enseñanzas de Jesús.Debe tenerse en cuenta, para valorar la importancia de esta tradición, el papel que tenía la memoria en el nivel educativo. Muchos de los dichos de Jesús conservados están redactados de modo que sea fácil retenerlos en la memoria, con juegos de palabras y rimas, como lo demuestran los estudios filológicos y gramaticales que se han hecho de ellos. Por eso es confiable que la tradición apostólica fuera fiel al contenido de los mensajes de Jesús, a veces conservando incluso la literalidad.La tercera etapa de esta tradición es el periodo en el que se redactan los evangelios. Los autores eligen de la tradición oral, y también de lo escrito en los evangelios previos, lo que les parece necesario para los fines que se proponen, de acuerdo con las condiciones de los fieles a quienes se dirigen. De ahí que haya diferencias entre ellos, pero sin contradicción del mensaje principal. Los autores se encuentran con una gran variedad de materiales que, si bien todos derivan de la primera tradición apostólica, cuentan también con diversos contenidos en las iglesias locales, donde los catequistas y predicadores formaron tradiciones locales derivadas de la primera; y algunas enseñanzas y episodios de la vida de Jesús eran más recordados en unas comunidades que en otras.Los evangelios se escriben en el seno de la Iglesia, de la comunidad creyente, la cual reconoce esos escritos como fieles a su tradición, al mensaje de Jesús. Lucas lo dice expresamente:[14] Muchos han puesto por escrito la narración de las cosas acerca de la vida y palabras de Jesús, “conforme a lo que nos transmitieron quienes desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra”.Los evangelistas no fueron meros recopiladores de los contenidos de la tradición, sino autores, en el sentido que ellos eligen sus materiales y los acomodan y redactan según sus preferencias, es decir, los interpretan y hacen una transmisión inteligente de los contenidos que procura ser fiel a los originales.B. La redacción de los evangeliosSe puede afirmar que los evangelistas reelaboran las tradiciones acerca de Jesús conservadas en las iglesias primitivas, con el objeto de dar su propio testimonio de la vida y palabras de Jesús, y procuran que sea verdadero (el creyente entiende que el Espíritu garantiza que es verdadero), fiel a las palabras y actos de Jesús, y los redactan de modo que sean asequibles a quienes se dirigen. Los evangelios son libros escritos por seres humanos y, bajo ese aspecto, pueden ser estudiados y sometidos a crítica, como cualquier otro escrito.La veracidad de los evangelios, considerados como textos escritos por autores humanos, ha sido probada por razones históricas, literarias y filológicas, a lo cual debe agregarse la prueba que dan los propios evangelistas con su vida, que la dedican a transmitir un mensaje que choca con la cultura dominante, a pesar de las persecuciones que sufrieron y de la perspectiva de una muerte violenta. Tres de ellos, Mateo, Marcos y Lucas, aparentemente sufrieron el martirio. ¿Qué interés económico o político podían tener para predicar una doctrina que les traía tanto malestar? Ellos sabían, como dice Juan, que su testimonio era verdadero.Los cuatro evangelistas escriben con el fin de suscitar o reforzar la fe en Jesucristo, es decir, el conocimiento de que Él es Dios y de que ha venido al mundo para salvar a todos los hombres, y hacerlos, desde ahora, partícipes de su vida. No tienen la intención de hacer un libro de historia al modo moderno, sino de dar testimonio de lo que conocen acerca de la vida y palabras de Jesús, a fin de que sus lectores crean en Él. El Evangelio de Marcos, que es el único que lleva título, inicia así: “Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”, es decir, comienza con el testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios;[15] Lucas advierte a su destinatario hipotético (Teófilo) que ha escrito “para que conozcas la indudable certeza de las enseñanzas que has recibido”;[16] y san Juan concluye su Evangelio con esta afirmación: “Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero”;[17] más fuerte es la afirmación que hace después de narrar que un soldado atravesó el cuerpo de Jesús con una lanza, pues entonces dice: “El que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad para que también ustedes crean”.