personal.
Esta confianza o fe en el testimonio que ofrecen los autores de las fuentes es una fe meramente humana, esto es, la confianza en su capacidad de conocer y de transmitir lo conocido. El creyente tiene además el auxilio de la fe divina o teologal, es decir, de la confianza en que el autor de los evangelios es finalmente el mismo Dios que no se engaña ni nos engaña.
Las fuentes que relatan la vida de Jesús de Nazaret son principalmente los cuatro evangelios, escritos respectivamente por Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Pero hay otras fuentes no cristianas.
1 Las fuentes no cristianasSon fuentes de autores judíos, griegos o romanos.A. Flavio JosefoLas fuentes no cristianas más antiguas son las obras del historiador judío Flavio Josefo, escritas a fines del siglo primero. Flavio Josefo nació hacia el año 37 d. C. Fue sacerdote en Jerusalén y, cuando se produjo la sublevación de los judíos contra el imperio romano, fue jefe de un grupo de guerrilleros. Estuvo presente en el asedio y destrucción de Jerusalén por el ejército romano de Tito, el año 70. A pesar de su pasado, logra allegarse, en Roma, a la gens Flavia (a la que pertenecían los emperadores Vespasiano, Tito y Domiciano), y obtiene el oficio de cronista imperial. Entre los años 75 y 79 escribió su Guerra judaica, en la que narra la caída de Jerusalén; luego escribió, hacia el año 95, las Antigüedades judaicas, que es la historia del pueblo hebreo, desde los orígenes hasta la destrucción de Jerusalén. En esta obra menciona a Juan el Bautista y refiere su muerte violenta;[1] a Santiago, “el hermano de Jesús, llamado el Cristo”, y también refiere su muerte violenta.[2] Se refiere a Jesús en estos términos:Existió en este tiempo Jesús, hombre sabio [si cabe llamarlo hombre], ya que hacía obras extraordinarias y era maestro de hombres que acogen con placer la verdad. Atrajo a sí a muchos judíos y también a muchos griegos. [Era el Mesías] Habiéndole castigado Pilatos con la cruz, por denuncia de los varones notables entre nosotros, sin embargo, no desistieron aquellos que le habían amado desde el principio. [Se les apareció al tercer día de nuevo vivo, según habían dicho de antiguo los divinos profetas acerca de él y otras mil cosas admirables] Todavía hoy no ha decaído la tribu de los que, a partir de él, son llamados cristianos.[3]Este texto es conocido como el Testimonium flavianum, está en todos los códices manuscritos de esta obra y es citado, ya desde el siglo iv, por Eusebio de Cesarea, en su Historia eclesiástica. Como es muy favorable a Jesús, y se ha conservado principalmente en ambientes cristianos, es verosímil que haya sufrido alteraciones, pero dada la coincidencia de todos los manuscritos, las alteraciones no pueden documentarse. Por otra parte, hay un texto árabe del siglo x, escrito por el obispo Agapito de Hierápolis, en su Historia Universal, en el cual recoge, casi al pie de la letra, en árabe, el Testimonium flavianum.[4]Este testimonio es muy importante. Afirma la existencia de Cristo y su muerte por acusación de los jefes judíos y aprobación de Poncio Pilatos. Afirma que fue un sabio, como podía decirse de los profetas del Antiguo Testamento, que hizo actos extraordinarios y enseñó y atrajo a muchos judíos y griegos, y que sus discípulos le han sido fieles después de su muerte. No dice nada que no conste en los evangelios, pero es una fuente externa a ellos que confirma su veracidad.B. TácitoEl historiador romano Tácito (56/57 ca. 118) escribió una historia de Roma, llamada Anales, que pretendía cubrir el período de los años 14 a 68; desgraciadamente no se conservan los libros que trataban de los años 29, 30 y 31, que con mayor probabilidad corresponderían al proceso y muerte de Cristo (el año 30, es el más probable), donde debería haber hecho mención de ese proceso, llevado por Pilatos; no obstante, cuando describe la persecución de Nerón contra los cristianos y el incendio de Roma, afirma que Nerón presentó como culpables a los cristianos, que se llaman así por el nombre “de Cristo, al que, bajo el imperio de Tiberio, el procurador Poncio Pilatos había condenado al suplicio”. Esta fuente afirma directamente la existencia de Cristo, y la sitúa cronológicamente, durante el imperio de Tiberio (14-37 d. C.), y muerto bajo el procurador Poncio Pilatos (26-36 d. C.); afirmación que coincide completamente con lo que dicen los evangelios en ese punto.C. Plinio el JovenSiendo procónsul de Bitinia (provincia del Asia Menor, con costa en el mar Mármara y el Mar Negro) el emperador Trajano escribió varias cartas (de la 111 a la 113), y en una dice que “los cristianos se reúnen en un día fijo, al alba y cantan un himno a Cristo como a un Dios”.