y son sumamente respetuosos de ella, por lo que es difícil discernir en cada Evangelio lo que es propio del autor de aquello que toma de la tradición oral. San Lucas es especialmente respetuoso, de modo que hasta cambia su estilo para transmitir el tenor de las fuentes. El material del cual se sirven, oral o escrito, ya estaba debidamente formado y estabilizado, como lo demuestra la coherencia de los cuatro evangelios entre sí.La tradición preevangélica fue conservada y transmitida no por comunidades entusiastas o anárquicas, sino por comunidades jerárquicamente constituidas, que no desean crear una nueva religión, sino transmitir fielmente las enseñanzas y los actos de Jesús. La sobriedad de los cuatro evangelios abona la seriedad de la tradición en la que se fundan, en la que no aparecen elementos literarios encomiásticos o ponderativos.Otra prueba de la autenticidad de los evangelios es la continuidad y discontinuidad, a la vez, con el ambiente judaico de la época, que presenta la conducta narrada de Jesús. Frente al sistema legislativo de su tiempo, Jesús, según afirman los cuatro evangelios, admite y respeta la ley transmitida por Moisés, pero al mismo tiempo se manifiesta como alguien que interpreta auténticamente el contenido de esa ley, sin haber estudiado en las escuelas rabínicas y que declara su sentido apoyado en su propia potestad y autoridad. En la historia del pueblo de Israel, muchos profetas habían hablado en nombre de Dios, especialmente Moisés; pedían la adhesión del pueblo a las palabras de Dios que ellos transmitían, y hacían milagros con la autoridad y el poder de Dios. Jesús, en cambio, pide adhesión total a su propia persona, y actúa por su propio poder. Frente a las esperanzas mesiánicas de Israel, que algunos interpretaban en el sentido del advenimiento de un Mesías Rey poderoso que exaltara a Israel por encima de los demás pueblos, y otros que no esperaban un Mesías en una persona humana, sino la intervención providencial de Dios, Jesús se presenta como un Mesías único, muy diferente de lo que muchos esperaban, pero plenamente conforme con las escrituras: es descendiente de David, pero es también el siervo humilde que describe Isaías, y es glorificado después de haber sufrido tormentos impensables.I. Los evangelios apócrifosSe da este nombre a relatos acerca de la vida y palabras de Jesús, o que contienen datos acerca de él, que son llamados evangelios por sus autores o bien por el público, pero que no fueron reconocidos por la Iglesia como inspirados ni fueron incorporados al canon o lista de relatos auténticos. De muchos de esos apócrifos sólo se conservan algunos fragmentos. Hay dos que nos han llegado completos, el Proto evangelio de Jacob y el Evangelio de la infancia, atribuido a Tomás, que contienen narraciones sobre la infancia de Jesús, las cuales son combinaciones de las noticias que dan Lucas y Mateo, con algunas elucubraciones y fantasías propias de sus autores, como la que contiene el Evangelio de Tomás, de que el Niño Jesús, maldijo a un niño que lo perseguía y éste cayó muerto al instante. De los demás apócrifos, como el Evangelio del Nazareno, el Evangelio de Pedro o el Evangelio de la Cruz, entre otros, sólo nos han llegado fragmentos. En general, los evangelios apócrifos se originan en el siglo segundo o posteriormente, no demuestran tener contacto directo con los acontecimientos que narran ni tener noticias sobre los actos y palabras de Jesús que provengan de tradiciones independientes de los evangelios canónicos. John Meier,[40] después de analizarlos críticamente, considera que son documentos importantes para conocer la imaginación exagerada de algunos cristianos del siglo segundo, pero no para conocer la vida y palabras de Jesús.Hay otros documentos que se descubrieron el año 1945, en el pueblo de Nag Hammadi, en Egipto, que eran los restos de una biblioteca de cristianos coptos. Contienen, entre otros, fragmentos de la República, de Platón, de libros de moral pagana, como las Sentencias de Sexto, de libros judíos y también de libros cristianos, que reflejan puntos de vista gnósticos. La mayor parte de este material no contiene algo relacionado con la vida y palabras de Jesús, y los pocos que sí refieren sus actos y palabras, no son propiamente narraciones de su vida, sino exposiciones teológicas, aun cuando se llamen “evangelios”, como el Evangelio de la verdad. Hay algunos que relatan pasajes de la vida de Jesús, como el Evangelio de Felipe, pero las noticias que dan fueron tomadas de los evangelios sinópticos y no reflejan conocer ninguna fuente independiente de los sinópticos.