[18]Se puede pensar que si los evangelistas escriben para que otros crean su intención no parece ser la de narrar una historia objetiva sino la de proponer argumentos que convenzan. Pero lo que ellos quieren es que sus lectores crean que Jesús es el Hijo de Dios, para lo cual tienen que proporcionar datos sobre la persona y la vida de Jesús de Nazaret, que lleven a sus lectores a concluir que Jesús es el Hijo de Dios. Los evangelios no son escritos teológicos ni filosóficos, sino escritos históricos que dan cuenta de la persona, palabra y obras de Jesús, con palabras sencillas y nada grandilocuentes, a diferencia de los escritos hechos, por ejemplo, para exaltar la memoria de los emperadores.C. Contenido de los evangeliosNo son propiamente biografías de Jesús, sino testimonios que relatan episodios de la vida de Jesús, de sus actos y palabras. Los evangelios de Lucas y Mateo comienzan con sendos relatos de la infancia de Jesús. El de san Juan, con una contemplación de Jesús como el Verbo Eterno del Padre, encarnado para hacerse un hombre como cualquiera de nosotros. Marcos empieza directamente con el inicio de la vida pública de Jesús.Los cuatro evangelios siguen más o menos este esquema de la vida pública de Jesús: primero el bautismo por Juan y las tentaciones en el desierto, que son como la preparación al ministerio público. Luego se narra su actividad pública, refiriendo la formación de un grupo de discípulos, sus milagros, su mensaje, que llega a contrastar con lo que enseñaban los escribas y doctores de su tiempo, y la oposición de los jefes de los judíos, que culmina con la aprehensión de Jesús. Los cuatro evangelios concluyen con una descripción detallada y extensa de la detención de Jesús, del juicio por el que lo condenan, de su muerte en la cruz y de su posterior resurrección y aparición, por varios días, a sus discípulos.Son relatos sencillos y sobrios, al alcance de cualquier persona; el de Juan, no obstante ser el más reflexivo, es igualmente asequible.D. Autores de los evangeliosLas cuatro narraciones de la vida y las palabras de Cristo fueron escritas por testigos cercanos. Mateo y Juan fueron apóstoles, de modo que conocieron directamente a Cristo, lo acompañaron en sus viajes, oyeron sus palabras, presenciaron los milagros y las reacciones del pueblo y de los jefes de Israel. Marcos fue uno de los discípulos que seguían a Cristo (posiblemente el que la noche del jueves santo huyó abandonando su túnica, pues él es el único que narra este suceso, que es irrelevante para la historia de Jesús), y luego, compañero de Pablo y de Pedro en su trabajo apostólico, por lo que él vio posiblemente muchas de las cosas que narra, y otras las conoció por el testimonio directo de Pedro; de hecho, se considera que los recuerdos de Pedro son la fuente principal de su evangelio. Lucas fue de los primeros discípulos no judíos, tal vez de los convertidos en la primera predicación de Pablo en Antioquía, de donde era originario; fue compañero de viaje de Pablo. Él escribe guiado por lo que oyó de Pablo y de la primera comunidad cristiana; tuvo el cuidado de informarse de lo que escribió y posiblemente conoció de labios de María[19] los sucesos del nacimiento e infancia de Jesús.[20]1. Mateo. También llamado Leví, es el publicano elegido por Jesús para ser apóstol, y que lo acompañó a lo largo de su vida pública. Escribió un evangelio en arameo, que se ha perdido, del cual hay testimonios de que fue el primero, pero no se conserva alguna copia o fragmento; luego se tradujo al griego, que es el texto que conocemos, del cual nos han llegado varios manuscritos. El autor no firmó el escrito, lo cual también ocurre en otros evangelios, pero la tradición constante, desde el siglo ii, atribuye este Evangelio a Mateo, o Leví, el que fue publicano y llamado a ser apóstol. Papías, obispo de Hierápolis, hacia el año 130 dice: “Mateo, en lengua hebrea,