Olga Rodríguez Cruz

El 68 en el cine mexicano


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estudiantes en el Zócalo.

      En realidad no lo podía creer, pero eran ya dos personas que manifestaban el mismo hecho. Después se dieron los sucesos del 2 de octubre que provocaron que mis ideas de la cinematografía se vieran alteradas. Cambió radicalmente el sueño de realizar cine teniendo como ideal la imagen de mi tío, que vivía muy bien, que ganaba mucho dinero, que había dirigido a Tin Tan. Yo quería ser como Gilberto Martínez Solares, tener lana y que Ana Bertha Lepe me besara la mejilla, yo deseaba ser como él, pero después de los acontecimientos del 68 a muchos se nos transformó la visión del país y por lo tanto del cine.

      Poco tiempo después del 2 de octubre, fui a revelar una película a Filmo Laboratorio, en Avenida Coyoacán, y uno de los empleados me comentó:

      —Acaba de irse un tipo que filmó toda la matanza, llegó nerviosísimo por la mañana y me dijo: «Me urge que me revelen esta película, ¿cuánto me cobra?, ¿a qué hora estará lista?» Advirtió que era un material muy delicado y al día siguiente llegó dos horas antes del tiempo programado. Yo esperaba sacar otra copia, porque me asombré al ver la matanza de Tlatelolco, pero no se pudo.

      De esta información deduje que existía más de un testimonio filmográfico, los cuales podrían demostrar el porqué de la barbarie. Pero El grito se convertiría en el documental más importante de la historia de este movimiento estudiantil, ya que era el único material que no provenía de las manos gubernamentales.

      Es de resaltar que el maestro González Casanova nos dio la escuela, la dejó abierta, tomamos el control; él estaba a diario en el plantel. Él promovió que hiciéramos la película El grito, la apoyó, la financió y luego pues no la podía exhibir.

      En el CUEC había un comité de estudiantes que estaba pendiente de mandar el material al laboratorio, pagaba las facturas del revelado. El grito es una producción de la UNAM, pero propiciada, protegida y amparada por González Casanova. El CUEC nació ahí; es la película emblemática de la escuela de cine. No cualquier casa de estudios tiene una película como ésta, que nos hizo ver la realidad con otra visión; nacimos con el movimiento y con la escuela, ellos nos dieron otro tipo de mente para realizar cine. El CUEC tenía cinco años de fundado, teníamos profesores de primer orden; ninguno de ellos había hecho películas, pero fueron los mejores maestros que he tenido, estaba Rosario Castellanos, Salvador Elizondo, José de la Colina. Las clases eran en el turno vespertino, porque los estudiantes trabajábamos.8

      Una vez terminado El grito, conseguí una sala cinematográfica, que Leobardo me pidió discretamente, con el propósito de exhibir la película únicamente a un grupo de amigos. Yo mandé a hacer seis copias de la película y la prestábamos para todos los cine clubs; así empezó. De la proyección se enteraron hasta en Rectoría y acudió tanta gente, que de pronto Leobardo me dijo:

      —Oye ¿quién invitó a ese cuate?

      —¿Cuál? (Me lo describió, pero ya se había ido.)

      —No lo conozco.

      —Ese tipo fue uno de los que me torturaron. Me acuerdo de él. ¿Cómo llegó?

      —No lo sé.

      Nunca más supe de ese tipo.

      Pasados los años, en Canal 11 se transmitió un programa de la Filmoteca de la UNAM que contenía algunas películas, como Explotados y explotadores, realizada por el grupo octubre, El día que las mulas volaron y El grito. Yo colaboraba en este proyecto.

      Cuando se transmitió la primera película, se armó un escándalo, me hablaron de Gobernación para que la interrumpiera, y les dije: «En este momento se encuentra al aire la Universidad y no puede tener censura». Les hice toda una explicación acerca de la autonomía universitaria y les dejé en claro que las ondas hercianas dejaban de ser de la Secretaría de Comunicaciones y pasaban a ser de la máxima casa de estudios. Total, me dijeron que ocasionaba una revolución, y la única película que no se pudo pasar fue El grito. Para ese entonces ya se había exhibido en diversos cine clubes de la Universidad, en instituciones educativas y en sindicatos.