[5] Este testimonio afirma, 80 años después de la muerte de Jesús, la existencia de un grupo de personas llamadas cristianos, que se reúnen a adorar a su fundador, a Cristo, como si fuera un Dios. No afirma directamente la existencia de Cristo, sólo la presupone; pero es importante la afirmación de que los cristianos tratan a Cristo como a un Dios.D. SuetonioPor el año 120 escribió, en su biografía sobre el emperador Claudio, que expulsó de Roma a los judíos, los cuales, según dice, incitados por “Cresto”, causaban muchos problemas;[6] el texto no afirma la existencia de Jesús, sino de un “Cresto” (Cristo), que Suetonio piensa que estaba vivo en tiempo de Claudio, pero sí afirma la existencia de una comunidad cristiana; el mismo autor, en la biografía de Nerón, dice que el emperador sometió a los cristianos a suplicios porque eran seguidores de “una superstición nueva y maléfica”.[7]E. AdrianoHay también dos cartas del emperador Adriano: una del año 125, en que da instrucciones al procónsul de Asia para proceder contra los cristianos, y otra, hacia el año 133, donde incidentalmente menciona a Cristo y a los cristianos. Son fuentes que prueban la existencia de grupos cristianos y que era conocido su fundador llamado Cristo.[8]F. La tradición judíaFue conservada por los rabinos y se puso por escrito a partir de mediados del siglo ii d. C., en una obra llamada Mishna, que consideraban como complemento de la ley. En ella hay una oposición al cristianismo, al que consideran una herejía del judaísmo, que los autores prefieren no tratar, y cuando lo hacen es en tono despectivo, por ejemplo, cuando se refieren a Jesús, con el nombre de Jeshu’a, como un mago que llevó a Israel por mal camino, que aprendió las artes mágicas en Egipto, y que fue ahorcado en vísperas de la Pascua. Son fuentes que no desean conocer quién fue Jesús, sino desacreditarlo, pero de cualquier modo hacen constar la existencia de Jesús y el impacto que tuvo su presencia y vida en el pueblo de Israel.De todos los testimonios analizados, los que se refieren directamente a Jesús son el testimonio de Flavio Josefo y el de Tácito, que afirman la existencia de Jesús, la época en que vivió, las circunstancias y el tiempo de su muerte, así como algunas características de su personalidad: sabio, maestro, obrador de prodigios y el hecho de que dejó discípulos que le seguían incluso después de su muerte.
2 Los evangeliosSon cuatro relatos acerca de la persona, la doctrina y actos de Jesús. Cada uno escrito por un autor diferente: por Mateo, que fue uno de los apóstoles elegidos por Jesús y que compartió con él el tiempo de su ministerio público; por Marcos, uno de los primeros discípulos de Jesús, compañero y auxiliar de Pedro y de Pablo en sus viajes apostólicos; por Lucas, médico, originario de Siria y uno de los primeros cristianos convertidos del paganismo, y Juan, otro de los elegidos por Jesús como apóstol, el más joven entre todos, y quien acompañó a Jesús desde el inicio hasta el fin de su ministerio público.Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas tienen una estructura semejante y muchas coincidencias, incluso de redacción, de tal modo que, si se ponen en tres columnas juntas, se advierten inmediatamente muchas semejanzas, así como algunas particularidades de cada Evangelio, lo cual permite que se complementen entre sí; por eso se les ha llamado “sinópticos”, y se ha planteado el problema denominado “cuestión sinóptica”, de cómo explicar esas coincidencias y diferencias.La composición de los evangelios se da en varias etapas.A. La tradición oralEl origen de todos los evangelios es, en primer lugar, la tradición oral de las enseñanzas de Jesús y de los apóstoles, que se conservaban en las diversas comunidades cristianas. Se han distinguido tres etapas en esta tradición. La primera fue la misma predicación de Jesús, que además de dirigirse a las multitudes, se dirigía especialmente a los discípulos asiduos, de entre los cuales eligió a los apóstoles. La segunda etapa es precisamente la predicación que hicieron los apóstoles, una vez muerto Jesús. Ellos predicaban el mensaje de Jesús, llamado “kerygma”, el cual contenía el anuncio del nacimiento, muerte y resurrección de Jesús y una invitación a la conversión;[9] como iba dirigida inicialmente a los judíos, se mostraba como cumplimiento de lo anunciado por los profetas. A quienes se convertían, era necesario darles una instrucción más completa o catequesis sobre la vida y enseñanzas de Jesús, antes de que recibieran el bautismo.[10]Para ayuda de los predicadores y catequistas, pronto pudieron hacerse colecciones de dichos de Jesús, en arameo,