[41] Mención aparte merece el Evangelio de Tomás, que es una colección de 114 dichos de Jesús, sin ninguna referencia a las circunstancias en que fueron pronunciados; al analizar su contenido, Meier concluye que está dominado por la visión gnóstica, y no cabe verlo como una fuente confiable de las palabras de Jesús;[42] como muestra de ello, cita el pasaje donde Pedro le dice a Jesús que María tendrá que abandonarlos porque las mujeres no merecen la vida verdadera, y Jesús le replica que va a convertirla en varón para que pueda acceder a ella. Contiene muchos dichos de Jesús que coinciden con los que hay en los sinópticos, pero no se ha podido probar que provengan de una fuente distinta, por lo que es más probable que sean dichos tomados de los sinópticos, especialmente de Mateo.Del análisis de las diversas fuentes de la vida y palabras de Jesús se puede concluir que las únicas fuentes críticamente confiables de los actos y las palabras de Jesús son los cuatro evangelios; de los otros libros del Nuevo Testamento, especialmente las cartas paulinas, sólo ofrecen algunos datos, pocos, no conocidos en los evangelios. Y de las fuentes no cristianas, la más importante, que parece proceder de una fuente distinta de los evangelios, es el llamado Testimonio Flaviano, que coincide con lo que dicen los evangelios, pero no aporta datos nuevos. Lo que dice Tácito acerca de Jesús puede proceder de otra fuente independiente de los evangelios, pero no aporta nada nuevo.[43]
3 El país de Jesús[44]A. Geografía
Palestina es una franja de tierra fértil a lo largo de la orilla suroriental del mar Mediterráneo. Era la tierra que, de acuerdo con la Biblia, Dios había prometido y entregado a su pueblo, Israel.[45] En tiempo de Jesús, estaba dividida en cuatro regiones, tres del lado occidental del Jordán: Galilea, al norte; Samaria, al centro y Judea, al sur; del otro lado del Jordán (Transjordania) estaba Perea y, al norte de ella, algunos distritos que se mencionan en los evangelios: Decápolis, Iturea, Traconítide y Abilene.
Galilea fue la región donde Jesús vivió la mayor parte de su vida. Está en el norte de Palestina. Se extiende desde las laderas del monte Hermón, al norte, hasta el valle de Esdrelón, al sur; y desde el río Jordán y el lago de Galilea, en Oriente, hasta la costa del mar Mediterráneo, en el occidente. Al sur de Galilea, separada por el valle de Esdrelón, se encuentra Samaria, cuyo núcleo lo constituye un macizo de montes y colinas. Galilea tiene un relieve ondulado; sus colinas están revestidas de olivos y viñas; en los valles se cultiva trigo y cebada. El lago de agua dulce tiene unos 21 km de largo y 12 de ancho, y gran abundancia de peces. Durante su vida pública, Jesús predicó principalmente en las ciudades de la orilla noroccidental del lago: Corazaín, Betsaida, Cafarnaúm, pero fue en esta última donde fijó su residencia. Ahí todavía se conservan las paredes de una habitación que, de acuerdo con una antigua tradición, confirmada por las investigaciones arqueológicas, fue la casa de san Pedro, donde se hospedaba Jesús.
En Galilea, vivía gente de dos culturas distintas. Una parte importante era de cultura helénica, hablaba griego, se dedicaba principalmente al comercio o a la industria, y vivía en las grandes ciudades como Tolemaida (con puerto en el Mediterráneo), Séforis, en el interior, o Tiberíades, en la orilla del mar de Galilea. La otra parte, la población rural, era eminentemente judía, hablaban arameo y vivían en aldeas o en pequeñas poblaciones, como Nazaret, Caná, Cafarnaúm o Betsaida. No parece que hubiera un trato muy frecuente entre ambas poblaciones. Cristo predicó a la población judía y no tenemos constancia en los evangelios de que lo haya hecho en las ciudades helenizadas; no obstante, existen relatos en los evangelios de que acoge a los gentiles que lo buscan.
En la Galilea media, al sureste del lago, estaba, y sigue estando, Nazaret, donde vivió Jesús treinta años. Era una aldea desconocida, donde vivían unas cuantas familias pobres, dedicadas en su mayoría a la agricultura y algunas, como la de José, que vivían de su trabajo artesanal. Las casas estaban adosadas a las rocas. Por lo general, eran de dos habitaciones, una era una cueva que servía de bodega y despensa, y que tenía adosadas tres paredes de adobe, que formaban la segunda habitación, techada con maderas, ramas y hojas, donde vivía la familia. Gran parte de la vida familiar discurría en el terreno al frente de la casa. Los habitantes de Nazaret eran judíos y hablaban arameo.
B. Situación política
En el tiempo