      El grito es un testimonio fiel de lo que sucedió en el 68, la escuela de Cine (CUEC-UNAM) nació con esa película. Existe también un comprometido documentalista, como lo es Óscar Menéndez, que filmó el movimiento estudiantil. Fue una lástima que la industria cinematográfica se mantuviera al margen de los sucesos.

      Por otro lado, se sabe que Servando González, quien trabajaba para la presidencia de la República, filmó todo el acontecimiento del 2 de octubre. Hay un documental del año 2012, llamado Los rollos perdidos del director Gibrán Bazán, que hablan precisamente de este acontecimiento, en donde se menciona que los rollos fueron resguardados en la Cineteca Nacional con otro nombre y que el 24 de marzo de 1982 se quemaron durante el incendio de esta institución, aunque yo tengo la sospecha de que existe al menos otra copia.

      A través de pequeños datos nos damos cuenta de que sí hubo filmaciones que desconocemos, como los materiales de los japoneses, que exhibieron en ese país. Nunca se presentaron en México, para que Japón no tuviese problemas con nuestro gobierno. Creo que hace falta saber qué fue lo que pasó; yo todavía no lo sé, me han dado veinte mil teorías y no creo en ninguna.

      Es importante que siga retomándose el tema del 68; fue un parteaguas para la vida política y cultural de nuestro país, es parte de nuestra memoria histórica, la cual puede ser representada a través de diversas historias en el cine, desde las historias amor en el 68 hasta la teoría del boicot de las Olimpiadas con el movimiento. El 68 es de jóvenes rebeldes, no satisfechos con la injusticia que se ve. El movimiento del 68 no floreció, lo callaron, hubo cambios sociales, culturales y políticos, pero no suficientes, de tal manera que seguimos observando a gente muy rica y al pobre no se le aleja de la ignorancia, el vicio y la rapiña. Ese no era el espíritu de la Constitución de 1917, que tenía como principio que se moderara la opulencia y la indigencia; eso no sea conseguido en nuestro país.

       Ramón Aupart

      Me enteré de que el 2 de octubre Leobardo había sido detenido en el Campo Militar número 1. Yo trabajaba en los Laboratorios Cinematográficos México. Ahí se sabía que él había participado en el movimiento estudiantil; pasaron ocho días para que nosotros supiéramos. Recuerdo bien que su esposa, Geraldine Novelo, le llevaba de comer al campo militar. Esto lo supe porque Leobardo iba a editar sus trabajos a los laboratorios.

      Cuando lo dejaron libre llegó al laboratorio, y curiosamente estaba ahí Demetrio Bilbatúa,9 quien hacía documentales para la presidencia. Bilbatúa le dijo: «Oiga, Leobardo, sé que ha filmado el material del movimiento, me gustaría conocer lo que ha hecho ¿por qué no me enseña?, lo invito a mi casa». Él vivía en el pedregal de San Ángel, tenía una sala con 60 butacas, era un cinito profesional; parece que tenía un equipo de 16 y 35 mm, es decir, no se andaba con cuentos. Entonces Leobardo comentó: «Le llevo el material, pero si los granaderos llegan no respondo». Entonces Bilbatúa le contestó: «No, no quiero saber nada, a mí no me interesa verlo, no quiero que me comprometan, que me investiguen».

      En ese momento le comenté a Leobardo que, si tenía la película, se la editaba gratis; que sería un mes de trabajo constante… pero no fue así, nos tardamos un año.

      López Arretche comentaba que Demetrio Bilbatúa había filmado desde el helicóptero las manifestaciones.

      Los estudiantes no le podían hacer nada, lo único que alcanzaban a observar era que los estaban fotografiando, y en respuesta los alumnos detuvieron la marcha y se acostaron en la avenida y escribieron la palabra «Puto» para que los vieran. Los fotógrafos oficiales eran abucheados o golpeados, no se acercaban si no era por aire y desde lugares clave, desde los que se podía filmar la manifestación.

      El grito fue una gran labor, la escuela de cine tenía un equipo muy viejo, a pesar de que se había fundado en 1963. El grito se editó en una consola muy grandota, de la época de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado,